Mons. Aguer: "El primer ministro de Irlanda y nosotros"
“Se realizó recientemente en Irlanda el Encuentro Mundial de las Familias que fue presidido por el Sumo Pontífice. Yo quiero llamar la atención sobre el discurso de bienvenida del Primer Ministro irlandés”, comenzó diciendo monseñor Aguer.
“Este primer ministro es un conocido militante gay 'casado' con un varón, y que allí ante el papa Francisco hizo el elogio de los 'progresos' de Irlanda en los últimos años. Citó la aprobación del divorcio, la adopción de métodos de educación sexual basados en la repartija de anticonceptivos y preservativos, el matrimonio igualitario, y también hizo referencia a un reciente referéndum sobre el aborto que dio positivo. O sea, mostró los cambios en una sociedad que era fuertemente católica y no sólo católica por la profesión de fe de cada uno de los miembros de esa comunidad, sino porque públicamente aparecía como sosteniendo los valores de la Iglesia Católica que, en realidad, son los valores del orden natural”.
“Al hacer esos elogios este primer ministro estaba diciendo ¡Hemos destruido el orden natural y estamos muy contentos con ello! Y eso se lo endilga a la Iglesia, en un momento particularmente difícil en el que el Santo Padre tuvo que afrontar casos de abusos de menores por parte de religiosos y religiosas, crímenes abominables que le echaron en cara al Papa. Es verdad que para Irlanda, siendo un país tan públicamente católico, esta es como una mancha de tuco fenomenal en un lienzo blanco”.
“¿Cómo es posible -prosiguió Aguer- que el primer ministro de Irlanda se jacte de estos cambios que, en el fondo, destruyen el orden natural de la sociedad? Y se preguntó: ¿Por qué eso fue posible, por qué se llegó allí? Yo creo -dijo- que es por una descristianización progresiva de la sociedad irlandesa. Cuando yo era joven, Irlanda era el modelo de país católico y ese modelo quizá ya se estaba deteriorando interiormente”.
“Lo cierto es que Irlanda se ha descristianizado, se ha descatolizado y es una norma que se cumple inexorablemente. Allí donde van desapareciendo los principios cristianos en su vigencia pública, allí donde los católicos no viven su fe y no la hacen presente en el orden social, la sociedad se va deshumanizando. Y detrás está otra cuestión: una mala filosofía que rechaza que exista una naturaleza humana. Un problema gravísimo de la cultura de hoy, que lo invade todo”.
“Todos estos 'progresos' que presentaba el primer ministro de Irlanda son retrocesos de una sana antropología. Desgraciadamente esto es hoy mayoritario, cuenta con mucho dinero, cuenta con los medios de comunicación masivamente volcados a subrayar esto; entonces la Iglesia queda como una troglodita defendiendo valores del pasado cuando en realidad son valores del futuro, son valores que pueden reconstruir la sociedad humana”.
“A propósito del Encuentro Mundial de Familias, yo pensaba lo que todos sabemos. No solo en Irlanda, también aquí la mayor parte de la gente no se casa sino que convive. Pero ¿cuánto dura esa convivencia? Unos años, diez a lo sumo. Aun en los matrimonios parece que no tienen paciencia y no duran. Los chicos se ponen de novios muy temprano, a los 14 o 15 años, y lo que hacen enseguida es ir a la cama. Las relaciones prematrimoniales son un hecho social y el que no lo hace es mirado como un bicho raro porque 'lo hacen todos' y hay que hacer lo que hacen todos. ¿Entonces, de dónde se forman las futuras familias cristianas que son plenamente humanas? La única posibilidad es que muchachos y chicas verdaderamente cristianos, que viven en serio su fe, se conozcan entre sí, se elijan entre sí, reconozcan los mandamientos de la ley de Dios -que expresan y aclaran la ley natural- y con la ayuda de la gracia vivan en castidad su noviazgo”.
“Voy a poner un ejemplo lejano en el tiempo -prosiguió reflexionando el arzobispo emérito-. Cuando yo era un niño de la Acción Católica notaba que en esa institución, en sus grados superiores, muchachos y chicas se ponían de novios y formaban familias cristianas. Creo que es eso lo que hay que hacer, porque si no, estamos listos. A nuestros chicos y chicas por mejores que sean se los traga esta sociedad secularizada, deshumanizada, descristianizada. Subrayo lo de descristianizada. Ahí en Irlanda todo esto de los crímenes sexuales de sacerdotes y de religiosas muestran la caída de la fe, la caída de la Gracia de Dios, la caída de la caridad. Y recuerdo ese dicho, que muchas veces cité, de Jean Paul Sartre, el filósofo francés ateo del siglo pasado que decía: 'Si Dios no existe todo está permitido'. Y es así: donde afloja la fe en Dios, donde se borra la fe cristiana, la vida cristiana concreta, todo está permitido y cualquier cosa puede pasar. La inversa de esta frase también me parece que es válida: 'Si todo está permitido Dios no existe'. Es decir, si uno hace lo que se le canta, si uno no tiene ninguna norma ética, si uno no acepta el paradigma de la naturaleza humana, es como si Dios no existiera. Es una especie de ateísmo práctico”.
“El ejemplo que queda del Encuentro Mundial de las Familias tiene que animarnos a cuidar a nuestros chicos y chicas y a mostrarles un ideal de familia, no de una manera romántica, todo lindo, porque eso no sirve de mucho si uno no ayuda a esos chicos y chicas a vivir cristianamente, a reconocer el sentido plenamente humano de la sexualidad y esperar hasta que llegue el momento conveniente para expresar físicamente el amor”.
“El momento conveniente es cuando están casados, porque el acto sexual tiene dos significados que no deben separarse artificialmente para buscar un placer egoísta que usa al otro, o se usan recíprocamente. El acto sexual es expresión física del amor maduro y gesto por el cual se transmite la vida humana. Separar artificialmente estos dos significados es impúdico, es una perversión. No lo dice solo la doctrina católica, sino Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis”.
“Hay que hablar claramente con los chicos, sin falsos pudores y hacerles comprender que con la gracia de Dios es posible lo que parece tan difícil. En esto se juega la condición cristiana y la dignidad humana", concluyó monseñor Aguer.+
Publicar un comentario