La renovación del proceso de nulidad matrimonial es una de las problemáticas a las que el papa Francisco busca dar respuesta. Por este motivo, acudieron a la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca monseñor Pío Vito Pinto y monseñor Alejandro Bunge, decano y auditor, respectivamente, del Tribunal Apostólico de la Rota Romana, el órgano de apelación de la Santa Sede.
Monseñor Luis Urbanc, obispo de Catamarca, invitó a los prelados en el marco de la Semana de Formación del Clero catamarqueño, jornada que se extendió a sacerdotes y laicos del Noroeste Argentino. Se trata de dos representantes eclesiásticos que conocen a fondo la renovación del proceso de nulidad matrimonial, propuesta por el Santo Padre, luego del Sínodo de la Familia, en 2015, que dio a luz la Exhortación Apostólica Amoris laetitia, sobre el amor en la familia.
Monseñor Bunge, primer juez argentino de la Rota Romana, explicó que el órgano al que representa “es el Tribunal que tiene el Papa para recibir las apelaciones de las causas de cualquier tribunal eclesiástico. Entonces es un tribunal que juzga las causas que le llegan en nombre del Papa y con la autoridad del Papa. Normalmente casi todas las causas se refieren a las nulidades matrimoniales”.
Definió el matrimonio como “un regalo que Dios ha hecho a la humanidad, la vocación más plena, al punto tal que dice el Libro del Génesis que la imagen de Dios no es sólo el varón, sólo la mujer, sino la unión del hombre y la mujer. Esa es la imagen de Dios, una comunión de vida, de amor para toda la vida, con la finalidad de hacer crecer al hombre y a la mujer y extenderse en la procreación y la educación de los hijos”.
A partir de este concepto explicó la nulidad matrimonial: “Esta realidad del matrimonio es algo muy serio, y para que pueda realizarse válidamente esa alianza requiere condiciones, saber lo que se está haciendo, quererlo y poder hacerlo libremente. Si alguien no tuviera la libertad para decidir su matrimonio, fuera presionado, obligado, cuando ha habido convivencias que han durado muy poco, semanas, meses, o estuviera en un momento, una situación de alteración psíquica que le impidiera tomar una decisión libre y consciente, entonces esa alianza o pacto matrimonial, partiría de un momento falso. Entonces se dice que es un matrimonio nulo, no existe, porque el arranque fue fallido, es decir no existió el consentimiento matrimonial libre y consciente dado por las dos partes”.
“Cuando sucede eso y fracasa el matrimonio, las personas pueden tratar de que la Iglesia, mirando con la autoridad del Obispo en la diócesis y del Papa para la Iglesia Universal, estudiando el caso particular, llegue a la convicción, la certeza de que ese matrimonio es nulo, y entonces el tribunal declara la nulidad”, afirmó.
Al mismo tiempo, monseñor Bunge aseveró que las nulidades matrimoniales han existido desde siempre, “pero en los últimos años el papa Francisco, conociendo la realidad que hoy enfrenta el matrimonio y la familia, se dio cuenta de que era necesario agilizar los procesos de nulidad matrimonial”. Por ello, “el Papa Francisco dice que en cada diócesis, en la medida de lo posible, cada obispo conforme su tribunal eclesiástico”, agregó.
“El Papa nos pide, a quienes estamos en su tribunal, que vayamos a donde nos llamen, a todos lados a explicar cómo se hace, cómo pueden los fieles acceder a esta declaración de la nulidad”, manifestó.
Asimismo, enfatizó que “esta preocupación hay que unirla a otra central, pues no basta con tribunales que ayuden a detectar y declarar los matrimonios que son nulos. La tarea que el Papa impulsa en la Iglesia es mucho más amplia. Se trata de sanar a las familias, acompañarlas, desde que se van preparando para celebrar el matrimonio hasta cuando lo han celebrado, hay que seguir acompañándolos para que den fruto, no fracasen y no haya que plantearse nulidades, aunque eso es difícil porque nuestra naturaleza es humana”.
Monseñor Bunge explicó la diferencia entre nulidad y anulación, apuntando que “es una diferencia que parece pequeña, pero no lo es, porque anular es deshacer algo que existe, en cambio declarar la nulidad es simplemente constatar que algo que parecía que existía nunca existió. Por eso las sentencias de los tribunales eclesiásticos sobre los matrimonios, lo único que hacen es constatar una realidad y declarar lo que constatan, pero no pueden disolver un vínculo que existe”.+
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