Mons. Marcelo Mazzitelli fue ordenado obispo auxiliar de Mendoza
El consagrante principal fue el administrador apostólico “sede vacante” de Mendoza, monseñor Dante Braida, y los co consagrantes fueron el obispo de San Isidro y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojea, y el obispo emérito de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto.
La celebración eucarística -emotiva y con el recuerdo de monseñor Carlos María Franzini, el arzobispo fallecido el 8 de diciembre- fue concelebrada por 25 obispos, entre ellos monseñor Mercier Joel, secretario de la Congregación para el Clero del Vaticano, y numerosos sacerdotes diocesanos y religiosos.
Asimismo, acompañaron al nuevo prelado religiosas de diversas órdenes y congregaciones, diáconos, vírgenes consagradas, laicos, autoridades civiles y representantes de otros credos.
La homilía escrita por monseñor Franzini
En la homilía, monseñor Braida leyó el texto que tenía preparado monseñor Franzini, con el título “El Señor es fiel a sus promesas”, en el que el prelado fallecido definió al nuevo obispo como “un varón sin doblez: recto, austero, generoso, entregado a la misión, disponible a las necesidades de la Iglesia”.
“Sepamos reconocer este don que Dios nos hace en su persona y en su ministerio y dispongámonos a corresponder a esta gracia con un renovado empeño evangelizador de cada uno de nosotros y de nuestras comunidades”, pidió en ese texto.
“Ponemos el ministerio pastoral del padre Marcelo bajo la mirada tierna y protectora de Nuestra Señora del Rosario y al Patrón Santiago le pedimos para él su audacia apostólica y su celo misionero”, imploró.
Monseñor Braida dijo a monseñor Mazzitelli: “Esta Iglesia de Mendoza se ha preparado rezando mucho por vos y desea que tu ministerio sea un ‘caminar juntos’”, y precisó que “caminar juntos para llevar adelante la única misión que tiene la Iglesia: evangelizar”.
“Este caminar juntos para la misión, sabemos, es fruto de nuestra entrega pero sobre todo es una gracia de Dios que tenemos que pedir y recibir cada día”, añadió.
El administrador apostólico finalizó con la súplica a la madre de Jesús que se hacía para esperar la llegada del nuevo obispo: “Virgen del Rosario, Madre de la Esperanza... Modela en Marcelo a tu Hijo Jesús, el Buen Pastor, cuida su vida y hazlo instrumento de comunión en medio de la Iglesia”.
Palabras del flamante prelado
En sus primeras palabras a la comunidad, monseñor Mazzitelli manifestó que llegó “a esta bendita tierra de Mendoza con el corazón dilatado, fruto de una historia en la que agradezco a Dios su amor fiel, a mi familia, a los amigos, comunidades y pastores, por haberme enseñado a amar”.
“En estrecha comunión, me uno a la conducción pastoral de mi hermano Dante, de quien he recibido el episcopado por la imposición de las manos, y con quien recogemos la herencia pastoral de monseñor Carlos Franzini, un buen pastor que dio la vida por los suyos, amando profundamente a la Iglesia. Y con alegría empiezo a peregrinar junto a los laicos, religiosos, religiosas, diáconos y sacerdotes de nuestra iglesia mendocina”, enfatizó.
El flamante prelado dijo que su lema episcopal -“que todos sean uno”- lo vive “no sólo como un deseo o programa en el ministerio, sino que lo abracé como un llamado, una misión que se me confía: hemos experimentado seguramente en nuestra vida el grito de un corazón que desea la unidad, pero también nuestras comunidades y hasta la sociedad misma experimenta la herida de la fragmentación, de la división, de los enfrentamientos”.
“Grito escuchado por el Señor y que en la intimidad de la oración dirigida al Padre se convierte en súplica ‘que todos sean uno’, y así somos invitados a participar del amor de comunión del Padre y del Hijo. Una unidad rica en diversidad, celebrada en fraternidad”, agregó, y completó: “Desde esta fraternidad estamos invitados a ser servidores en la caridad, a ser una iglesia pobre que no deje nunca de estar también junto a los más pobres, a los no escuchados, a los que se cansaron de llorar”.
Monseñor Mazzitelli indicó que el llamado es “a compartir la unidad vivida como comunidad eclesial, como aporte a la sociedad en la que vivimos, especialmente en esta querida patria, doliente por los enfrentamientos, intolerancias y violencia, para recorrer caminos de fraternidad, fomentando una cultura de encuentro”.
“Somos Iglesia, somos comunidad: pastores, diáconos, religiosos y religiosas, laicos. Dejemos realizar al Espíritu de unidad su obra, que nos haga uno para ser reflejo del amor trinitario. Peregrinamos en la certeza de que el Señor está con nosotros; Él nos ha dado a su Madre como madre nuestra, a ella me consagro y los confío a su protección”, concluyó.
Obispos participantes
Además de los obispos consagrantes y el prelado procedente del Vaticano, estuvieron presentes los arzobispos monseñor Carlos Ñáñez (Córdoba) y Jorge Lozano (San Juan de Cuyo), y los obispos César Fernández (Jujuy), Santiago Olivera (castrense), Gabriel Barba (Gregorio de Laferrere), Hugo Salaberry SJ (Azul), Adolfo Uriona FDP (Villa de la Concepción del Río Cuarto), Gustavo Montini (Santo Tomé), Marcelo Colombo (La Rioja), Pedro Martínez Perea (San Luis), Eduardo Taussig (San Rafael), Sergio Buenanueva (San Francisco), Hugo Araya (Cruz del Eje) y Miguel D’Annibale (Río Gallegos).
También estuvieron los obispos auxiliares Martín Fassi (San Isidro), Pedro Torres (Córdoba), Jorge Torres Carbonell (Lomas de Zamora), Jorge Scheinig (Mercedes-Luján), José Baliña (Buenos Aires), Enrique Eguía Seguí (Buenos Aires); el arzobispo emérito Alfonso Delgado (San Juan de Cuyo) y el obispo emérito Fernando Bargalló (Merlo-Moreno), y los obispos electos Jorge García Cuerva (Lomas de Zamora) y Marcelo Margni (Quilmes).+
AICA la hacen y la sostienen sus propios lectores mediante aportes voluntarios. Para enviar su donativo mediante tarjeta de crédito o de débito, transferencia bancaria, Pago Fácil, Rapipago y otras opciones, ingrese en: http://donar.aica.org/
Publicar un comentario