Mons. Barba: “Pueblo de Salta, maestro y testigo de la fe”
“Vengo como peregrino, a los pies del Señor y de la Virgen del Milagro, cumpliendo un deseo de mi corazón largamente anhelado”, expresó el prelado en su homilía, agradeciendo al arzobispo de Salta, monseñor Mario Antonio Cargnello, y a la comunidad por permitirle “ser uno más junto a ustedes”.
En una breve reseña de lo vivido junto a la comunidad salteña, monseñor Barba señaló: “He visto un Pueblo de Dios que reza, que celebra, que renueva su pacto de fidelidad, que reza en serio, desde sus entrañas, desde su rica historia, en una cadencia de oración que crece día a día esperando ansiosa el culmen de la fiesta”.
“Familias, niños, jóvenes, ancianos, enfermos, consagrados, sacerdotes. Que saben hacer silencio en profunda oración. Familias que desde su más tierna infancia enseñan y transmiten a sus hijos la fe.
Jóvenes que, dejando sus cosas, con la novena en la mano, disponen de este tiempo para Dios y una vez más, alimentan su fe. Renuevan su esperanza”, destacó, y dirigiéndose a los fieles expresó: “Pueblo de Salta, te convertiste para nosotros en maestro y testigo de la fe”.
El obispo describió una situación novedosa: en tiempos en que el celular ocupa un lugar en nuestras vidas en que casi es parte del cuerpo, reconoció que muchas veces se pregunta “cuando será que a Dios le demos tanta importancia y le dediquemos tanto tiempo como lo hacemos con nuestros celulares”.
En ese sentido, relató la “grata sorpresa” que pudo observar en las calles salteñas y que “nunca he visto en otro lado”, admitió: “Muchos, por no decir todos, no con el celular en la mano… sino con la novena. Con ese pequeño librito que les hace dejar todo por un momento para ponerse en oración con Dios”.
“No sé si se dan cuenta del buen testimonio que están dando con ese pequeño gesto. Y lo hacen todos por igual. Jóvenes y viejos. Grandes y pequeños. Hombres y mujeres. No temen manifestar su fe. La viven y la expresan públicamente, quizá sin ser conscientes de ello, desde la profundidad de sus corazones”, destacó.
En referencia al Evangelio, recordó: “‘Feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron’, dijo una voz, de entre la multitud”, y explicó que “es el reconocimiento humano del privilegio que tuvo la Virgen María”. Sin embargo, advirtió, “enseguida, de labios del mismo Jesús se escucha su respuesta a esa aclamación. Una enseñanza para todos nosotros: ‘Felices más bien, los que escuchan la Palabra de Dios y la practican’”.
“Ese reconocimiento a su Madre nos marca un camino a seguir. Mirándola a ella. Aprendiendo de María. Su grandeza, justamente ha sido su docilidad a la Palabra. Ha sabido escucharla y atestiguan las Escrituras que no siempre comprendía bien lo que sucedía, pero aún así las guardaba en su corazón”, continuó.
“Mujer de Fe. Mujer del Sí. Mujer que supo contemplar. Madre y maestra de todo ello. Sin declamaciones. Sin imposiciones. Sin violencia. Con docilidad. Con fidelidad en la entrega a pesar del dolor que le toque vivir. Con la espada de dolor que atravesó su corazón”, subrayó.
“María ha escuchado la Palabra… y respondió diciendo SÍ al llamado del ángel. Ha escuchado la Palabra al contemplar el misterio del pesebre y dar calor, alimento y protección a su Hijo. El Dios hecho hombre, manifestado en la mayor pequeñez de la humanidad de un frágil niño. María escucha y responde con rapidez y eficacia al resguardar a Jesús, junto a José, en el desierto, cuando peligraba su frágil vida. María ha escuchado la Palabra cuando no entendía las acciones de su Hijo perdido y hallado en el templo”, añadió.
“Finalmente, María, al pie de la cruz escuchó la Palabra de su Hijo, al nombrarla como madre de todos los cristianos cuando dijo: ‘Mujer, aquí tienes a tu hijo’. Y éste, desde ese momento la recibió como suya”, recordó, y afirmó: “Hoy nosotros la recibimos como nuestra. Nuestra Madre del Milagro. Presente en el corazón de cada habitante de Salta y en el de muchos argentinos”.
Recordando a la imagen sacudida por el temblor de la tierra y aún así de pie, orante, frente al sagrario, aseguró que “desde aquel entonces ha quedado ligada para siempre a su pueblo, unida a su Hijo Jesucristo que desde la Cruz nos ha salvado y nos sigue dispensando su amor como en aquel primer milagro”.
“Eso ha sabido ver el pueblo salteño y no sólo perdura en el tiempo, sino que año a año renuevan, pueblo y Señor, este maravilloso pacto de misericordia y amor”, sostuvo.
Teniendo en cuenta los momentos difíciles que transita la Argentina, recomendó: “Debemos reconocer que si hay persecución y hay cruz tendremos certeza de estar transitando un mismo camino que ya ha recorrido Jesús y la Iglesia a lo largo de toda su historia. Y debemos seguir sus pasos, con fidelidad en la entrega”, porque “nuestra misión es ser testigos. Y testigos fieles”.
“Somos llamados por Dios a anunciar la Buena Noticia al mundo. La salvación que Dios nos ha dado por medio de su Hijo. Y este llamado nos sostiene y nos invita a una respuesta fiel”, animó. “El pacto de fidelidad, es un acto de misericordia, de arrepentimiento por los pecados cometidos y de perdón de Dios que levanta, asume y nos impulsa a seguir caminando”, concluyó, alentando al pueblo salteño a enviar un mensaje a toda la Iglesia: “¡Aquí estamos! ¡Nos ponemos en tus manos Señor! Sostenidos por la fe y por tu Gracia”.+
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