Francisco rezó por los difuntos: No perdamos la memoria y la esperanza

Roma (Italia) (AICA): En el día de Todos los Difuntos el papa Francisco acudió al cementerio Laurentino, en Roma, para celebrar una misa por los fieles difuntos. En su homilía, pidió al Señor que ¨nos conceda la gracia de no perder nunca la memoria¨, la gracia de ¨saber esperar¨, y de ¨comprender cuáles son las luces que nos acompañarán en el camino para no equivocarnos¨.
El papa Francisco celebró esta tarde la Eucaristía en el cementerio Laurentino de Roma en el día en el que la Iglesia conmemora a todos los fieles difuntos, “un día para recordar a aquellos que han caminado antes que nosotros, que nos han acompañado, nos han dado la vida”, afirmó el Pontífice.

Momentos antes de la celebración de la Eucaristía, el Santo Padre visitó el Jardín de los Ángeles, un espacio creado en el año 2012 dedicado especialmente en memoria de los bebés no nacidos.

La misa estuvo concelebtada por el vicario de Roma, cardenal Angelo de Donatis, el obispo auxiliar del sector sur, monseñor Paolo Lojudice, y el capellán de la Iglesia de Jesús Resucitado, ubicada dentro del cementerio, monseñor Claudio Palma.

En su homilía, pronunciada de manera espontánea, el Pontífice señaló que “la liturgia de hoy es real, concreta, nos encuadra en las tres dimensiones de la vida, en dimensiones que incluso los niños entienden: el pasado, el futuro y el presente”.

“Hoy es un dia de memoria del pasado. Un día para recordar a aquellos que han caminado antes que nosotros, que nos han acompañado, nos han dado la vida”, destacó, haciendo hincapié en que “la memoria es eso que hace fuerte a un pueblo porque se siente, con raíces, enraizado en un camino, enraizado en una historia, enraizado en un pueblo. La memoria nos hace entender que no estamos solos, que somos un pueblo, un pueblo que tiene historia, que tiene pasado, que tiene vida, memoria de tantos que han compartido con nosotros un camino y están aquí”, detalló.

“No es fácil hacer memoria, tantas veces estamos cansados de andar hacia atrás y pensar qué cosas han pasado en mi vida, en mi familia, en mi pueblo, pero hoy es un día de memoria, la memoria que nos lleva a las raíces de la vida, a las raíces de mi pueblo, y hoy es un día de esperanza”, añadió.

“La segunda lectura nos ha hecho ver qué cosa es la esperanza, qué esperamos, qué nos espera, una tierra nueva, una nueva ciudad santa de Jerusalén, hermosa, es la imagen que utiliza para describir aquello que nos espera: la ciudad que desciende del cielo lista como una esposa que espera a su marido, nos espera la belleza”, animó.“Memoria y esperanza: esperanza de encontrarnos, esperanza de llegar donde está el amor que nos ha creado, donde está el amor que nos espera, el amor del Padre”, continuó.

“Y entre la memoria y la esperanza está la tercera dimensión, precisa el Pontífice, la del camino que debemos tomar y que hacemos. ¿Y cómo recorrer este camino sin equivocarnos? ¿Cuáles son las luces que me ayudarán a no equivocarme? ¿Cuál es el navegador que Dios mismo nos ha dado para no equivocarnos? Estas son las bienaventuranzas que Jesús nos enseñó en el Evangelio. Estas Bienaventuranzas – mansedumbre, pobreza de espíritu, justicia, misericordia, pureza de corazón – son las luces que nos acompañan para no equivocarnos: este es nuestro presente”, aseguró.

Finalmente, el Papa llamó a los fieles a pedir al Señor “que nos conceda la gracia de no perder nunca la memoria, de no ocultar nunca nuestra memoria, la memoria de una persona, la memoria de una familia, la memoria de un pueblo. Que nos conceda la gracia de la esperanza, porque la esperanza es un don suyo: saber esperar, mirar al horizonte, no permanecer cerrados frente a un muro. Siempre mirar al horizonte y esperar. Y nos dé la gracia de comprender cuáles son las luces que nos acompañarán en el camino para no equivocarnos, y así llegar a donde nos esperan con tanto amor”, concluyó.

Bendición de las tumbas
Al concluir la ceremonia religiosa, el Santo Padre bendijo las tumbas del camposanto:
"En la visita al Cementerio, de nuestros hermanos y hermanas fallecidos, renovamos nuestra fe en Cristo, muerto, sepultado y resucitado para nuestra salvación"- dijo- afirmando que con esta certeza pedimos al Padre por todos nuestros seres queridos que han dejado este mundo.

"Abre los brazos de tu misericordia, y recíbelos en la gloriosa asamblea de la Santa Jerusalén. Conforta a cuantos atraviesan el dolor de la muerte con la certeza de que los muertos viven en ti", concluyó Francisco invocando a la Santísima Virgen María como signo de luz, "para que con su intercesión sostenga nuestra fe, para que ningún obstáculo pueda hacernos desviar del camino que conduce a hacia el Padre".+

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