El encuentro comenzó con una presentación del iniciador y responsable internacional del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, que estuvo acompañado de la también iniciadora Carmen Hernández y del presbítero Mario Pezzi. Además, asistieron varios cardenales y obispos de diversos lugares del mundo.
En el Aula estuvieron también presentes unos 8.000 miembros del Camino, la mayoría de ellos catequistas responsables del Camino en los cinco continentes; sacerdotes; seminaristas de los seminarios diocesanos misioneros Redemptoris Mater de Europa; los responsables de diversas comunidades y las 250 familias que serían enviadas por el Papa a la evangelización.
Las missio ad gentes se constituyen a pedido de los obispos de las diócesis a las que son destinadas y están formadas por cuatro o cinco familias –la mayoría de ellas con más de cuatro hijos–, un presbítero, un joven y dos mujeres. Todos ellos forman una comunidad que tiene la misión de dar los signos de la fe que atraen a los hombres a la belleza del Evangelio.
Entre los destinos de Europa (40 en total) a los que partirán algunas de estas familias por pedido de los obispos que se mostraron entusiastas de esta nueva forma de evangelizar, se encuentran varias ciudades de Francia (donde hay seis seminarios Redemptoris Mater) como Biarritz, Burdeos, Toulouse, Orange, Pamiers o Mulhouse, en total más de diez.
Otros países a los que acudirán en misión las familias serán Luxemburgo, Irlanda, Suecia, Gran Bretaña, Lituania, Letonia, República Checa, Alemania o Suiza. También Holanda, Chipre, Serbia, Austria, Ucrania, Rusia y Kazajistán.
En América las familias han sido llamadas a Canadá, Estados Unidos, Perú, Brasil... En Asia a la India y China, entre otros.
En Oceanía a Australia y Papúa Nueva Guinea y en África algunas de estas missio ad gentes se formarán para Etiopía o Costa de Marfil, también para Sudáfrica, Guinea Ecuatorial, o Nigeria.
Muestren la tierna mirada del Padre…
Unidad, gloria, mundo, fueron las tres palabras que el papa Francisco indicó como mandato de su misión a los siete mil miembros del Camino Neocatecumenal que esta mañana acudieron a la audiencia.
Después de darles las gracias por haber aceptado la llamada a evangelizar y bendecir a Dios por el don del Camino y de cada uno de ellos, Francisco habló de la unidad. “Jesús -dijo- reza al Padre para que los suyos sean perfectos en la unidad... Es su última petición antes de la Pasión, la más sentida: que haya comunión en la Iglesia.
La segunda palabra que el Papa entregó a los neocatecumenales fue gloria, recordando que antes de su Pasión Jesús anuncia que será “glorificado” en la cruz, que allí aparecerá su gloria. “Pero es una gloria nueva: la gloria mundana se manifiesta cuando uno es importante, admirado, cuando se tienen bienes y éxito. En cambio la gloria de Dios -explicó- se revela en la cruz: es el amor que allí resplandece y se difunde. Es una gloria paradójica: sin estruendo, sin ganancias ni aplausos. Pero solamente esta gloria hace fecundo el Evangelio.
Por último: mundo, porque tanto amó Dios al mundo que envío allí a Jesús. “El que ama no está lejos: sale al encuentro. Y ustedes saldrán al encuentro de tantas ciudades, de tantos países. Dios no se siente atraído por la mundanidad, al contrario, la detesta, pero ama al mundo que ha creado, y ama a sus hijos en el mundo así como son, allí donde viven, incluso si están "muy lejos". No será fácil para ustedes la vida en países lejanos, en otras culturas. Pero es la misión de ustedes y lo hacen por amor, por amor a la Madre Iglesia, a la unidad de esta madre fecunda. Muestren a los hijos la tierna mirada del Padre y consideren un don las realidades que encuentren -indicó el Pontífice- familiarícense con las culturas, las lenguas y las costumbres locales, respetándolas y reconociendo las semillas de gracia que el Espíritu ya ha esparcido. Sin ceder a la tentación de trasplantar modelos adquiridos, siembren el primer anuncio: “que es lo más bello, lo más grande, lo más atractivo y al mismo tiempo lo más necesario”. Es la buena noticia que siempre debe retornar, de lo contrario la fe corre el peligro de convertirse en una doctrina fría y sin vida. Evangelizar como familias, viviendo la unidad y la sencillez, es ya un anuncio de vida, un hermoso testimonio, que les agradezco mucho”.
“Les doy las gracias en mi nombre, pero también en nombre de toda la Iglesia -reiteró al final de su discurso- por este gesto de ir hacia lo desconocido y también de sufrir. Porque habrá sufrimientos, pero también habrá la alegría de la gloria de Dios, de la gloria que está en la Cruz. Yo me quedo aquí, pero con el corazón voy con ustedes”.+
Publicar un comentario