Mons. Castagna: La fiesta de los Reyes Magos es vacía de contenido
“En nuestros países occidentales y cristianos, con honrosas excepciones, se ha producido un reemplazo que va más allá de un simple cambio de imagen, me refiero a la desaparición de los Reyes Magos, y a la aparición de un simpático regordete llamado ‘Papá Noel o Santa Claus’”, sostuvo en su sugerencia para la homilía dominical.
“Los niños, también quienes son cristianos por el Bautismo, ya no esperan la llegada de los Reyes Magos, en la madrugada del 6 de enero, sino a un Santa Claus arremetiendo contra la misma Navidad y colmando a los niños de deslumbrantes ilusiones, promocionadas desde los prósperos países del primer mundo”, añadió.
El prelado aseguró que “los valores, que traen en sus alforjas los Reyes Magos, no se venden en los supermercados de las grandes ciudades. Se exponen en la pobreza del pesebre, son reconocidos y celebrados por humildes pastores, anunciados por los Ángeles y dispensados a todos - pobres y ricos - desde el silencio contemplativo de María y José”.
“Los cristianos debemos al mundo el testimonio de una vida coherente con los valores evangélicos. Es preciso recuperarlos si, por una razón u otra, no los hemos asimilados en familia o en la catequesis parroquial. Es preciso reconocer que su ausencia presagia todo tipo de infortunios. Se han puesto de moda las grietas, los desencuentros y rupturas entre las personas y diversos sectores, sin la mínima inquietud por lograr una pacificación estable y constructiva”, concluyó.
Texto de la sugerencia
1.- El Niño Rey temido por Herodes. La bella historia de los Reyes Magos, que no eran magos, como lo entendemos nosotros, y probablemente tampoco reyes, proyecta una luz de verdad garantizada por la divina Revelación. Son hombres provenientes de las tierras de Oriente, versados en la astronomía y astrología, conocedores de la literatura profética del pueblo de Israel. Nos hace pensar que eran auténticos creyentes, capaces de enfrentar el largo y difícil camino hacia el lugar del nacimiento de Jesús. Dóciles lectores de las Santas Escrituras, acopian las energías de la fe para lograr tributar homenaje y adoración al Mesías prometido, el Hijo de Dios encarnado. Sin quitar mérito histórico al pueblo de Israel, elegido y profético, los reyes Magos representan a los restantes pueblos de la tierra, también destinatarios de la Salvación, encarnada en ese pequeño Niño de Belén. Epifanía significa “manifestación” del Misterio oculto por siglos y, finalmente, aparecido en la humildad sobrecogedora del pueblo más pequeño y olvidado. Es inspirador el versículo evangélico suscrito por San Mateo: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo”. (Mateo 2, 2) La categoría de rey indica su toma de posesión, o coronación, como autor y Señor de una nueva condición humana: la de redimidos o ciudadanos del Reino de Dios.2.- Dios ocupa el lugar abandonado por Adán. El Reino de Dios, gobernado por Cristo resucitado, no se impone por la fuerza de las armas o por el poder económico, se funda y edifica en el amor. Aquellos santos científicos escudriñaron, con el auxilio de las ciencias - que dominaban - el nacimiento del Rey, esperado por la humanidad a partir del fiasco de Adán y Eva. En la mente del Creador, el hombre - Adán y Eva - debía ejercer un dominio real sobre el Universo diseñado sabiamente para él, y del que debía ser su síntesis y culminación (Gaudium et Spes. N° 14). El pecado lo echó todo a perder. La reacción de Dios no podía ser la destrucción. No condeciría con la naturaleza del Creador, que no hace más que amar y construirlo todo por amor. Será la reconstrucción. Para ello, sería necesaria la aparición de un Nuevo Adán: Hombre capaz de ser la cabeza de una nueva humanidad, y de redimir al primer Adán y a sus hijos, del pecado original y de sus mortales consecuencias. En su Hijo encarnado, Dios asume el impresionante compromiso de llevar su amor al hombre hasta el perdón y la santidad. Aquellos personajes prestigiosos, por su ciencia y situación social, creen en la encarnación misteriosa del Hijo de Dios y se aventuran, en una riesgosa búsqueda, hasta hallarlo arropado en los brazos virginales de María, su Santa Madre.
3.- Los Reyes Magos y la Epifanía. La Navidad es universalmente celebrada, pero vaciada de su contenido histórico original. También la Epifanía y la tradicional Fiesta de los Reyes Magos. En nuestros países occidentales y cristianos, con honrosas excepciones, se ha producido un reemplazo que va más allá de un simple cambio de imagen, me refiero a la desaparición de los Reyes Magos, y a la aparición de un simpático regordete llamado “Papá Noel o Santa Claus”. Los niños, también quienes son cristianos por el Bautismo, ya no esperan la llegada de los Reyes Magos, en la madrugada del 6 de enero, sino a un Santa Claus arremetiendo contra la misma Navidad y colmando a los niños de deslumbrantes ilusiones, promocionadas desde los prósperos países del primer mundo. Los valores, que traen en sus alforjas los Reyes Magos, no se venden en los super mercados de las grandes ciudades. Se exponen en la pobreza del Pesebre, son reconocidos y celebrados por humildes pastores, anunciados por los Ángeles y dispensados a todos - pobres y ricos - desde el silencio contemplativo de María y José. Los cristianos debemos al mundo el testimonio de una vida coherente con los valores evangélicos. Es preciso recuperarlos si, por una razón u otra, no los hemos asimilados en familia o en la catequesis parroquial. Es preciso reconocer que su ausencia presagia todo tipo de infortunios. Se han puesto de moda las grietas, los desencuentros y rupturas entre las personas y diversos sectores, sin la mínima inquietud por lograr una pacificación estable y constructiva.
4.- Signo para nuestro tiempo. Aquellos hombres, venidos desde tan lejos, se dejaron guiar por una estrella misteriosa hasta llegar a Jerusalén. Al perder el rumbo acudieron a quienes pudieran indicarles la senda correcta, sin desconfiar que el enemigo Herodes se pondría de inmediato al asecho. Su candor y humildad - cualidades de auténticos sabios - los aleja de toda sospecha, hasta que Dios les revela la intriga criminal del real enemigo: “Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino”. (Mateo 2, 12) Es preciso trascender la anécdota y leerla como signo para nuestro tiempo. La sincera intención de hallar la verdad, en Quien la encarna, encontrará escollos arteros por parte de quienes han tomado una posición adversa a la Verdad. La candidez de los Reyes Magos no les hace perder la sana perspectiva, obtenida en la fidelidad a la inspiración divina, que halla en Cristo la encarnación de la Verdad, ansiosamente esperada por la humanidad.+
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