El Papa los animó señalando tres líneas de acción: “La primera: es la fidelidad y la contemplación, la segunda el acompañamiento y la oración y la tercera: ternura y compasión”.
Francisco evidenció la tradición contemplativa del Carmelo enraizada en la relación personal con Dios, así como afirmó que “El estilo carmelita de vivir la contemplación te prepara para servir al pueblo de Dios a través de cualquier ministerio o apostolado. Lo que es seguro es que, hagas lo que hagas, serás fiel a tu pasado y estarás abierto al futuro con esperanza si, “viviendo en obediencia a Jesucristo" -según indica la Regla de la Orden-, tienes en tu corazón especialmente el camino espiritual de las personas”.
“Carmelo es sinónimo de vida interior. Los místicos y escritores carmelitas han comprendido que "estar en Dios" y "estar en sus cosas" no siempre coinciden”, afirmó el Papa. Por esta razón les pone en guardia contra la tibieza y la mundanalidad que “puede penetrar en la vida consagrada cuando los consejos evangélicos se convierten sólo en una rutina y el amor de Jesús ya no es el centro de la vida”. Y el Papa insiste: “este Capítulo es una ocasión providencial para recibir del Espíritu Santo la fuerza para luchar juntos contra estas trampas”.
El Papa recordó a San Juan de la Cruz, quien invita a “Ir al centro más profundo”, a donde la llama vive de amor. Por eso, “El verdadero profeta en la Iglesia es el que viene del "desierto", como Elías, rico en el Espíritu Santo, y con la autoridad que tienen los que han escuchado en silencio la sutil voz de Dios”.
La vida comunitaria fue un aspecto sobre el que Francisco se detuvo: “La belleza de la vida comunitaria es en sí misma un punto de referencia que genera serenidad, atrae al pueblo de Dios e inyecta la alegría de Cristo resucitado. El verdadero carmelita transmite la alegría de ver en el otro a un hermano para ser sostenido y amado y con quien compartir la vida”.
La tercera línea delineada por el Papa insiste en que “El contemplativo tiene un corazón compasivo. Cuando el amor se debilita, todo pierde sabor. El amor, atento y creativo, es un bálsamo para los que están cansados y agotados, para los que sufren abandono, el silencio de Dios, el vacío del alma, el amor roto”. "Quien ama a Dios debe buscarlo en los pobres", en los "hermanos de Jesús", como decía el Beato Angelo Paoli.
Sobre esta realidad, el pontífice advirtió: “Debemos tener cuidado con el contemplativo que no es compasivo. La ternura, al estilo de Jesús, nos protege de la "pseudomística", de la "solidaridad del fin de semana" y de la tentación de alejarnos de las heridas del cuerpo de Cristo. Las heridas de Jesús todavía son visibles hoy en día en los cuerpos de nuestros hermanos y hermanas que son despojados, humillados y esclavizados”.
“Hoy necesitamos una revolución de ternura, concluyó Francisco, que nos haga más sensibles a las noches oscuras y a los dramas de la humanidad”. +
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