“El próximo 27 de septiembre -expresa monseñor Collazuol en una carta dirigida a la comunidad diocesana- nuestra Iglesia diocesana estará conmemorando los 150 años de la muerte martirial del presbítero Lorenzo Cot. Fue el primer capellán de la Colonia San José y, luego, el primer capellán de la Villa Colón. La celebración de este sesquicentenario no solo será memoria agradecida del testimonio de este sacerdote ejemplar, sino que también deberá animar el espíritu de generosidad apostólica en todos nosotros. Se trata de un cura que llegó hasta el derramamiento de su sangre en el ejercicio del ministerio sacerdotal. Su testimonio lo convierte en un profeta para nuestro tiempo”.
Seguidamente, el obispo traza en pocas palabras una síntesis medular del testimonio del Padre Lorenzo Cot: “Su sólida formación y su apasionado ejercicio del ministerio sacerdotal; su espíritu misionero, que lo llevó a partir de sus valles alpinos para llegar con corazón evangelizador y misericordioso a nuestras tierras entrerrianas; su preocupación por el desarrollo de estas ricas tierras casi vírgenes, buscando en su Cantón de Valais los primeros contingentes de familias para colonizarlas; su pobreza personal y su decidida acción y defensa en favor de los pobres, aquellos primeros colonizadores que padecían miserias; su constancia en las persecuciones que sufrió “por practicar la justicia”; y su fidelidad a Dios, al pueblo que le fue confiado y al sacerdocio recibido, sin retacear la entrega aún sabiendo el riesgo que corría”.
Y concluye: “El testimonio del padre Lorenzo debe animarnos. ¡Cuánta necesidad tiene nuestro mundo de hoy de vidas entregadas generosamente a la gloria de Dios y al servicio del Evangelio! En este Año Diocesano de la Juventud, es nuestro deseo que la figura del padre Cot guíe especialmente a los jóvenes en su fe, en su compromiso cristiano y en su discernimiento vocacional”.
El padre Lorenzo Cot nació en Chambons de Fenestrelle (Suiza) el 1° de enero de 1825. Fue un hombre leal y preparado, de grandes dotes personales y aguda inteligencia, que se entregó con pasión a su ministerio. Tanta confianza despertaba, incluso para la turbulenta clase política de su tiempo, que no solo fue nombrado primer capellán del General Urquiza en el Palacio San José, sino que el mismo presidente de la Confederación lo envió a Europa para traer nuevas familias de colonizadores a esta tierra y así poblar la recién formada colonia San José.
El Padre Cot partió en febrero de 1859 al cantón Valais, de Suiza, donde promovió con admirable detalle las riquezas de su tierra y las ventajas para asentarse en ella, mediante folletos escritos por él mismo en francés y alemán. Los resultados de su tarea fueron grandes. La colonia llegó a reunir hasta 1500 personas que llegaron en cuatro contingentes.
Sin embargo, la alegría de este logro no duraría mucho para el padre Lorenzo. A su regreso de Europa tuvo que enfrentarse con la oposición del encargado político de la Colonia, debido a la denuncia del sacerdote del incumplimiento de algunos compromisos adquiridos con los colonos (en particular uno que concedía dos leguas alrededor de la colonia como campo de pastoreo de animales). Esta defensa de los inmigrantes le costó al Padre Cot, según sus propias palabras, “sufrir una guerra sistemática, haciéndole pasar ratos amargos”.
Tuvo otro altercado fuerte con la más alta dirigencia política cuando hizo valer el derecho de los colonos a ser exceptuados en el reclutamiento de tropas en la guerra de la Triple Alianza en la que Urquiza participó contra Paraguay.
Después de tres años de desgaste, renunció como capellán de San José y el obispo de Paraná, monseñor José María Gelabert lo trasladó a la villa Colón. Para entonces ya se había ganado muchos enemigos.
El ambiente de tensión crecía y se iba enrareciendo. El Padre Cot, en carta fechada dos días antes de su muerte, mencionó que un vecino le comentó que el Gobierno amparaba todo lo hecho contra él y que no era nada en comparación con lo que se iba a hacer. Otro amigo del sacerdote le había alertado en esos días: “en Colón se habla en el círculo opositor de darle una paliza; sus opositores, viéndose perdidos en la cuestión y en absoluta minoría pueden tentar la violencia”.
Entonces llegó la noche del 27 de setiembre, apenas un mes después de todo el incidente. Según lo describe uno de los testigos, el padre Cot fue invitado a confesar a una enferma que estaba gravemente enferma. Al dirigirse al lugar indicado, como a cuatro o cinco cuadras cerca de las últimas casas del pueblo, que por ese lado era despoblado, de una especie de hondonada que hace el terreno, salieron seis u ocho individuos que atacaron al Padre a palos y lo mataron.
Al encontrarse el cadáver del padre Cot se comprobó “que su cabeza estaba desecha y tenía tres heridas de puñal en el corazón, una de las cuales había traspasado el pulmón”; “fueron hechas ya estando muerto en el piso por los golpes en la cabeza”.
Unas dos mil personas condujeron procesionalmente el cadáver a la iglesia de la Colonia y de allí al cementerio y a los dos días asistieron al oficio fúnebre 800 personas, cosa extraordinaria siendo día de trabajo y de las demostraciones de dolor como nunca fue vista en el pueblo, lo que prueba el aprecio y popularidad del sacerdote.
Respecto de los móviles de este hecho se descarta que sean económicos ya que el Padre Cot era un hombre, según sus contemporáneos, “de una pobreza franciscana”. De la casa del sacerdote se robaron documentos y libros parroquiales a los que, según algunos historiadores “se buscó hacer desaparecer porque eran comprometedores para personajes de la época y para altos funcionarios del gobierno provincial”. En este sentido, es sugestiva la inacción gubernamental. Urquiza, a la vez que parece comprometido, por otra parte escribe de puño y letra que aquel suceso había “conmovido su alma profundamente”, mostrando indignación porque “la justicia no haya descubierto la trama del escándalo sangriento (...) ¿De dónde han venido esos asesinos que han manchado el suelo de Entre Ríos con la sangre de un Sacerdote cristiano, primer ejemplo de un crimen semejante? Si escapan a la justicia de los hombres, no han de escapar, ni en la tierra, a la justicia de Dios”.
Otros tampoco descartan la acción de logias masónicas que entonces llevaban adelante campañas sistemáticas de difamación contra el clero. El Padre Esteban Monnard, a 21 años del crimen, escribió que “fue la ejecución de un complot de la masonería”.
“Más allá de la autoría del crimen -dice una nota del Archivo del Arzobispado de Paraná-, permanece como perla para nosotros y para el tesoro de nuestra historia diocesana, el testimonio de este hermano, sacerdote de Dios, que defendió con convicción la verdad, el honor y el deber de su ministerio, manteniéndose firme en los momentos de mayor adversidad, jugándose por esto todo, hasta la propia vida”.
Actos Recordatorios
Del 23 al 29 de septiembre la diócesis de Concordia honrará la memoria del Padre Cot con diversos actos que se llevarán a cabo en la parroquia de los Santos Justo y Pastor de la localidad de Colón, de la que el padre Cot fuera su primer capellán.
El domingo 23 a las 21 habrá una charla del arquitecto Guillermo Minatta y del profesor Alejandro Gonález Pavón sobre “El General Urquiza y su relación con el ámbito religioso. Primeros contactos con el padre Lorenzo Cot”.
Los días 24, 25 y 26 habrá una exposición de documentos del padre Cot y de su contexto.
El 27, día de la conmemoración de su muerte, se realizarán cuatro actos: la inauguración de un cenotafio "In memoriam" del padre Cot; una procesión histórica “Juntos de la mano caminemos 150 años de historia”; bendición de placas en el templete del padre Lorenzo Cot (Laprida y Noailles), con palabras de un representante de la familia Cot; y una santa misa presidida por el obispo de Concordia, monseñor Luis Armando Collazuol, concelebrada por los sacerdotes de la diócesis.
El 28 se hará ls presentación del libro “El silencio de una historia”, del profesor Alejandro González, y el 29 a las 12.30 un almuerzo de las familias Cot del Departamento Colón y zonas aledañas.+
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