El Papa destacó la figura de Don Bosco como modelo de sacerdote

En el día en que la Iglesia celebra a San Juan Bosco, el Papa Francisco animó a que los sacerdotes sean alegres y vean con los ojos del hombre y con ojos de Dios, como lo hizo el fundador de los salesianos. Durante la homilía de la misa matutina celebra en la Capilla de la Casa Santa Marta, el pontífice exhortó a los sacerdotes a no ser funcionarios sino que miren mirar la realidad con el corazón de padre y de maestro.

La mirada de Don Bosco, dijo Francisco, vio a esos pobres jóvenes en la calle y se conmovió y entonces pensó de qué forma podría hacerlos madurar. Caminó y lloró con ellos.

Francisco recordó que el día de su ordenación, la madre de Don Bosco, una humilde campesina, “que no había estudiado en la facultad de teología”, le dijo: “Hoy comenzarás a sufrir”. Quería subrayar una realidad, pero también llamar la atención, porque si el hijo se hubiera dado cuenta de que no había sufrimiento, significaba que algo no estaba bien.

“Es una profecía de una madre”, una mujer sencilla con un corazón lleno de espíritu. Para un sacerdote, por tanto, el sufrimiento es un signo de que las cosas están bien, pero no para que “haga el faquir”, sino por lo que hizo Don Bosco, que tuvo el valor de mirar la realidad con los ojos de un hombre y con los ojos de Dios.

“Él –explicó el Papa- vio en esa época masónica, anticlerical”, de “una aristocracia cerrada, donde los pobres eran realmente pobres, la brecha, vio a esos jóvenes en las calles y dijo: ‘No puede ser’.

“Ha mirado con los ojos de hombre, un hombre que es hermano y padre también, y dijo: ‘No, esto no puedo ir así’… Y se conmovió como hombre y como hombre ha comenzado a pensar caminos para hacer crecer a los jóvenes, para hacer madurar a los jóvenes. Caminos humanos”, explicó el Papa.

Sobre el legado de don Bosco, el Santo Padre señaló que “después, ha tenido la valentía de mirar con ojos de Dios e ir hacia Dios y decir: ‘Hazme ver esto, esto es una injusticia… cómo se puede ir adelante con esto. Tú has creado esta gente para la plenitud y ellos son una verdadera tragedia’. Y así, mirando la realidad con amor de padre -padre y maestro dice la liturgia de hoy- y mirando a Dios con ojos de mendigo que pide algo de luz, comenzó a ir hacia adelante”.

El sacerdote –reiteró Francisco- debe tener “estas dos actitudes”: “mirar la realidad con los ojos de hombre” y con “los ojos de Dios”. Y eso significa pasar mucho tiempo frente al Santísimo.

“El mirar así le hizo ver el camino, porque él no fue con el catecismo y el crucifijo solamente, “hagan esto...” Los jóvenes le habrían dicho: “Buenas noches, nos vemos mañana”. No, no: se acercó a ellos, con la vivacidad que los caracteriza. Los hizo jugar, en grupos, como hermanos, fue, anduvo con ellos, sintió con ellos, vio con ellos, lloró con ellos y los llevó adelante, así. El sacerdote que mira humanamente a la gente, que siempre está disponible”.

El sacerdote no es un funcionario
El Papa resaltó entonces que los sacerdotes no deben ser funcionarios o empleados que reciben, por ejemplo, de 15 a 17.30. “Tenemos tantos funcionarios, buenos que hacen su trabajo, como lo deben hacer los funcionarios. Pero el sacerdote no es un funcionario, no puede serlo”, enfatizó.

En esta línea, el Santo Padre exhortó a mirar con ojos de hombre para tener “la sabiduría de entender que son tus hijos, tus hermanos. Y después, tener la valentía de ir a luchar allí: el sacerdote es uno que lucha con Dios”, dijo.

Sin embargo, Francisco advirtió que “siempre existe el riesgo de mirar demasiado lo humano y nada lo divino, o demasiado lo divino y nada lo humano” pero aseguró que “si no arriesgamos en la vida no haremos nada”.

De este modo, el pontífice agradeció a Dios por “habernos dado” a San Juan Bosco que desde niño trabajó, sabía qué era ganarse el pan de cada día y había entendido qué era la piedad “cuál era la verdadera verdad”.

“¿Y cuál es la señal de que un sacerdote va bien, mirando la realidad con los ojos de hombre y con los ojos de Dios? La alegría. La alegría. Cuando un sacerdote no encuentra la alegría dentro, que se detenga inmediatamente y se pregunte por qué”, dijo el Papa.

“La alegría de Don Bosco es conocida: es el maestro de la alegría. Porque alegraba a los otros y se alegraba él mismo. Y sufría él mismo. Pidamos al Señor, por la intercesión de Don Bosco, hoy, la gracia de que nuestros sacerdotes sean alegres: alegres porque tienen el verdadero sentido de mirar las cosas de la pastoral, el pueblo de Dios con ojos de hombre y con ojos de Dios”, concluyó el Papa su homilía.+

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