La Sabiduría de Dios, presente como persona divina




Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Martorell, explicó las lecturas del domingo segundo después de Navidad, en el que la liturgia profundiza y prolonga la reflexión sobre el misterio del Verbo encarnado. El prelado invitó a abrir el corazón y la mente para que el Verbo habite en los corazones de los cristianos.

El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Martorell, explicó las lecturas del domingo segundo después de Navidad, en el que la liturgia profundiza y prolonga la reflexión sobre el misterio del Verbo encarnado.

Monseñor Martorell explicó que la primera lectura muestra a la Sabiduría divina que desde el principio de la creación ha estado presente en el mundo ordenando todas las cosas, y pone énfasis sobre la voluntad de Dios presente entre los hijos de Israel. "Es la presencia de Dios entre los hombres. Así lo considera el Antiguo Testamento", observó.


El obispo destacó que el Nuevo Testamento supera esta visión, porque la Sabiduría de Dios "se presenta como Persona divina", concretamente en Cristo Jesús, el Hijo de Dios, que se hace carne y viene a morar entre los hombres para revelar en plenitud el misterio de Dios para llevarnos a Él como sus hijos.


Refiriéndose al prólogo del evangelio según san Juan, el obispo dijo: "Él nos presenta esta misma Sabiduría como el 'Verbo', significando con este término el pensamiento y la palabra de Dios. Se trata de la misma realidad divina presentada con diversos matices: el Hijo de Dios es Dios, igual en todo al Padre; eN Él está toda la sabiduría y el pensamiento y la palabra del Padre; él es el erbo".-


Monseñor Martorell también observó que el prólogo de este evangelio proclama el gran misterio de la salvación: la segunda persona de la Santísima Trinidad se hizo hombre; el relator lo vio con sus propios ojos y es testigo. Al respecto agregó: "Él quiere mostrarnos, como testigo que es de la vida de Jesús, todo lo que ha visto y oído, para que creamos y por la fe en Él tengamos vida y vida eterna, y recibamos gracia sobre gracia y especialmente la gracia de ver a Dios después de esta vida en la tierra".


El obispo concluyó haciendo una invitación a abrir el corazón y la mente para que el Verbo habite en los corazones de los cristianos y "sintamos que nuestra mente, nuestra reflexión sobre el hombre y la vida están centradas en él, quien tiene las respuestas fundamentales a la problemática de todos los tiempos".


Monseñor Martorell exhortó a "amar al Verbo de Dios, para que toda nuestra vida sea ante los hermanos y la vida, expresión del Amor de Dios, y podamos construir el mundo y la sociedad que nos rodea, con un espíritu distinto, el espíritu del amor, sobre el cual nos preguntarán al final de nuestras vidas".+



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