Mons. Zanchetta: “Hay que promover gestos de cercanía, compasión y fraternidad”
San Ramón de la Nueva Orán (Salta) (AICA): El obispo de Orán, monseñor Gustavo Oscar Zanchetta, convocó a todos los actores sociales, sin distinción alguna, a involucrarse “seriamente en construir el bien común, rehaciendo los puentes de diálogo y los canales de comunión que se han roto porque – como señala el papa Francisco – hemos ‘globalizado la indiferencia’” y alentó a promover “juntos, y no aisladamente, gestos de cercanía, compasión y fraternidad a fin de consolidar nuestra convivencia ciudadana desde las pequeñas cosas cotidianas”. Asimismo, estimó necesario exigir, “con el derecho que nos asiste, que los poderes del Estado, cada uno desde el rol constitucional que le compete, cumplan su sagrada obligación de cuidar a nuestro pueblo”.
El prelado subrayó que “por eso tenemos que cuidar que la familia esté unida. Pero también necesitamos que el nivel de los discursos en la vida pública e institucional se eleve y que los mismos no se queden enredados en la mediocridad, y menos aún en la calumnia y la difamación para que cumplan su cometido, esto es; inspirar acciones concretas en función del bien común de la sociedad generando corrientes de opinión que verdaderamente construyan bases sólidas para consolidar el sistema democrático, la convivencia y la paz social”.
Asimismo, estimó que se necesita que “el debate político sea sano, apasionado por la verdad, generador de entusiasmo y protagonismo cívico. Y para ello entiendo que resulta imprescindible que quien participa en la actividad política partidaria lo haga desde una profunda vocación ciudadana y no para asegurarse un cargo con el cual ostentar poder o, lamentablemente, enriquecerse por el ejercicio de la función pública, estafando a la sociedad que le ha confiado un rol para que sea ejercido con honor y lealtad”.
Tras reconocer que “es cierto que hay sobrados ejemplos de probidad y honestidad que honran nuestra nación”, afirmó que “no es menos cierto que también abundan los inescrupulosos que han hecho de la corrupción y la mentira un oficio que se recicla periódicamente en beneficio propio”.
El obispo sostuvo que “particularmente en los momentos críticos de la vida social es cuando hay que cuidar las formas y evitar la confrontación”, por eso hizo “un fuerte llamado a la sociedad toda, y en particular a la dirigencia política, a no exasperar los ánimos de la gente y dar buenos ejemplos de tolerancia, serenidad y madurez cívica”.
“La calidad en el ejercicio de todo liderazgo se mide por la probidad, honestidad, rectitud de principios, transparencia, templanza, sensatez, respeto por todos y capacidad de escucha y autocrítica para – llegado el caso – tener valor para poder corregirse y saber pedir perdón”, aseguró y agregó: “No basta sólo con tener ideas claras y objetivos bien definidos”.
Monseñor Zanchetta sostuvo que “no se conduce con prepotencia, ni a palos ni a cascotazos. Menos aun destruyendo la propiedad pública o privada porque eso es autoritarismo. El sano ejercicio de la autoridad se evidencia en el servicio desinteresado hasta la humillación para construir desde abajo, desde los cimientos que perduran, nunca desde el atropello y la prepotencia” y consideró que para prevenir que los que gobiernan se hagan dueños “será conveniente considerar algo que el Episcopado argentino viene proponiendo desde hace tiempo: “Aunque a veces lo perdamos de vista, la calidad de vida de las personas está fuertemente vinculada a la salud de las instituciones de la Constitución, cuyo deficiente funcionamiento produce un alto costo social. Resulta imprescindible asegurar la independencia del poder judicial respecto del poder político y la plena vigencia de la división de los poderes republicanos en el seno de la democracia”, citó.
El obispo explicó que su carta pastoral tiene la “sola pretensión de abrir puertas para que nos encontremos entre todos sin distinción alguna como simples ciudadanos, y proponiendo que debatamos en los ámbitos propios de la convivencia social la imperiosa necesidad de velar por el bien común de la nación más allá de los tiempos que nos impone la política”.
Monseñor Zanchetta estimó que “los cristianos no podemos eludir nuestro compromiso en la construcción de la sociedad como una responsabilidad que brota de nuestra fe en el Señor de la historia, ‘camino, verdad y vida’” e insistió que “hemos de evitar participar o incluso militar políticamente sólo para obtener un rédito personal y particularmente económico. Eso es deshonestidad, es hacerle trampa a nuestro pueblo, es traicionar los valores que sustentan nuestra identidad como nación soberanamente constituida”.
“Nuestra difícil convivencia como cuerpo social es expresión de problemas más profundos que no pueden explicarse con definiciones ambiguas ni con respuestas prefabricadas que se reciclan en el discurso político y que tan cansados nos tiene a los argentinos. Nuestro pueblo reclama respuestas sensatas y transformaciones profundas para afrontar la problemática social. Y esto exige que la función pública sea ejercida con honestidad, lealtad, responsabilidad y pasión por el bien de todos”, advirtió.
Por eso, monseñor reiteró que “necesitamos construir juntos, una vez más, cimientos sólidos para una sociedad que se autodestruye por la ausencia de valores que perduran y que se hunde cada vez más en la postergación y la mediocridad. Pero también es fundamental que seamos ecuánimes a la hora de repartir el peso de esa construcción”, porque “no es posible que los más pobres, débiles y sufrientes paguen siempre el costo más alto de las transformaciones propuestas desde el mundo de la política, y en particular de las decisiones de los gobiernos de turno o de la dirigencia en todos sus niveles y estamentos”.
“Todo ciudadano tiene derecho a vivir en paz y que se reconozcan sus derechos fundamentales, los cuales son violados cuando institucionalizamos la cultura de la muerte, la exclusión social, la pobreza y la ausencia de justicia en los ámbitos de nuestra convivencia como ciudadanos responsables. Y por eso alentemos y apoyemos a quienes buscan la verdad y trabajan tesoneramente por la justicia, la paz y el orden institucional. No esperemos que estas buenas personas se mueran para darnos cuenta el valor que tiene luchar por un país libre de engaños y de corrupción. Breguemos por una nación grande no sólo territorialmente sino magnánima en sus gestos y proyectos comunes. No dejemos que se nos muera ningún niño más para movilizarnos en función de las verdaderas prioridades en lugar de echarnos la culpa unos a otros, y no los usemos como propaganda política porque eso es hipocresía al más alto nivel”, añadió.
Tras considerar que “no podemos quedarnos quietos frente al avance del narcotráfico”, alertó que “sería terrible si nos acostumbramos a que sea una realidad tristemente distintiva de nuestra región y no hiciéramos nada para revertir la situación”.
“Pero al respecto hablemos claro: hay decisiones que deben tomarse en los niveles de responsabilidad más altos de nuestro país en los tres poderes del Estado. Si la droga entra, se comercia y se consume en las cantidades que todos bien conocemos por el solo hecho de habitar aquí, es porque se está permitiendo que así suceda, o no se está haciendo lo suficiente. Y el resultado es que hay gente que se enriquece aceleradamente a costa de sumar muertes y tragedias entre nuestras familias. Y lamentablemente parece que esas muertes no importaran y que el grito desesperado de tantas madres sufrientes por ver morir de a poco a sus hijos no tiene la fuerza suficiente para que se tomen decisiones de fondo en lugar de acciones parciales y a veces improvisadas, oportunistas o electoralistas”, precisó.
Al dirigirse a quienes desean constituirse en gobernantes o legisladores por el voto popular, y a quienes ya lo son, recordó una orientación señera del Santo Papa Juan XXIII: “La razón de ser de cuantos gobiernan radica por completo en el bien común. De donde se deduce claramente que todo gobernante debe buscarlo, respetando la naturaleza del propio bien común y ajustando al mismo tiempo sus normas jurídicas a la situación real de las circunstancias”.
Finalmente, monseñor Zanchetta convocó a todos los actores sociales, sin distinción alguna, para que “nos involucremos seriamente en construir el bien común, rehaciendo los puentes de diálogo y los canales de comunión que se han roto porque – como señala el papa Francisco – hemos ‘globalizado la indiferencia’” y alentó a promover “juntos, y no aisladamente, gestos de cercanía, compasión y fraternidad a fin de consolidar nuestra convivencia ciudadana desde las pequeñas cosas cotidianas. Pero también exijamos con el derecho que nos asiste que los poderes del Estado, cada uno desde el rol constitucional que le compete, cumplan su sagrada obligación de cuidar a nuestro pueblo”.
“Y en este camino a recorrer, donde todos somos de uno u otro modo responsables, no olvidemos aquello que desde chicos aprendimos recitando el Martín Fierro y que nos alienta a no bajar los brazos porque sigue teniendo vigencia y esconde el anhelo de una Argentina grande: ‘Los hermanos sean unidos, porque esa es la ley primera. Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera’”, concluyó.+
Texto completo de la carta pastoral
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