El obispo de San Justo, monseñor Eduardo García, presidió la misa y glosó el Evangelio haciendo preguntas a los chicos, con afán didáctico y captando su interés. El Evangelio era el del joven rico, que cumplía los mandamientos pero se volvió triste cuando Jesús le pidió que diera sus bienes a los pobres y lo siguiera.
“¿Es fácil seguir a Jesús?”, preguntó el obispo a los chicos sentados sobre el pasto, y la mayor parte contestó que no. García le dijo “Se equivocan. ¿Saben por qué? Porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios (frase de Jesús en el Evangelio leído). Hay simplemente que dejar que nos lleve de la mano”.
Luego los invitó a seguir a Jesús y a contagiar al mundo su alegría. “Señor, ayúdanos a anunciarte”, decían todos al contestar la oración de los fieles.
El acto comenzó cantando todos “Vine a alabar a Dios”. Los chicos tenían remeras de distintos colores según
la procedencia. San Juan tenía una fuerte presencia con el color azul. Lo más original eran unos sombreros verdes con forma de cactus - con salientes en forma de púas, aunque de polietileno, inofensivas- que llevaban los aspirantes de Catamarca.
En un día de sol radiante, los chicos cantaban, moviendo las manos, “Jesús está pasando por aquí. Y cuando pasa/todo se transforma/ la alegría viene/ la tristeza va”. La alegría podía palparse en el ambiente. Un chico de diez años, Juan Pablo Di Battista, tocaba un tamboril en medio de otros compañeros de la parroquia del Carmen, de San Martín. Habría aprendido a tocar en una “preasamblea” realizada en su zona. ¿Qué le gustó más? “El lío de los bombos”. Cuando le hicimos algunas preguntas, contestó que él también quería ser periodista. “Deportivo”, aclaró.
Santiago Daniel, de diez años, de Nuestra Señora de Pompeya, en la ciudad de Buenos Aires, tocaba también un tambor. ¿Qué le gustó de este encuentro? “Acá, todo”, respondió sin dudar, y sin especificar más.
Otra chica de diez años, Lorena Acosta, de Villa Bosch, había venido con un grupo de su zona y con la mamá de una amiga, Lilén. ¿Qué le pareció la asamblea? “Divertida, porque vos estás acá sentada en grupo y disfrutás del espectáculo. Merendamos todos juntos, cantamos y tocamos el bombo”. ¿Y algo más? “Rezamos, disfrutamos de la Misa. Me encanta la Misa”.
Los chicos y sus acompañantes escucharon después distintas interpretaciones musicales. E hicieron eco a la canción que dice al Señor: “Llévame donde los hombres/necesiten tu palabra/necesiten tus ganas de vivir”. Y concluye diciendo: “Donde falte la esperanza/ donde todo sea triste/ simplemente… por no saber de Ti”.+ (Jorge Rouillon)
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