Mons. Hakimian: “Hoy debemos trabajar más que nunca por la unidad de la Iglesia”
Formado en Filosofía y Teología, monseñor Hakimian da muestras además de un amplio conocimiento en torno a diversos temas y una vasta cultura general. Habla siete idiomas y mantiene permanentes contactos interreligiosos.
La designación para suceder con su ministerio a monseñor Boghossian, de quien el papa Francisco aceptó la renuncia el 4 de julio, reconoció el nuevo obispo, fue “un impacto muy feliz espiritualmente, pero a la vez un gran desafío humano”. Se trata del segundo obispo para la Eparquía San Gregorio de Narek de Buenos Aires y Exarca Apostólico Armenio para América Latina y México.
“Este nuevo rol que me toca vivir es ser obispo – padre y pastor- con la misión de saber enseñar, juzgar y santificar a los fieles armenios católicos de la Argentina y de todos los países de América Latina donde vivan los descendientes de los armenios católicos”, explicó.
Nacido en El Cairo, Egipto, hasta los 13 años frecuentó el colegio de los Hermanos Lasallistas de formación católica. Luego, a raíz de la Guerra de los Seis Días emigró con su familia hacia la Argentina donde ya estaban sus abuelos maternos. En Buenos Aires terminó la escuela secundaria con el título de Perito Mercantil y comenzó a trabajar en la casa central del Banco de Boston de dicha ciudad. A los 23 años, y buscando realizarse en la vida, sintió el llamado a la vocación religiosa y decidió ingresar en el Pontificio Seminario Armenio de Roma, donde después de seis años de estudios filosóficos y teológicos fue ordenado sacerdote en agosto de 1981 para la Comunidad Armenia Católica de la Argentina. Desde entonces, sirve a la Iglesia “entregando lo mejor que pueda tanto en la vida espiritual como en la identidad armenia”.
El obispo aclaró que “ser Armenio y ser Cristiano son dos realidades que se complementan y no se contraponen. Sólo basta mirar a nuestra historia y ver el ideal de San Vartán, el famoso Vartán Mamigonian, cuyo lema era dar la vida por la fe y por la patria. Fuimos la primera nación en el mundo en adoptar el cristianismo y fue gracias a la Iglesia que nuestro pueblo pudo conservar su lengua y sus tradiciones en los cinco continentes. Hoy debemos trabajar más que nunca por la unidad de la Iglesia. Las divisiones forman parte de la historia, debe prevalecer el espíritu armenio adornado con todo lo que nos regala la fe en Cristo”, afirmó.
Consultado sobre las diferencias entre la misa en rito armenio católico con la que se realiza en la Iglesia Apostólica Armenia, explicó que “en realidad no existe una misa en rito armenio católico. Existe la misa en rito Armenio y es completamente igual a la misa armenia de la Iglesia Apostólica Armenia, hoy ya no existen diferencias teológicas entre las dos iglesias. La única diferencia es que durante la misa nosotros nombramos a nuestro Patriarca y al papa Francisco, mientras que en la Iglesia Apostólica Armenia se nombra al Katolicós de Echmiadzin”, detalló.
Con respecto al pontificado de Francisco, recordó que “antes de ser Papa es un ser humano, con la diferencia de que por su rol de cabeza de la Iglesia católica, debe buscar la dignidad del ser humano y abogar siempre por la paz y la justicia en el mundo”.
“Así lo hizo el 12 de abril de 2015 cuando en la basílica de San Pedro pronunció la palabra genocidio del pueblo Armenio, reclamando un reconocimiento histórico”, destacó.
Consultado sobre la “pérdida de espacio” de la Iglesia católica frente a otros credos, el agnosticismo y el ateísmo, consideró que “el ser humano a través de la historia vive cada vez en un mundo más secularizado, perdiendo su vocación natural de un hombre religioso. Los medios modernos de comunicación y el avance de la tecnología en el mundo, creó en el hombre un alejamiento de Dios, porque vivimos con los pies en la tierra, y las cosas del mundo son más atrayentes que las cosas espirituales. Sin embargo, tarde o temprano el hombre necesita volver a buscar a su creador porque el cuerpo podremos alimentarlo con las cosas del mundo pero el espíritu sólo se alimenta con las cosas de Dios”.
Sobre el diálogo interreligioso, señaló “las Iglesias Armenias (Católica, Apostólica y Evangélica) hoy viven una relación de gran hermandad y mucho respeto, lo que en mi parecer es muy poco, deberíamos sentarnos a conversar más íntimamente sobre nuestra realidad hodierna como armenios y cristianos, ayudándonos y enriqueciéndonos mutuamente”.
De su relación con los adolescentes y jóvenes, señaló que “la vocación religiosa es una realidad vivencial que los adolescentes deben ver, escuchar, sentir y luego imitar”, y reconoció que “de nosotros, los eclesiásticos, depende el futuro de las vocaciones. Debemos dar el ejemplo de entrega y dedicación para que los jóvenes puedan sentir el llamado a la vocación religiosa. Nuestras escuelas armenias deben dar y enseñar los fundamentos y la historia de nuestra Iglesia armenia para así despertar el llamado a las vocaciones”, concluyó.+
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