Mensajes de los obispos argentinos en las misas crismales


En la mayoría de las diócesis argentinas, entre el Miércoles Santo y la mañana del Jueves Santo se celebraron las misas crismales, en la que los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales en presencia del obispo diocesano, y éste bendice los óleos y el santo crisma con el que se administrarán los sacramentos en las comunidades.

En sus mensajes, los obispos argentinos invitaron a los sacerdotes a renovar la alegría de la unción recibida, reconocer la importancia del ministerio sacerdotal y estar cercano al pueblo de Dios, especialmente a los más vulnerables.


En Buenos Aires

El cardenal Mario Aurelio Poli, arzobispo de Buenos Aires, presidió la misa crismal durante la mañana del Jueves Santo en la catedral metropolitana. El purpurado aseguró que, en esta celebración, Jesús quería renovar la capacidad de los sacerdotes de anunciar su Evangelio y su disponibilidad para ofrecer el servicio de la salvación a la familia humana.


El cardenal Poli también los invitó a considerar la grandeza del sacerdocio universal de Jesús: “En cada Eucaristía que presidimos, cuando nos encontramos frente al Pueblo de Dios, no olvidemos que nuestro sacerdocio ministerial y el real, están ordenados el uno al otro, y cada uno a su modo, participa del único sacerdocio de Jesús, y por lo tanto, compartimos la unción, el anuncio y el envío misionero”.


El arzobispo porteño también puso de relieve la importancia de la vida consagrada en la vida de la Iglesia. Más adelante, habló del sacerdocio como “ejercicio de mediación”.


“Nuestro ministerio está destinado a la Iglesia, a la comunidad a los hermanos y hermanas que necesitan renovar la gracia de Cristo a través de nuestro. Cuántas veces nos han buscado para ser escuchados y no siempre los atendimos como se merecen. Pidamos perdón con humildad al que hoy nos va a tomar la renovación de las promesas, y contando con su gracia y fidelidad, hagamos el firme propósito de no guardarnos nada de la unción que hizo verdadera y buena nuestras vidas, y que el Señor nos conceda la alegría del servicio”, concluyó el purpurado.


En Córdoba

La misa crismal de la arquidiócesis de Córdoba fue presidida por el arzobispo, monseñor Carlos José Ñáñez. Concelebraron el obispo auxiliar, monseñor Pedro Torres; el obispo emérito de Villa María, monseñor José Ángel Rovai; el arzobispo emérito de Mendoza, monseñor José María Arancibia, y el obispo emérito de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez.


En su homilía, el arzobispo de Córdoba llamó a los sacerdotes a “ponerse las pilas”. Les dijo: “Esto es una invitación a vivir el ministerio con sencillez y con una preferencia hacia los más pequeños”, dijo.

Monseñor Ñáñez también pidió a todos los miembros de la comunidad arquidiocesana tener presente en sus preocupaciones pastorales la promoción de las vocaciones de especial consagración a Dios, y en particular las vocaciones al ministerio sacerdotal.


“El papa san Juan Pablo II decía que cada sacerdote debía preocuparse de dejar al menos un sucesor en su tarea. Tengamos presente este encargo, brindando atención, acompañamiento y un testimonio positivo, convencido y alegre a los jóvenes y adultos que acuden a nosotros con alguna inquietud vocacional. Animémonos también a hablar de ello con explicitud y humildad”, expresó el arzobispo.


En Santa Fe

Los sacerdotes diocesanos y religiosos se reunieron en la tarde del Miércoles Santo en la catedral de Todos los Santos para participar de la misa crismal presidida por el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo.


En su homilía, monseñor Arancedo reflexionó sobre el ministerio sacerdotal. Los invitó a ser conscientes de esa grandeza, a pesar de la propia fragilidad, y ser testigos de la redención. “Nuestra consagración está llamada a ser vivida en Cristo y al servicio de nuestros hermanos”, subrayó el prelado.


Monseñor Arancedo también invitó a mirar a Jesús, el Buen Pastor: “A Él siempre debemos volver para renovar ese officium amoris que es la caridad pastoral. El pastor conoce, ama, congrega, cura a la enferma, busca a la alejada, da su vida. Este camino es signo de madurez y paternidad en el pastor y, al mismo tiempo, fuente de su alegría sacerdotal”.


“Al buen pastor –añadió- no se le endurece el corazón por el sabor amargo de una experiencia ni por una ofensa recibida, él cree y vive de la gracia siempre nueva del perdón y la reconciliación. Esta verdad de fe, incluso en momentos de cruz, lo hace testigo del triunfo de Jesucristo. Lo definitivo para él es la Pascua de Cristo, no su experiencia”.


En Salta

El arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, reflexionó en la homilía de la misa crismal sobre la unción sacerdotal, de la que destacó la tarea de consolar al pueblo.


“El consuelo es verdaderamente tal en cuanto viene de Dios. Dios es el Dios de todo consuelo. Se trata de un consuelo que se encuentra a la luz de la liberación futura, y, por lo tanto, está ligado con la salvación, con la esperanza. Se trata de un consuelo que descubre razones para vivir, que abre horizontes, que da sentido a la vida”, dijo el arzobispo.


Monseñor Cargnello destacó la importancia de atender las realidades familiares. “La familia es la primera escuela del amor humano, el ámbito natural de humanización personalizadora”, dijo el prelado.


El arzobispo también habló de la soledad que viven muchas personas. “Tenemos el riesgo de ser islas en un mundo de redes que más que comunicarnos pueden asfixiarnos si no sabemos usar los elementos de dicha red. Esa soledad que nos incomunica constituye una verdadera prisión que nos tiene cautivos”, advirtió.


“En el tejido social de nuestra patria reaparece la amenaza del enfrentamiento y la división. La exclusión está en los rostros de tantos niños, jóvenes y adultos que no alcanzan un nivel de vida digna porque las familias no logran acceder a trabajos justamente remunerados”, dijo el arzobispo.


Monseñor Cargnello también criticó la extensión de la droga, “el sistema de dádivas” instalado y la “lucha feroz por dominar el mundo de los medios de comunicación”. Como miembros de la Iglesia, el arzobispo llamó a los sacerdotes, religiosos y fieles a “ofrecer el antídoto de relaciones verdaderas y respetuosas de la dignidad del otro”.


En La Plata

El arzobispo de La Plata, monseñor Héctor Aguer, dijo que los sacerdotes se deben a la “recristianización del pueblo”. El prelado les pidió tener “una mirada objetiva y descarnada sobre la realidad”, que lleve a considerar “la ideologización avasalladora del ámbito académico”, que “intoxica de modo irremediable a miles de jóvenes”.


Al presidir la misa crismal, concelebrada por sus dos obispos auxiliares, monseñor Nicolás Baisi y monseñor Alberto Bochatey OSA, el prelado subrayó que "a veces nos sorprende la impresión de que constituimos un pequeño rebaño, en medio de un mundo indiferente u hostil. La descristianización lleva a la ruina del orden natural, y provoca una pérdida del sentido de la vida y el vacío existencial, que son consecuencia del olvido de Dios".


Enfatizó, igualmente, que "la alteración del matrimonio y de la familia, la aprobación de las perversiones mediante leyes inicuas, la desvergonzada propaganda del mal en nombre de la no - discriminación y de los derechos humanos, arrasan con el resto del sentido común, del apego espontáneo a la razón y al bien”.


En Paraná

El arzobispo, monseñor Juan Alberto Puiggari, celebró el Miércoles Santo la misa crismal en la catedral de Nuestra Señora del Rosario. El prelado habló sobre las dificultades que atraviesa el presbiterio local, y consideró que se trata de la condicional normal de la Iglesia presente, como prolongación de Cristo crucificado.


“Quisiera pedirles que vuelvan a ese momento lejano o cercano de la ordenación sacerdotal, cuando fueron llamados por su nombre y dijeron llenos de temor y emoción adsum, ‘heme aquí’. Frente a nuestro pueblo volvamos a decirle al Señor con las palabras de Pedro: ‘Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero’”, dijo el arzobispo.


Para poder vivir con fidelidad el ministerio, monseñor Puiggari pidió a los sacerdotes recordar que son ungidos y predicar el Evangelio en la vida cotidiana y servir a su verdad y a su amor.


En Avellaneda-Lanús

Monseñor Rubén Frassia presidió la misa crismal el Miércoles Santo por la noche en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción. En su homilía, reflexionó sobre la cercanía de esta celebración con el triduo pascual.


El obispo consideró que esta Pascua y la misa crismal debe repercutir en los sacerdotes y avivar de nuevo su existencia. También recordó a los sacerdotes: “No nos quedamos en el pasado, no vivimos de memoria ni de épocas anteriores, tenemos que actualizarlas, como este misterio que tenemos que actualizarlo. Hoy pertenecemos y participamos del misterio de la Pascua y hoy Cristo quiere sacarnos del pecado, liberarnos de la muerte dándonos su vida”.


Monseñor Frassia también llamó a los presbíteros a “no estar entrampados en ninguna esclavitud” y tener presente que Cristo, el Resucitado, “está muy presente dentro nuestro”.


“Los sacerdotes, en nuestra paternidad espiritual, hemos sido llamados para seguir amando y para amar más; y como padres nunca, pero nunca, abandonar a sus hijos, porque el padre es padre hasta el final. Es importante que renovemos interiormente y en público, porque siempre hay una conexión entre lo que uno piensa, lo que uno es, lo que uno hace, lo que se ve, lo que no se ve; ciertamente hay una responsabilidad personal, pública y de la Iglesia”, manifestó el pastor diocesano.


En San Isidro

Monseñor Oscar Ojea presidió en la catedral de San Isidro la misa crismal, en compañía de su obispo auxiliar, monseñor Martín Fassi, y del presbiterio. El prelado habló sobre la alegría que brota de la experiencia de la misericordia y de la experiencia de la pobreza y la pequeñez.


Monseñor Ojea también habló sobre la alegría misionera: “Dejémonos impregnar por el óleo de la alegría, para que se transforme en alegría misionera. San Pablo nos invita a ser el buen olor de Cristo, a desparramar alrededor nuestro el gozo del don que hemos recibido”.


“Que en este Jueves Santo, tan decisivo para nuestra vida de pastores, podamos sentir la mano en el hombro del Señor que nos agradece todo el trabajo realizado, que renueve nuestro gozo de trabajar en esta iglesia concreta a la que nos entregamos nuevamente por amor y que volvamos a experimentar la dicha inmensa de trabajar con Él”, concluyó el obispo.


En Quilmes

Monseñor Carlos José Tissera invitó a los sacerdotes a “renovar la mirada”. El obispo diocesano dijo que se trata de volver la mirada hacia Jesús, que vuelve la mirada al hombre para levantar los ojos y contemplar al Dios que salva.


“Para nosotros, renovar la mirada significa en este día dejarnos mirar por Jesús. Necesitamos renovar esa mirada nuestra. Solos no podemos levantar la mirada... necesitamos que el Espíritu Santo nos ayude a levantar los ojos, que a veces se posan en tantas cosas que nos encandilan, nos engatusan, nos atrapan. La mirada se nos envejece dando vuelta sobre las mismas cosas y sobre nuestra propia fragilidad, y más pesados se ponen nuestros ojos, y no los podemos levantar”, dijo el prelado.


Monseñor Tissera también compartió algunas palabras que el presbítero y teólogo Lucio Gera dijo en la misa de acción de gracias por sus bodas de oro sacerdotales.


En Mar del Plata

Ayer por la tarde, el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino, presidió la misa crismal en la catedral, concelebrada por todos los sacerdotes diocesanos y religiosos. Miles de fieles venidos también de las distintas ciudades de la diócesis participaron de la Eucaristía, y colmaron el templo mayor de la ciudad.


"Dentro de la Semana Santa es éste un día de profundo significado sacerdotal y diocesano. Como dicen las rúbricas del misal romano: "esta misa, que el obispo concelebra con su presbiterio, expresa la comunión que existe entre los presbíteros y su obispo". Por eso se celebra en la catedral, y es un momento esperado, donde se afianzan nuestros vínculos", dijo monseñor Marino en su homilía.


El pastor de la Iglesia católica en Mar del Plata destacó ante los sacerdotes y los fieles la necesidad del testimonio y el compromiso de la misión. "Sabemos que aquí está también hoy nuestro campo privilegiado de testimonio y de misión, no exclusivo ni excluyente. Aquí está también nuestro programa y nuestro futuro. Ante nuestra ausencia, nuestras ovejas son apacentadas por otros”.


“Hoy –agregó-, como ayer, comprobamos con frecuencia que, en medio de la sociedad secularizada, son ellos quienes demuestran mayor apertura al mensaje del Evangelio. Alcanzar esta conciencia de misión nos lleva a crecer".


En La Rioja

Monseñor Marcelo Daniel Colombo presidió la misa crismal en la catedral de San Nicolás de Bari. En un primer momento, el obispo reflexionó sobre la vida consagrada y, posteriormente, destacó la importancia del sacerdocio como testimonio de la misericordia del Señor y anunciar con alegría “al Dios que vive entre nosotros”.


“Queridos sacerdotes, en este día en que renovamos nuestra fidelidad al amor de Dios que hizo servidores de su comunidad, les pido que estén con todo el corazón y con toda la vida, cerca de nuestra gente. Dejémonos tocar por el pueblo riojano, cariñoso y sensible, y por su búsqueda sincera del Señor. No rehuyamos el encuentro ni dificultemos cada oportunidad de diálogo y fiesta, de llanto compartido y de esperanza en común con nuestra gente”, dijo.


“Les agradezco su servicio en nuestras comunidades y la paternidad espiritual con que acompañan el crecimiento en la vida de fe de nuestros hermanos y hermanas. En nombre de Jesús, el buen Pastor los animo a seguir en la brecha, cuidando especialmente la vida amenazada en la fragilidad de los jóvenes y las familias pobres. Testigos de la misericordia de Dios en nuestra propia historia personal, ayudemos a crecer la Vida nueva que viene del Señor en el corazón de nuestro Pueblo”, expresó el obispo.


Monseñor Colombo destacó la importancia de un testimonio “feliz y pleno de la vida del Resucitado” en este tiempo.


En Catamarca

El presbiterio catamarqueño se reunió el Martes Santo en la catedral basílica en la misa de las 20 que presidió el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, para renovar las promesas sacerdotales y recibir los santos óleos y el crisma con el que administrarán los sacramentos. Además de los presbíteros, asistieron muchos fieles que colmaron el templo.


Durante su homilía, monseñor Urbanc se digirió a los sacerdotes y reflexionó sobre el ministerio sacerdotal: “Fuimos asociados al sacerdocio mismo de Cristo, hechos alter Christus, porque obramos en representación de Él”.


“En aquella ocasión –agregó- se produjo un cambio radical en nuestro ser y dejamos de ser lo que éramos, a pesar de que en lo tangible seguimos siendo uno más en medio de la gente. Separados del mundo, fuimos constituidos en hombres de Dios, como servidores de Dios, testigos de su amor y mediadores entre Él y los hombres”.


Monseñor Urbanc consideró que el sacerdocio es una gran responsabilidad, que supone estar a la altura del don recibido.


En Santiago del Estero

Monseñor Vicente Bokalic Iglic CM presidió la misa crismal en la catedral de Nuestra Señora del Carmen. El obispo diocesano agradeció el ministerio de los sacerdotes y los invitó a reflexionar sobre la unción recibida por el Espíritu Santo. Dijo que se trata una unción “eminentemente misionera”, en íntima relación con el pueblo de Dios.


“Si hemos sido ungidos, es para ungir al pueblo de Dios: para bautizar, confirmar, curar, levantar, consagrar, bendecir, consolar, evangelizar… y no por nuestros méritos o cualidades”, dijo el prelado.


“Esta actitud misionera de nuestro ministerio sacerdotal nos abre el corazón a la alegría, desde la humildad, al servicio desinteresado, a la entrega cotidiana”, expresó el obispo, quien advirtió de caer en el espíritu mundano, que lleva a cuidar celosamente de los bienes, y que le “quita vida y esperanza” al ministerio.


“Estamos llamados ser puentes de encuentro, ser instrumentos de comunión entre los hermanos. El sacerdote es puente de unión entre Dios y los hombres. Ofrece y se ofrece para ser instrumento de comunión, de reconciliación, de pacificación, de reencuentro con Dios y de los hombres entre sí”, destacó el obispo.


En San Nicolás de los Arroyos

Monseñor Héctor Cardelli presidió la misa crismal en la catedral. Consideró que esta celebración “es un momento fuerte de unidad y fraternidad”, que “recuerda la unción que todos hemos recibido para ahondar más el mandamiento del amor, del servicio, de la comunión”.


“Recemos los unos por los otros y vivamos el significativo compromiso de testimoniarnos con alegría este llamado que todos hemos recibido de ser uno como Jesús y el Padre son uno, para que el mundo crea. Unámonos en esta renovación de compromiso y celebremos la manifestación de la gracia en medio de nosotros, sabiendo que somos un solo cuerpo, que Cristo es la Cabeza que en comunión con El vivimos la unidad”, dijo el prelado.


En Chascomús

Monseñor Malfa presidió la misa en la que los sacerdotes renovaron las promesas de la ordenación. El prelado consideró que esta misa es una ocasión para revivir la frescura recibida en la ordenación, y los invitó a reconocer el “misterio de misericordia” que se guarda en el ministerio sacerdotal.

Monseñor Malfa también exhortó a los sacerdotes a ser santos, a imagen del Señor. “La santidad de vida es el don precioso que podemos ofrecer a nuestras comunidades en el camino de la necesaria y verdadera renovación de la Iglesia”, dijo el obispo diocesano.


En Concordia

El obispo diocesano, monseñor Luis Collazuol, centró su reflexión sobre la vida consagrada, que la Iglesia universal celebra en un año especial convocado por el Papa. Monseñor Collazuol dijo que son “miembros de un estado de vida llamado a irradiar la santidad del Reino de Dios”.


El pastor diocesano convocó a conocer mejor y valor más el don de la vida consagrada y dar gracias a Dios por los carismas de cada instituto que está presente en la jurisdicción eclesiástica. En nombre del Pueblo de Dios, el obispo reconoció la tarea de los consagrados y los invitó a derramar su gracia sobre los sacerdotes y los laicos.


En Cruz del Eje

El obispo diocesano, monseñor Santiago Olivera, invitó a los sacerdotes a renovar el encuentro con Jesucristo, reconociendo que “el conocer a Jesús es el mejor regalo” que han recibido. El prelado también los exhortó a trabajar para que su ministerio “tenga implicancias sociales, de transformación de los corazones y, por lo tanto, de transformación de la sociedad”.


“Un anuncio del Evangelio que no penetra las realidades sociales y del mundo, no es un Evangelio plenamente anunciado y plenamente vivido, porque la fe sin duda se encarna en actitudes y en realidades nuevas”, sostuvo monseñor Olivera.


El obispo de Cruz del Eje también habló sobre la catequesis de iniciación cristiana, una de las prioridades del año pastoral, y resaltó la necesidad del anuncio, del kerygma, antes de la recepción de los sacramentos para una “autenticidad de la comunidad eclesial”.+



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