Francisco reflexionó en torno a la figura del padre Pino Puglisi, asesinado por la mafia en el día de su 56 cumpleaños debido a su constante tarea evangélica y social. El pontífice centró su homilía a partir de la primera lectura y del Evangelio del día, en donde el apóstol Juan escribe: “quien ama la propia vida, la pierde”.
Y “¿por qué?”, preguntó el Papa a los fieles. “No porque hay que odiar la vida: ella va amada y defendida”, dijo. Y explicó: porque según Jesús, quien vive para sí no pierde sólo algo, sino la vida entera, mientras que quien se dona encuentra el sentido de la vida y vence.
El egoísta -explicó el Papa- piensa en cuidar la propia vida y se aferra a las cosas, al dinero, al poder, al placer. Se trata de un camino que termina mal porque al final se queda solos, con el vacío dentro, como el grano del Evangelio que, si permanece cerrado en sí mismo, permanece bajo tierra, solo. En cambio, si se abre y muere, florece y da frutos.
A quien piensa que el mundo no va de esta manera, y que para ir adelante sirven el dinero y el poder, el Papa advierte sobre una gran ilusión: porque el dinero y el poder no liberan al hombre, sino que lo hacen esclavo.
El camino de Dios es siempre aquel del amor humilde, que libera desde dentro, y da paz y alegría. Por ello –agregó el Papa- el verdadero poder, según Dios, es el servicio. Y la voz más fuerte no es la de quien grita más, sino la voz de la oración.
El beato palermitano enseña este don de sí mismo. En efecto el Papa explicó que “no vivía para hacerse ver, no vivía de llamamientos anti –mafia, y no se contentaba con no hacer nada de malo, sino que sembraba el bien. Quien ama – dijo Francisco– se reencuentra consigo mismo y descubre cuán bello es ayudar, servir, encuentra la alegría dentro y la sonrisa fuera, como lo fue para don Pino.
El Santo Padre recordó que cuando el beato falleció en el día de su cumpleaños coronó su victoria con una sonrisa: una sonrisa que transmitía la fuerza de Dios. “Es la luz del amor, del don, del servicio. Necesitamos de muchos curas de la sonrisa, cristianos de la sonrisa, no porque tomen las cosas a la ligera, sino porque “son ricos de la alegría de Dios”. “Es dando la vida que se encuentra la alegría, porque hay más alegría en el dar que en recibir”, aseguró.
“El padre Pino –continuó el Papa - sabía que arriesgaba, pero sobre todo sabía que el verdadero peligro en la vida no es arriesgar, sino ir tirando entre comodidades y atajos. “¡Dios nos libre de vivir contentándonos con verdades a medias!”
Mafia y Dios son incompatibles
El Papa volvió luego sobre la primera lectura, y afirmó, que si uno dice 'amo a Dios', y en cambio odia a su hermano, es un mentiroso. Y esto porque a los demás la vida se les da, no se la quita. “No se puede creer en Dios y odiar al hermano”, aseguró el Pontífice. Y por ello “la palabra odio debe ser cancelada de la vida cristiana”.
“No se puede creer en Dios y ser mafiosos. Quien es mafioso no vive como cristiano, porque blasfemia con la vida el nombre de Dios – amor. Hoy necesitamos hombres de amor, no hombres de honor; de servicio, no de opresión; de caminar juntos, no de perseguir poder. Si la letanía mafiosa es: 'No sabes quién soy yo', la letanía cristiana es: 'Yo te necesito'. Si la amenaza mafiosa es: 'Tú me las pagarás', la oración cristiana es: 'Señor, ayúdame a amar'. Por eso les digo a los mafiosos, ¡cambien! Dejen de pensar en ustedes mismos y en su dinero, conviértanse al verdadero Dios de Jesucristo! De lo contrario, su propia vida se perderá y será la peor de las derrotas”.
“Si cada uno hace algo, se puede hacer mucho”, decía don Pino. Por eso el Papa invitó a los presentes a preguntarse “¿Qué puedo hacer yo?”
“No esperes la sociedad, -los exhortó- comienza tú. No pienses en ti mismo, no huyas de tu responsabilidad, elige el amor. Siente la vida de tu gente que necesita, escucha tu pueblo”. “Este es el único populismo posible, el único populismo cristiano: sentir y vivir el pueblo, sin gritar, acusar, y suscitar contiendas”.
En el final de la extensa homilía el papa Francisco reiteró una cualidad del beato Pino Puglisi: él “vivía en camino para amar”, dijo. Y señaló que es ésta la “victoria de la fe”, que nace del escándalo del martirio: “Nadie tiene amor más grande que este: dar la vida por los amigos. Estas palabras de Jesús, escritas sobre la tumba de don Puglisi recuerdan a todos que 'dar la vida' fue el secreto de su victoria, el secreto de una vida bella. Hoy elijamos también nosotros una vida bella”, concluyó.
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