La celebración eucarística fue presidida por el obispo auxiliar de Buenos Aires y vicario para la Pastoral de Niños, monseñor Ernesto Giobando SJ y concelebrada por los obispos auxiliares Joaquín Sucunza, Alejandro Giorgi y Juan Carlos Ares, y cuarenta sacerdotes. Participaron además 30 seminaristas y 30 monaguillos.
Testimonios y solidaridad
Dieron testimonio las hermanas Annella y Gabriela de la congregación de San José que están a cargo del “Hogar Amparo Maternal y Jardín Brotecitos”, institución que recibirá lo recaudado en la colecta de esta misa.
“¿Qué vamos a hacer con la plata? ¡Chicle! La vamos a estirar y estirar para pagar los servicios, pañales, comida. Tenemos 65 personas a cargo entre mamás y sus hijitos”, señaló la hermana Annella.
“Pueden entrar a nuestra página web y conocernos más: www.hogaramparomaternal.com.ar”, detalló la hermana Gabriela.
Niños descartables
La homilía de monseñor Giobando giró en torno al cuidado de la casa común y la responsabilidad de la familia humana en ese cuidado que abarca el gran arco de la vida, con sus historias personales enmarcadas en diversas situaciones sociales.
“La naturaleza tiene leyes muy simples que debemos respetar; maltratar la naturaleza es maltratar el proyecto de Dios”, dijo citando al papa Francisco y agregó: "En su última carta, el Papa nos pide cuidar la casa común".
"A ninguno de nosotros nos gusta vivir en la mugre o que esté todo tirado. Lamentablemente el mundo no está cuidado. Hay toneladas de basura en las calles y en los suburbios", precisó.
El prelado sostuvo que "el Papa nos dice que lo peor de todo es que hay seres humanos ‘descartables’. ¡Ningún niño es descartable! ¡Ningún viejo es descartable!" y advirtió: "Hoy en Argentina hay más de 15.000 niños y adolescentes que no tienen hogar familiar, que no viven con sus padres. Podríamos llenar dos veces este estadio".
"Hay instituciones del Estado que los cuidan, hay Hogares que los reciben, como el Amparo Maternal, Jesús Amigo, el Hogar de Cristo y tantos otros, hay familias que los adoptan, gracias a Dios que los pueden recibir. Pero también hay muchos niños y adolescentes que viven en las calles, que su alimento diario es la droga que consumen", aseveró.
"No nos podemos quedar indiferentes, hay que seguir cuidando entre todos nuestra casa común y en especial cuidar a los más pobres e indefensos”, reclamó.
Animación y teatro negro
Este año y con la técnica de teatro negro, la tan esperada animación con cabezudos gigantes fue posterior a la celebración eucarística y se abordó el tema del cuidado de la casa común.
En este caso, los personajes centrales eran dos niños que, a través de un juego, destruyen todo su mundo. Solo les queda a salvo una Biblia en la que encuentran a un Noé que entra en la escena brindando un poco de esperanza.
Luego los niños reciben también la ayuda de unos individuos muy tecnológicos (zancudos de dos metros y medio, con luces propias incorporadas a su cuerpo) que los asisten en la tarea de reconstruir el mundo, respetando la naturaleza y a todos los seres vivos que conviven en el planeta.
Al finalizar este encuentro, los niños de Buenos Ares recibieron la bendición mientras entonaban “Virgen del Pueblo” en honor de la Madre de Luján.+
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