Hay que “asumir el desafío de luchar y hacer todo lo posible para que las víctimas puedan recuperar su derecho irrevocable a la libertad, su derecho a recibir asistencia médica, legal y psicológica, su derecho a ser protegidas de quienes las amenazan o incitan a la trata y a la explotación sexual, su derecho a recibir asistencia psicofísica para rehacer su vida y su derecho a la privacidad”, sostuvo.
Asimismo, recordó que el papa Francisco dice: “Las víctimas pueden cambiar y, de hecho, sabemos que cambian de vida con la ayuda de los buenos jueces, de las personas que las asisten y de toda la sociedad...Sabemos cuán importante es que cada víctima se anime a hablar de su ser víctima como de un pasado que superó valientemente siendo ahora una persona con calidad de vida, con dignidad recuperada y con libertad asumida”.
“La rehabilitación de las víctimas y su reinserción en la sociedad es siempre posible”, completó citando el discurso que el pontífice hizo el 9 de septiembre de 2016 ante la Cumbre de Jueces y Magistrados.
“Pedimos a Jesús, rostro misericordioso del Padre, que allane el camino para liberar a las personas esclavizadas y que cuide a las familias de las víctimas y a quienes luchan contra este delito y este drama lacerante para que aprendamos a cuidarlos con la eficacia y la ternura que se merecen”, concluyó.
La Argentina es precursora en la legislación contra la trata y explotación sexual. El 23 de septiembre de 1913 se promulgó la Ley 9.143 (conocida como “Ley Palacios”), la primera norma contra “la trata de blancas y primera norma legal contra la prostitución infantil del continente americano”.
La Conferencia Mundial de la Coalición contra el Tráfico de Personas instauró el 23 de septiembre como el “Día Internacional de la Lucha contra la Trata de personas y la Explotación Sexual de Mujeres, Niños y Niñas y Adolescentes”, en alusión a esta ley argentina.
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