Mons. Martín llamó a “tender lazos de amor, trabajar con el otro”
Luego de una oración inicial, el prelado se refirió a los primeros cinco años al frente de la arquidiócesis: “El tiempo se pasó muy rápido. Y si se pasa rápido, es bueno. Me siento recibido, aceptado. Como pez en el agua. Con el tiempo uno va adquiriendo una soltura, un hallarse en el lugar. Siempre pido la misma gracia: amar este lugar y amar su gente”, expresó.
Sobre la Comisión para la Protección de Menores, detalló: “Hemos tenido reuniones, hemos convocado especialistas, ha venido monseñor Sergio Buenanueva. En esta comisión hay quince personas, la mayoría laicos, educadores, psiquiatras, abogados, psicopedagogos. La idea es que la presida una mujer. Es una forma de acercarse a esta perspectiva desde la figura femenina. Una de las misiones de esta Comisión es acercarse y acompañar a las víctimas dentro del ámbito eclesial”, afirmó.
“También estamos haciendo protocolos y capacitaciones sobre el trato y protección de menores. Esto es una cosa que nos duele y por eso extremamos la precaución” explicó.
Sobre la creciente violencia a las mujeres, monseñor Martín consideró: “La violencia está en nosotros, entre nosotros. Hay diversas causas: psicológicas, familiares, sociológicas, pero evidentemente en nosotros hay una herida: las consecuencias del pecado original, la inclinación al mal. Las pasiones hay que ordenarlas. Estas fuerzas están para el bien pero cuando se salen de su causa, dañan. Por eso los cristianos tenemos algunos remedios como los sacramentos, la vida en comunidad, la educación para el amor”.
Consultado sobre el papel de la Iglesia ante la pobreza, expresó que “es un tema complejo que reclama mayor humildad de la dirigencia para que juntos se sienten y vean un camino a corto y largo plazo”.
“No es sólo el tema de dinero. Es un tema cultural, alimentario, nutricional. Evidentemente esto depende de las políticas del Estado”, reconoció. En ese sentido, aclaró: “La Iglesia somos todos. Cada uno en su lugar tiene que cumplir su misión. Si soy empresario tengo que ser justo y trabajar por la dignidad. Si soy trabajador, tengo que cumplir mi horario. Si soy una persona responsable, contribuyo a que otros salgan de la pobreza. Yo obispo, tengo que cumplir mi misión, preparar las homilías, dirigir con justicia”.
“Hay una cantidad de obras de bien que los cristianos que somos Iglesia, realizamos. Acá hay una responsabilidad de todos los cristianos. La Iglesia está siempre cerca de los pobres. La Iglesia pone todo lo que puede y cuando decimos Iglesia, decimos todos. Son obras de caridad y gratuidad. Nacen del amor, de personas que donan su tiempo, dinero, inteligencia. Todo eso es obra de la Iglesia. Cada Cáritas parroquial tiene su ropero, su banco de medicamentos, visitan enfermos, reparten alimentos”, enumeró.
En cuanto al aporte del Estado para el sostenimiento de la Iglesia, el prelado explicó: “El Estado tiene un presupuesto de culto: $130.000.000 para toda la Iglesia argentina. Eso iba a la Conferencia episcopal y la Conferencia la asignaba a los obispos. Esa asignación, los obispos decidimos reasignarla voluntariamente. Nosotros queremos ganar libertad. En mi caso, ya lo hemos resignado en favor de la CEA para generar un fondo para las diócesis más necesitadas. Renunciamos a ese aporte”, recordó.
“En este presupuesto también había becas para los seminarios. ¿Cómo se cubre ahora? Bueno, con los fieles, con los aportes de los fieles que son siempre tan generosos. La Iglesia vive de la limosna de sus fieles”, destacó.
“Otra cosa es la educación, donde el Estado paga el sueldo de los docentes pero no hay aportes para las escuelas. Sólo donde la escuela es oferta única, el Estado se hace cargo”, aclaró.
En ese sentido, concluyó: “La Iglesia tiene este principio con el Estado: autonomía del Estado y cooperación con el Estado: por ejemplo, Cáritas tiene convenio con el Estado provincial y nacional para repartir bolsones. Muchas cosas se hacen con voluntarios. El Estado pone los alimentos y la Iglesia coopera en la distribución”.
Sobre una posible visita del Papa, monseñor Martín anticipó: “Lo que podemos decir es que el Papa le ha dicho al Presidente de la CEA que tal vez venga a finales de 2020 o principios de 2021”.
Consultado sobre la disminución en la cantidad de fieles que asisten a las parroquias, e incluso de la baja en el número de vocaciones, reconoció: “Las vocaciones: estamos bendecidos. En estos días en que el Seminario cumplió 80 años, estuve investigando. Calculando, tenemos 1 sacerdote diocesano cada 11.000 habitantes. Y contando a los sacerdotes religiosos, tenemos más sacerdotes para los fieles. No quiere decir que estén cubiertas todas las necesidades”, aclaró, pero señaló que “en Rosario es uno de los pocos seminarios que mantiene el Seminario menor, el secundario. Ingresan menos, pero hay más perseverancia. La decisión es más madura, a mayor edad. En este contexto, estamos bien”, consideró.
“Animo a los sacerdotes a promover una cultura vocacional. Se han comenzado actividades en el Seminario, con la Pascua Joven, torneos, visitas. Las vocaciones hay que descubrirlas, estar cerca. Hay que suscitarlas, proponerles y acompañarlas. El primer seminario es la familia. Aunque en este tiempo padece crisis, desintegración, hay que propiciar el fomento de la vocación en las familias”, exhortó.
Ante la pregunta sobre si los obispos deben involucrarse en política, consideró que “cualquier intervención de un obispo en este contexto que vivimos tiene que ser pastoral. Si hay alguna palabra que habla a la política, tiene que ser desde la voz del pastor. La Iglesia no vive en la estratósfera entonces, claro que tiene palabras con incidencia política. Cuestiones que claman al cielo. Ayudar a los fieles cuál es el criterio para elegir candidatos. El criterio de la fe. La Iglesia no tiene un partido político sino que busca el bien común”.
“Evidentemente, el acto de la política partidaria es el de los laicos, donde tienen que involucrarse, participar, meterse. El cristiano que se mete en política tiene que dar testimonio de la fe. Y sí la política va en contra de la fe, tiene que optar con la fe.
Sí el partido que sigo, entra en contradicción con la fe, elijo la fe. Primero la fe”, afirmó.
En cuanto al concepto de “grieta”, animó a “trabajar por la unidad. La unidad interior que produce la gracia: unidad de cuerpo, alma, mente y corazón”, ya que “la falta de unidad brota de un corazón dividido que tiene prejuicios, desconfía del otro, que genera violencia. De esa unidad, tender lazos de amor, trabajar con el otro, ponernos en el lugar del otro. Siempre desde Jesús. Un hombre pacificado interiormente pone paz en su ambiente, tiene paciencia”, consideró.
Finalmente, monseñor Martín se refirió al Mes Misionero Extraordinario convocado por el papa Francisco para octubre. “El Santo Padre como paradigma nos llama a la misión, una Iglesia en salida. Convertir todas las estructuras en misioneras. Tenemos que tener una actitud misionera en todos los ámbitos. Todos. Actitud misionera, ímpetu misionero, ardor apostólico, con la característica de la alegría”.
“En este mes de octubre, nos llama a tener conciencia de que el Evangelio tiene que ser anunciado a todos. Es un mes extraordinario para anunciar a Jesús. Acá coincide con las fiestas patronales arquidiocesanas, haremos un envío misionero, bendeciremos imágenes para los decanatos, se realizará la misión juvenil arquidiocesana en octubre, la expo carismas de movimientos, asociaciones, pastorales, congregaciones”, anticipó.
Monseñor Martín finalizó con un mensaje para los fieles, especialmente para los enfermos y ancianos: “En estos tiempos difíciles tenemos una buena noticia, que es Jesucristo, que es la esperanza. Él está entre nosotros. Lo importante es descubrirlo y dejarnos amar por Él. Jesús está presente. Cristo viene en cada circunstancia, aun en las más difíciles y dolorosas. A los enfermos y ancianos, les agradezco lo que ofrecen a la Iglesia. Dios los mira con predilección”, aseguró.+
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