Para empezar, el prelado agradeció a los jóvenes por todo lo realizado en estos días. “En primer lugar al Seminario Pablo VI, en las figuras del padre Gabriel y el padre Federico, a los seminaristas y todos los que colaboraron llevando adelante esta hermosa misión. A la Pastoral Juvenil, en la persona del Padre Juan Molina y todo el equipo que integra esta responsabilidad de animar la vida de la diócesis, por medio de la presencia de los jóvenes. Agradezco también a esta comunidad del Sagrado Corazón de Jesús, a todos los que han hecho el esfuerzo de la presencia y colaboración desinteresada, en la persona que se refleja, el padre Leonardo Chimento, su párroco, por su disponibilidad total ante las necesidades y requerimientos que la misión presentaba. A la hermana Alda, dominica, que estuvo solo un día porque tuvo que viajar por razones de familia y de su congregación. A las Hermanas de Cristo Rey, aquí presentes, y a todos los que han colaborado: ¡que Dios los bendiga!”, expresó.
Luego, el obispo centró su reflexión en la Sagrada Familia: “En ella vemos la figura de San José, el Varón Justo; la figura de la Virgen, aquella que fue elegida para ser la Madre de Dios; y la presencia inclaudicable de Jesús, el verdadero Dios y verdadero Hombre. La Sagrada Familia, una familia que se considera y se manifiesta porque busca y hace la voluntad de Dios; y a la vez viven las virtudes humanas y las virtudes evangélicas, cristianas, en el respeto, en la libertad, en el servicio, en la atención, en la delicadeza y en el amor”, afirmó.
“Nosotros, que entramos también con nuestras propias familias, que muchas veces no son lo que uno necesitaría que fueran; a veces bien constituidas, otras veces debilitadas, otras veces quebradas, rotas y tantas cosas que son parte de lo que es una familia. Y lo más lindo, lo más hermoso, ¡Es esta mi familia! Uno tiene que vivir tratando de servir y crecer en esta familia, no es otra; uno no debe copiar, ni vivir de nostalgias; uno tiene que reconocer las alegrías pero también las tristezas, que son parte de la vida: alegrías y tristezas, luces y sombras, abundancia y carencia. ¡Es la vida! ¡Es nuestra vida! ¡Es nuestra familia!”, exclamó.
En ese sentido, llamó a no repetir los errores y carencias que recibimos como hijos: “¡Si te hubiese gustado tal cosa, cuando formes una familia acuérdate de lo que no te gustaba y modifícalo!. Eso es crecer”, aseguró.
“Que la fuerza y la presencia de la Sagrada Familia, fortalezca la vida de ustedes en su familia y que también puedan crecer en responsabilidad y sobre todo no olvidarse jamás: ¡Yo también tengo que buscar y yo también tengo que hacer la voluntad del Padre!”, recordó. “La familia no anula ni aplasta la libertad. Pero la libertad no es hacer lo que a uno ‘se le canta’; la libertad está apoyada en la verdad y en la responsabilidad. Hay que vivir en la verdad. Hay que ser responsables. Así seremos libres en nuestra familia”, continuó.
Finalmente, y dirigiéndose a los presentes, advirtió: “Ahora ustedes van a volver a sus lugares de origen, comunes. No se olviden de este encuentro. Los encuentros golpean y a la vez transforman. Que se transforme la vida de ustedes y el corazón de ustedes. Y en sus oraciones sean capaces de rezar por aquellos que misionaron. Y si es posible acordarse de algún rostro, de algún nombre y de algún lugar, porque todo encuentro crea una responsabilidad. Recen por las personas que conocieron en estos días”, animó.
“Vuelvan a sus comunidades y en nuestras comunidades -de parroquia, capilla o movimiento- no siempre todo es ideal, es como es, como la familia; nuestras parroquias tienen luces y sombras, grandezas y limitaciones, pero de nuevo surge la pregunta ¿Y yo que cosa puedo hacer por mi comunidad? Comprométanse y no se queden con la excusa de decir ‘¡Acá no se puede hacer nada y como no se puede hacer nada yo no hago nada!’ ¡Falso! Si los demás no hacen nada, vos podés hacer y hacer mucho. Quien tiene amor tiene decisión y quien tiene decisión tiene compromiso”, sostuvo.
“Queridos jóvenes, cuando vuelvan a sus comunidades, es la vida y es la vida de fe. Hagan lo que Dios les pida y jamás, pero jamás, se van a arrepentir porque Dios es muy generoso ante nuestra generosidad y nuestra fidelidad”, aseguró a los misioneros.+
Publicar un comentario