Círculos Menores piden un lenguaje claro y simple en el documento final para evitar ambigüedades

Círculos Menores piden un lenguaje claro y simple en el documento final para evitar ambigüedades

Durante la Congregación General de esta mañana los diversos círculos menores presentaron el resultado de sus reflexiones sobre la segunda parte del Instrumentum Laboris a los Padres Sinodales. Casi todos los grupos coinciden en la necesidad de que el documento final del Sínodo utilice el lenguaje de la teología bíblica y que, como afirma el círculo francés B, sea claro y simple para evitar las ambigüedades y equívocos que perjudiquen la comprensión de la vocación y la misión propia de la familia en la Iglesia y en el mundo.

“Se deberían tener en cuenta la fragilidad y los sufrimientos de la familia, sin sobrevalorar la situación actual, porque han existido siempre. La insistencia en esta dimensión lleva a subrayar que la Iglesia acompaña a todos sus hijos y que debe proclamar el evangelio y su llamada a la conversión.”.

Pedagogía divina
Insistiendo en el tema, el círculo inglés B señala que la reflexión final debe ilustrar cómo la pedagogía divina para el matrimonio y la familia acompañó toda la historia de la salvación y prosigue hasta nuestros días.

“Proponemos -dice el arzobispo irlandés Diarmuid Martin- que se empiece con el Génesis, que ya da una definición de matrimonio como única unión entre un hombre y una mujer tan total e íntima que hay que dejar al padre y la madre para unirse entre sí. Este relato presenta tres aspectos básicos del matrimonio, como era en el principio: monogamia, permanencia e igualdad de sexos”.

“Pero la Pedagogía divina alcanza su culmen cuando el Hijo de Dios entra en la historia. El grupo expone el relato evangélico del encuentro de Jesús con la adúltera y sus palabras: “Vete y no peques más”, sin unirse a los que piden su lapidación. Ni condenarla. El grupo presenta este texto reconociendo que “solo a través de la pedagogía divina comprenderemos nuestro ministerio como reflejo de la paciencia y la misericordia de Dios. El plan divino prosigue en nuestros días. La pedagogía divina da el contenido y el tono a la enseñanza de la Iglesia”.

“En las situaciones difíciles de la tercera parte, tendríamos que recordar siempre que Dios nunca renuncia a su misericordia. La misericordia revela el verdadero rostro de Dios y su misericordia llega a todos, sobre todo a los que sufren, son débiles o caen”.

Siempre de pedagogía divina habla el círculo francés cuyo relator es el obispo Laurent Ulrich, que propone “subrayar los numerosos encuentros de Jesús con las familias” a lo largo de los Evangelios y reafirma que “la pedagogía divina actúa en toda la revelación bíblica y debe seguir experimentándose por la Iglesia, siguiendo a las familias en las alegrías y tristezas”.

La indisolubilidad como un don
Otra observación de este Círculo, que encuentra amplia resonancia, es el deseo de que la Relatio manifieste una unidad conceptual más grande y no se hable de la indisolubilidad como si fuera la única preocupación. “Que se hable de la fidelidad e indisolubilidad como don y llamamiento, más que en términos jurídicos de deber; que no se perciban como superpuestas al compromiso, sino como profundamente integradas en el lenguaje del amor y comprendidas en su dimensión teologal. Que se hable de matrimonio como llamado al amor y a la comunión”.

El Círculo de habla hispana, cuyo relator es el cardenal José Luis Lacunza Maestrojuán, señalo que “hay que poner acento en la gradualidad y procesualidad para comprender el proceso de cómo Dios comunica la gracia de la Alianza, que educa teniendo en cuenta cada persona, progresivamente, en comunidad, corrige, acompaña y perdona”. Por ser la pedagogía de Dios, la procesualidad se recoge también en la Tradición.

Un Evangelio de la familia
Hay expresiones en las que parece que se absolutiza el matrimonio y la familia, mientras que Jesús los relativiza al Reino de Dios. Se habla de encuentros de Jesús con distintas personas en distintos ámbitos, pero habría que insistir en los que se realizan en ámbitos familiares: Lázaro y familia, Pedro y familia. Jesús siempre abre puertas. La fidelidad de Dios se derrama en el sacramento del Matrimonio, pero al modo humano: “quidquid recipitur, ad modum recipientis recipitur”. La fidelidad indisolubilidad es un misterio que incluye la fragilidad. No tenemos una teología de la familia sino del matrimonio y más vinculada a lo moral. El Magisterio debería presentar el Evangelio de la familia en forma orgánica e integrada. Siguiendo la tesis de los “semina Verbi” (semillas del Verbo), no se puede desconocer que hay muchos valores positivos en otros tipos de familia”.


Preparación al matrimonio

Mucha importancia atribuyen los diversos círculos a la preparación de los jóvenes para el matrimonio y a la necesidad de acompañarlos en este camino. Si el círculo francés B, recuerda la gran disminución de los matrimonios en las capitales europeas, el cardenal Lacunza, matiza que “cuando se habla de los jóvenes y el matrimonio, se hace desde la perspectiva del miedo, lo cual no es suficiente, es una cuestión antropológica: viven al día, no encaja con su manera de pensar el “para siempre”.

“Quizá podríamos hablar de informalidad: un papel no hace el matrimonio y quizá lo hemos rodeado de tantas formalidades que no caben en la mente de los jóvenes que, muchas veces, identifican formalidad con hipocresía. Además, decir que tienen miedo o no se atreven contradice la experiencia de tantos jóvenes que aceptan el riesgo del voluntariado o se arriesgan por razones políticas u otras luchas”.


Pastoral familiar

El círculo francés B informó también que votó por unanimidad la propuesta de que “el anuncio del Evangelio de la familia exige hoy una intervención magisterial que haga más coherente y simplifique la actual doctrina teológico canónica sobre el matrimonio y que se debe apoyar la definición de familia “como sujeto de acción pastoral”.

Al respecto, el Círculo francés cuyo relator es el arzobispo Paul-André Durocher señala que “las experiencias pastorales compartidas nos llevan a ver que en la Iglesia hablar de familia es hablar de una realidad humana que se inscribe en el tiempo y en el espacio. Cada familia tiene sus genealogías que la entroncan en una historia y una cultura. Esta complejidad es el lugar y la ocasión de la manifestación del misterio de la misericordia de Dios.

Formulamos el deseo de que el Sínodo abra un período de paciente búsqueda común de teólogos y pastores que intenten establecer las justas señales de una pastoral familiar, que traduzca el horizonte de la familia en un horizonte de comunión. Necesitamos menos adaptaciones de disciplina universal que una base sólida para la reflexión y el compromiso pastoral”.

Recorre también el concepto de familia como misión. Por ejemplo, el círculo italiano C, habla del “valor evangelizador del matrimonio y la familia” y pide un “estilo nuevo de cercanía de la Iglesia a las familias, una proximidad contagiosa, una ternura fuerte y exigente”.

Los miembros insistieron mucho en que “la comunidad cristiana sea una familia de familias, mida su acción pastoral con el estilo de la familia y transmita con ellas una fuerza humanizadora a la vida del mundo, superando la deriva individualista”.

La sacramentalidad del matrimonio
“Los Padres encontraron muy útil valerse de la catequesis del Papa Francisco sobre la exigencia de armonizar la valorización de la sacramentalidad del matrimonio y la atención a su dimensión criatural -escriben los miembros del Círculo italiano A- que piden también completar el texto del Instrumentum Laboris sobre la presentación de la doctrina insertando la dimensión espiritual y pneumatológica, acogiendo la sensibilidad de la tradición oriental.

Propuesta traducida en modo concreto que haga más explícito el primado de la gracia, el reconocimiento del pecado y la necesidad de impulsar caminos de conversión. La gracia no actúa solo en el momento de la celebración del sacramento sino a lo largo de la vida porque es sacramento permanente en analogía con la Eucaristía”.

El realismo ante las situaciones difíciles
Por su parte el arzobispo Mark Coleridge, del Círculo inglés C, no olvida “la necesidad de explorar más a fondo la posibilidad de las parejas que están casadas civilmente o cohabitan de empezar un camino hacia el matrimonio sacramental y de que sean alentadas y acompañadas en este camino” y en el Círculo inglés D, varios obispos subrayaron que el documento debería hablar más del papel de la mujer y recordar que muchas sufren abusos por parte de sus maridos.

Necesitamos ser más realistas sobre los problemas del matrimonio, en lugar de decir sencillamente a las personas que tienen que estar juntos, afirma el texto. En el mismo círculo, otro prelado señaló que a veces las familias ejemplares son difíciles de proponer a las que atraviesan por situaciones difíciles ya que se pueden sentir intimidadas por ellas. Algunos obispos sugirieron que el texto debería presentar las razones canónicas para la separación de los esposos o la anulación.

También el Círculo del cardenal Coleridge apunta a que el documento final presente una serie de iniciativas claras o de estrategias para ayudar a las familias y sostener a las que están en dificultad. “Sería algo concreto y estaría en sintonía con el carácter esencialmente práctico de este segundo Sínodo”.


La espiritualidad familiar

Otro concepto común es el de la vocación a la vida familiar y de la espiritualidad familiar, para la que el Círculo Inglés A, cuyo relator es el arzobispo Joseph E. Kurtz, sugiere una serie de buenas prácticas que ayudarían a vivir mejor una y otra: la recepción de la Palabra de Dios en la familia, la catequesis familiar y el explícito impulso, que debería constar en el documento final del Sínodo, de oraciones para-litúrgicas y rituales en el seno familiar.

El documento final
“En el pasado -recuerda el Círculo Inglés A- el Santo Padre a menudo utilizaba los textos definitivos aprobados como base para una exhortación apostólica y hemos hablado de que este enfoque era fructífero. Reconocemos, no obstante, las limitaciones de un documento que será aprobado al final de este Sínodo.

Si bien deben hacerse todos los esfuerzos posibles para que el lenguaje sea ágil y atractivo, la principal preocupación es la claridad de las explicaciones fundadas en la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia.

Apuntando siempre al documento final, el Círculo de habla hispana B, se interroga sobre el sentido del trabajo sinodal. “La doctrina es conocida -escriben sus miembros- pero las exigencias de la realidad y los nuevos acentos de la reflexión teológica deben ser tomados en cuenta para que haya realmente un aporte significativo. Se propone una referencia más explícita a textos tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento (el amor nupcial de Dios con su pueblo) como del rico magisterio postconciliar sobre la familia.

Un documento magisterial, solicita en cambio el Círculo italiano B “Ya que el Instituto del Sínodo difícilmente podría responder a la exigencia de ordenar en un documento exhaustivo la compleja y diversificada doctrina sobre el matrimonio y la familia -afirman- surge la necesidad, por una parte de solicitar un documento magisterial que responda a esta exigencia, y por otra el compromiso de verificar las consecuencias pastorales relativas a esa temática. A este propósito los Padres expresan la necesidad de considerar la misión propia de la mediación pastoral en la transmisión de la doctrina”.+

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