Cafayate celebró a “La Sentadita”, la Virgen del Rosario

Cafayate (Salta) (AICA): Cientos de fieles de diversas zonas de los valles calchaquíes se congregaron durante la tarde del miércoles 7 de octubre para honrar a “La Sentadita”, como entrañablemente llaman a Nuestra Señora del Rosario, patrona de la prelatura de Cafayate. El obispo prelado, monseñor Demetrio Jiménez OSA, pidió asumir los desafíos de crear escuelas integradoras y llegar con sanidad adecuada para todos; también promover a la mujer en la vida social y controlar la violencia y el tráfico de drogas y de personas.
Cientos de fieles de diversas zonas de los valles calchaquíes se congregaron durante la tarde del miércoles 7 de octubre para honrar a “La Sentadita”, como entrañablemente llaman a Nuestra Señora del Rosario, patrona de la prelatura de Cafayate.

Las celebraciones comenzaron en la medianoche del martes, con la apertura de las puertas de la catedral, el repique de campanas y la ofrenda floral a la patrona de Cafayate. En la mañana se celebró la primera Eucaristía y hasta el mediodía se ofrecieron varios rosarios a la Virgen. A las 12.30 acudieron a misa los cientos de peregrinos que desde temprano llegaban a la ciudad.

Por la tarde, el obispo prelado, monseñor Demetrio Jiménez OSA, encabezó la procesión, acompañado por los miembros del clero. La imagen recorrió las calles aledañas al templo, hasta regresar al atrio para acompañar la celebración de la misa.

En su homilía, monseñor Jiménez reflexionó sobre la ofrenda de rosas llevadas a la Virgen. Observó que estas flores tienen pétalos y espinas, y recordando el pedido del Papa para que haya tierra, techo y trabajo para los humildes, el prelado preguntó: ¿será esto una fragancia agradable o una espina clavada en la carne de nuestros hermanos?”.

Monseñor Jiménez destacó los “pétalos” de esta prelatura “humilde en sus recursos, grande en sus gentes y necesitados de la gracia”, también “fiel en sus tradiciones, grande en su sencillez”, servicial y confiado en Dios.

El obispo prelado pasó parte de las “espinas” de esta Iglesia: el peligro de olvidar a las minorías sociales y culturales, y advirtió de los cristianos de los núcleos urbanos, que poseen una estructural pastoral nutrida, pero “con frecuencia pesada y pasiva, crítica sin autocrítica”, que “fagocita la vida pastoral sin asumir la responsabilidad que le compete a quien Dios más le dio”.

Refiriéndose a la situación sociopolítica, el obispo destacó el trabajo por el bien común, la iniciativa de los emprendedores y la disponibilidad de las autoridades, pero advirtió la falta de vivienda familiar adecuada y tierra, y el peligro que supone la filtración de “entidades económicamente poderosas” que pueden apropiarse de la tierra de los sin papeles. Luego pidió por una digna jubilación para los ancianos.

Monseñor Jiménez pidió asumir los desafíos de crear escuelas integradora y llegar con sanidad adecuada para todos; promover a la mujer en la vida social y controlar el delito, particularmente la violencia y el tráfico de drogas y de personas.

“Que el varón ame a su mujer y la mujer a su varón, que demos afecto a los hijos, cariño a los ancianos, comprensión a quien es distinto y continuidad a nuestras ricas tradiciones. Porque en esto cultura del pueblo y el culto a Dios se dan la mano. Así nos lo recuerda nuestra madre María, corona de rosas, que siempre nos espera, «sentadita» como madre buena, paciente, sabia”, concluyó.+

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