Mons. García Cuerva: “Anunciar el Evangelio sin asco y sin miedo”
En diálogo con AICA, el obispo expresó su “sorpresa” y “conmoción” ante su reciente nombramiento: “Confío plenamente que fue el Espíritu Santo quien iluminó al papa Francisco para tomar esta decisión”. A pesar de su “juventud e inexperiencia”, según relató, con solo diez meses en el ministerio episcopal, asume que la nueva tarea será “algo bueno”, un nuevo desafío para llevar adelante, porque “caminar hacia Dios es abandonar seguridades y arriesgarse a lo sorpresivo”, indicó.
El prelado se mostró empapado de la realidad que atraviesa la diócesis más austral de la Argentina, plagada de “desafíos sociales”. Con su experiencia en la diócesis de Lomas de Zamora, y su trabajo en barrios de emergencia como La Cava, en la diócesis de San Isidro, mencionó la existencia de un Hogar de Cristo en la ciudad de Río Gallegos y planteó la posibilidad de extender la propuesta al interior de la diócesis.
Asimismo, se refirió a la problemática que existe en la región en relación a los migrantes, la conflictividad social, laboral y política: “Es una Iglesia para ir acompañando”. Luego recordó las palabras de Francisco en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium: “Hay que anunciar el Evangelio sin asco y sin miedo”, “y eso quiero hacer en Río Gallegos”, afirmó.
“El Papa pidió a los obispos que tengan la suela gastada de tanto andar, entonces habrá que moverse, habrá que andar”, exclamó. Demostró con entusiasmo sus ganas de aprender y formarse para cumplir su labor en la nueva jurisdicción eclesiástica.
Mons. García Cuerva nació en la ciudad de Río Gallegos el 12 de abril de 1968. Hijo de odontólogos que, por motivos laborales, estaban viviendo en la ciudad santacruceña. Fue bautizado en su ciudad natal y, a los 2 años, se mudó a Buenos Aires con sus padres. Se formó en el seminario de San Isidro, donde tuvo como formador a monseñor Miguel Ángel D’Annibale, quien décadas más tarde fue obispo co-consagrante en su ordenación episcopal y el último a cargo de la diócesis de Río Gallegos.
“Hace un año estaba como párroco en la Nuestra Señora de la Cava y jamás imaginé estar ahora aquí”, confesó. En este período de preparación para su segunda labor episcopal, se encomienda a San Oscar Arnulfo Romero, santo de su devoción, “que guió mucho mi camino en el seminario y hoy, 20 años después, él es santo y yo soy obispo”.
El nuevo obispo de Río Gallegos envió, además, cartas alusivas a las diócesis de Lomas de Zamora y Río Gallegos, en agradecimiento a la comunidad por los diez meses compartidos como obispo auxiliar; y otra para la feligresía de su próximo destino pastoral, donde tomará posesión a partir de marzo.+
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