Una mujer casada, madre de dos hijas, recordó esa frase del santo al agradecer “el milagro que Dios hizo en mí, a través de él”, la sanación de un tumor mamario, delante de los asistentes a la avant premiere de esa película, realizada el martes 4 en el cine Hoyts del shopping Abasto.
El padre Pío de Pietrelcina falleció el 23 de septiembre de 1968 y fue canonizado el 16 de junio de 2002 en Roma por San Juan Pablo II, ante una enorme multitud de fieles.
“Mi nombre es Ileana Trim, tengo 44 años estoy felizmente casada con Marcelo y tenemos dos tesoros hermosos, Florencia y Josefina, estoy hoy aquí para dar testimonio de fe, de agradecimiento a Dios”, dijo esa mujer a los asistentes de la proyección, comentando que había venido con su marido desde Corrientes para contarles que el padre Pío es un fiel e inmediato intercesor ante Dios.
Señaló que una ecografía mamaria había revelado un tumor bastante grande y dijo: “Por más fe que uno tenga te tiemblan las piernas y te desborda la desesperación, aunque uno quiera disimular ante la familia y amistades”. Y contó que ella apoyó una foto del padre Pío en el tumor, sintió un fuego impresionante que salía de ese lugar, lloró mucho, y rezó intensamente en los días siguientes, recibiendo la unción de los enfermos, confesando y comulgando, acompañada por cadenas de oración.
Cuatro días antes del resultado del estudio, con su marido acudieron a una gruta del padre Pío en Salto, Uruguay, y allí estando de rodillas sintió un fuerte olor a rosas, siendo que las únicas flores que había eran de plástico. Felizmente el resultado no dio cáncer. Ella afirmó: “Estoy totalmente segura de que el cáncer se curó dentro de mi cuerpo, y la respuesta de por qué no lo contaba antes fue por esto: porque él preparó absolutamente todo para que este día, todas las personas que están aquí puedan creer solamente en Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo”.
En la misma sesión en que se proyectó por primera vez la película en la Argentina estuvo presente un sacerdote italiano de la Obra de Don Guanella, el padre Leonardo Terzaghi, que conoció personalmente al padre Pío, a quien eligió como su padre espiritual, que dio su testimonio ante los presentes.
La película dura 80 minutos y mantiene vivo el interés, con viejas escenas en blanco y negro del pueblo natal, de los frailes en el convento, del padre Pío en distintos momentos, entre otros, recorriendo las obras del monumental hospital, casa de alivio a los sufrientes, que levantó en el pueblo de San Giovanni Rotondo, en la montañosa región de Apulia, en el sur de Italia. En tres momentos aparece brevemente un capuchino argentino, monseñor Juan Laise, obispo emérito de San Luis, que reside ahora allí y da su testimonio actual, al igual que otras personas que conocieron y trataron al santo, entre ellos una médica que ejerce en ese hospital y quien fue un joven monaguillo que lo ayudaba.
También hay escenas donde aparecen personajes relevantes, como el tenor Beniamino Gigli, quien emocionaba al padre Pio cantando “Mamma”; otros artistas convertidos al haber conectado con él y el joven Karol Wojtyla, que lo visitó siendo un joven sacerdote y que ya siendo obispo, en 1962, le pidió que rezara por la curación de una mujer de Cracovia, madre de cuatro hijos, que había estado en un campo de concentración y tenía un cáncer, del cual curó instantáneamente.
No omite el filme abundante documentación de la desautorización, incomprensión y persecución, así calificada, que sufrió el padre Pío de parte de instancias eclesiásticas y del Vaticano, que sostenían que sus estigmas eran superchería y negaban verosimilitud a su testimonio. En el filme se puede ver el momento en que se abre el cajón, veinte años después de su muerte, y se advierte su cuerpo incorrupto, luego trasladado a una caja de cristal.
Es una investigación dirigida por el español José María Zavala, que entrevista a numerosos testigos de su vida, entre otros a frailes compañeros del santo en el convento y a Pia Forgione, sobrina suya.
El padre Terzaghi recordó que cuando era un sacerdote recién ordenado fue con su párroco a visitar al padre Pío y pudo confesarse con él. Acompañado por el párroco, le pidió al santo capuchino si podía aceptarlo como hijo espiritual. “Te portas bien, porque si no, son palos”, le dijo el santo, que podía bromear, hacer chistes y a la vez ser muy exigente. Bajaron al jardín, el padre Terzaghi enganchado al brazo del santo, llorando. Eran las 6.30 de la tarde, evocó: un recuerdo imborrable.
“¿A dónde te mandan?”, le preguntó el santo al nuevo sacerdote. “Tenemos casas hasta en Sicilia”, (que para mí era el fin del mundo, aclaró Terzaghi, que proviene del norte de Italia). “No, ¡qué Sicilia! Lontano”, respondió el padre Pío, dándole a entender que iría mucho más lejos que a ese lugar que a él le parecía lejano. Y el sacerdote contó que al año siguiente estaba en Paraguay y que pasó por Buenos Aires el 12 de octubre de 1963.
Estuvo ocho años en Paraguay, luego cuatro años en Rancagua, Chile; luego en la Patagonia chilena –“la casa que más lejos de su sede tiene la congregación”-, luego en Asunción, Buenos Aires, Orán, Chile de nuevo, Santa Fe, Tapiales, hasta ahora que reside en la casa que tienen los Siervos de la Caridad en Villa Madero, partido de La Matanza.
El padre Terzaghi dijo que tiene una hermana casada con un siciliano. Sin embargo, a sus 84 años, confesó: “No conozco Sicilia”. Como vaticinó el padre Pío: “Nada de Sicilia”.
Para más información sobre la película y para solicitar que se proyecte en su ciudad, visite http://elmisteriodelpadrepio.es/.+ (Jorge Rouillon)
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