Si uno busca la verdad de la vida, debe “abrirse a la acción sorprendente del Espíritu”
“La multitud estaba sentada alrededor de Jesús, y le dijeron: «Tu madre y tus hermanos te buscan ahí fuera»”, citó el prelado, y destacó: “Unos adentro, otros afuera. Estos – sus familiares – lo consideran ‘extraviado’. Aquellos, lo escuchan como a un profeta”.
“Sin embargo, hay que tener cuidado con creer que ya está todo dicho. Sus familiares lo quieren, aunque no terminan de entenderlo bien. Los que ahora lo escuchan con interés, pronto lo abandonarán a su suerte o incluso serán de sus más crudos detractores. Sus mismos discípulos lo dejarán solo. Entre unos y otros están sus enemigos declarados, a los que, este domingo, escuchamos escracharlo, señalándolo como jefe de los demonios”, explicó.
“Con Jesús suele pasar así: no deja mucho espacio para el reposo y la tranquilidad. Jesús siempre inquieta. Seguirlo es animarse a una aventura en la que, tarde o temprano, se entra en zona de riesgo. Es más, sólo cuando esto acontece uno puede decir que está comenzando verdaderamente a ser su discípulo”, detalló monseñor Buenanueva, recordando las palabras que, “con brutal franqueza” dirigió a sus seguidores y a la multitud: ‘El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará’.
“Las etiquetas no son buenas. Solo sirven para la polémica. Pero, si uno busca realmente la verdad de la vida, es mejor dejar de lado toda forma de rigidez y abrirse a la acción siempre sorprendente del Espíritu”, consideró el obispo, preguntándose: “¿Hacia dónde nos llevará?”.
“Cada uno de nosotros lo tiene que experimentar cada día. Una cosa sí es segura: el Espíritu trabaja en cada ser humano – esté cerca o lejos, adentro o afuera – para llevar a cabo el sueño de Dios para la humanidad. Para conocerlo, basta abrir los evangelios y dejarse conquistar por la persona de Jesús. En Él aparece con nitidez lo que Dios sueña para todos”, señaló.
Finalmente, el prelado ofreció “otra ayuda”: María. “Nadie como ella ha hecho este camino. También ella, en algún momento, no terminó de comprender bien a Jesús y sus opciones. ¿Te acordás la escena de Jesús perdido en el templo? Su reacción no fue cerrarse o evadirse: fue a fondo con lo que vivía, para comprender en su corazón, por dónde iba el proyecto de Dios”.
“Por eso, le caben tan bien las palabras con las que Jesús concluye el Evangelio de este domingo: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?». Y dirigiendo su mirada sobre los que estaban sentados alrededor de él, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Porque el que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre». De eso se trata”, concluyó.+
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