Provenientes de distintos puntos de la diócesis, los participantes se congregaron a las 10 de la mañana del sábado para comenzar el encuentro con el recibimiento de las imágenes de la Virgen que cada zona llevó al encuentro.
En un primer momento, los cerca de 200 participantes se ordenaron por mes de nacimiento y cada grupo preparó un canto. Luego reflexionaron sobre el camino pastoral recorrido durante 2019, en el que los pilares fueron el testimonio y el anuncio; la catequesis y la misión.
Durante las jornadas, se profundizaron los temas de la misión y los ministerios, con el objetivo de que cada comunidad viva la misión, caminando juntos para construir una verdadera sinodalidad.
Divididos en cuatro zonas, se llevó a cabo un trabajo en grupos, en el que cada uno reflexionó sobre los ejes: las lágrimas; los servicios; las alegrías; las esperanzas.
Luego llegó un momento de celebración con cantos, se llevó a cabo una dinámica con trozos de hilo de colores que fueron entregados a cada uno, formando una red que se fue armando de uno en uno, luego en el grupo, luego con los otros grupos y así, reconociéndose hermanos, todos juntos cantaron su pertenencia a una red infinita de la Iglesia. De este modo, pudieron mostrar y vivenciar que cada comunidad es para todas las comunidades, porque la vida de cada uno tiene sentido unida a la de otros; porque cada vocación es complementaria a las de los demás.
La siguiente dinámica se centró en la misión: en grupos de 8 a 10 personas, completaron en un papel palabras que expresen el centro del Evangelio; y pasándolo de grupo en grupo, se le iban agregando dibujos y expresión corporal. Este trabajo ayudó a reflexionar sobre la novedad transformadora del mensaje, el encuentro con el otro y la misión en la vida.
Luego de un momento de trabajo en grupos con los textos de la exhortación Gaudete et Exsultate, hubo un espacio plenario en el que los grupos respondieron preguntas sobre las realidades a transformar, los pasos a seguir y los miedos y tentaciones que aparecen en el camino.
Finalizado el plenario, mediante un breve esquema, los participantes pudieron interiorizarse sobre qué son los ministerios y cuáles son las características de los animadores. En ese marco, trabajaron sobre lo que cada comunidad entiende sobre los carismas y necesidades propias de cada uno.
La primera jornada culminó con un momento de adoración al Santísimo, dejando ante Él las preguntas que surgieron durante el día. La lectura estuvo a cargo del obispo diocesano, monseñor Fernando Croxatto, quien además impartió la bendición final.
La jornada del domingo comenzó con una oración ante la imagen de Nuestra Señora del Valle, para luego pasar al trabajo en grupos, divididos por zonas. Allí, se realizó un ejercicio de animación, pensando a quiénes se pretende llegar con la evangelización, cuáles son las fortalezas y qué pasos se pueden dar en esa dirección. Además, se incluyeron propuestas para realizar en cada pastoral zonal durante el Año Mariano.
La síntesis de los trabajos estuvo encabezada por monseñor Croxatto, quien comentó sobre el Año Mariano Nacional y el Congreso Mariano Nacional, que se realizará en Catamarca del 23 al 26 de abril de 2020. También habló sobre el recientemente celebrado Sínodo de la Amazonía.
La jornada concluyó con la celebración de la Eucaristía, presidida por el obispo, en la que se dio inicio al Año Mariano. Como signo de este comienzo, se realizó un intercambio de imágenes entre las distintas zonas.
En su reflexión, monseñor Croxatto animó a poner ante el Señor "esta vida que venimos compartiendo", y destacó el modelo de María, a quien pidió la gracia de "poder disponernos al encuentro del hermano pobre, mirando el corazón".
Por otra parte, exhortó a "ayudarnos y ayudar a caminar en la esperanza", y citando al cardenal Eduardo Pironio, expresó: "En medio de las dificultades de la cultura actual, el Espíritu engendra la nueva creación en medio de dolores de parto, haciéndonos participar de la fecundidad del misterio pascual de Jesús. Desde la hondura de nuestra fe, debemos aprender a convertir los tiempos difíciles, donde se olvida a Dios y se envilece al hombre, en tiempos de siembra y de esperanza".
"En este tiempo en que también estamos en esa situación, que son tiempos difíciles, tenemos que sembrar esperanza. Nosotros tenemos el misterio Pascual acá, y a María, que no le aflojó a la esperanza de su pueblo, supo esperar hasta el final, y sigue ayudándonos a continuar esperando, a sembrar esperanza", aseguró.
"Le pedimos a María que nos de la gracia de que nos renovemos, y que su presencia en este caminar que va a hacer por nuestra diócesis y por toda nuestra Iglesia argentina en este Año Mariano, nos invite a todos a esta perseverancia porque tenemos viva la esperanza. Que ella nos aliente, nos sostenga y nos cuide con su manto protector", concluyó.
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