Mencionó que, como puede suceder, “quizás no tomamos suficiente conciencia de la grandeza de María”, a quien describió como “pobre y humilde”, pero que, sin embargo, “por medio de ella vino al mundo Jesús, nuestro Salvador”.
Al referirse a la octava de Navidad, celebrada en los ocho días posteriores al nacimiento de Jesús, indicó: “Estamos meditando que Jesús es la luz del mundo. Él es la vida, la verdad, la gracia, en una palabra, la salvación”, expresó. Y recordó que, desde hace 52 años, en simultáneo con la solemnidad de Santa María, Madre de Dios, la Iglesia celebra la Jornada Mundial de Oración por la Paz.
En este sentido, el obispo de Formosa recorrió los puntos fundamentales del mensaje que lleva por título: “La buena política al servicio de la paz”, que recomendó “sea leído, meditado y puesto en práctica por todos aquellos que libremente se proponen tener una tarea política al servicio del bien común”; porque “la buena política es una forma excelente de caridad”, dijo al recordar las palabras del papa Francisco.
En primer lugar, señaló el “sentido de desconfianza” que surge al describir la situación actual del mundo global, ya que se genera un “miedo al otro, al migrante, al negro, al desconocido. Uno teme que el que viene pueda arrebatarnos algo”, dictaminó.
“El Papa proclama que la paz es un don de Dios y que es un desafío ponerla en práctica”, manifestó monseñor Conejero Gallego. Y el desafío viene de los “vicios de la mala política: la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el abuso de poder y la ambición de permanecer en el poder”. El resultado es “un clima de crispación, de discordia y de descalificación del otro”, añadió.
Al concluir su reflexión del documento, citó una de las frases finales: “Toda buena política debería meditar el Magníficat de la Virgen María”. Y pidió la intercesión de la Virgen María, para que “aprendamos de Ella la humildad, la sencillez, la entrega y el servicio desinteresado”. “Que realicemos con responsabilidad nuestras tareas, para gloria de Dios y para servicio de nuestros hermanos”, recalcó.
“Pedimos al Señor, en el primer día del año, el don de la paz. Para vivir en paz, con alegría, sin crispaciones, sin nervios, ni discordias o murmuraciones, sino vivir siguiendo las huellas de Jesús y de la Santísima Virgen María”, concluyó.+
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