A la llegada a la colina de Nishizaki durante el final de la mañana, el pontífice fue recibido por el director, el padre Domenico Vitali, una familia le ofreció flores que el Papa puso delante del Memorial. Un descendiente de los mártires le hizo entrega de una vela que Francisco encendió como signo de “luz”.
“Así, aquí -dijo después- está la oscuridad de la muerte y del martirio, pero se anuncia también la luz de la resurrección, donde la sangre de los mártires se vuelve semilla d la vida nueva que Cristo nos quiere donar a todos nosotros”.
Desde un punto de vista personal, este es quizás el punto culminante del viaje del Papa que de joven jesuita quería ser misionero justamente en el país del Sol Naciente. Él lo recuerda en su saludo: “vengo a este monumento dedicado a los mártires para encontrarme con estos hombres y mujeres santos y quiero hacerlo con la pequeñez de aquel joven jesuita que venía ‘de los confines de la tierra’ y encontró una profunda fuente de inspiración y de renovación en la historia de los primeros misioneros y mártires japoneses”.
“¡No olvidemos el amor de su sacrificio! Que no quede una gloriosa reliquia de hazañas pasadas, bien conservada y honrada en un museo, sino sea memoria y fuego vivo del alma de cada apostolado en esta tierra, capaz de renovar y hacer arder continuamente el celo evangelizador”.
Francisco recordó también la visita realizada por su predecesor: “Juan Pablo II vio a este lugar no sólo como el monte de los mártires, sino como un monte de las bienaventuranzas, donde podemos percibir el testimonio d hombres llenos del Espíritu Santo. Porque aquí la luz del Evangelio brilló en el amor que triunfaba sobre la persecución y la espada. Este lugar es ante todo un monumento que anuncia la Pascua, ya que la última palabra- no obstante, todas las pruebas contrarias-no pertenece a la muerte, sino a la vida. No estamos llamados a la muerte, sino a una Vida en plenitud; ellos lo han anunciado”.
Los mártires de hoy
El pensamiento del Papa se dirige luego a los mártires de nuestro tiempo. El Papa no cita ninguna nación, pero cerca de Japón está Corea del Norte y los de China que entran en su definición y más lejos los muchos perseguidos por el fundamentalismo.
“Hermanos -dijo- en este lugar nos unimos también a los cristianos que en tantas partes del mundo hoy sufren y viven el martirio a causa de la fe. Mártires del Siglo XXI, que nos interpelan con su testimonio para que tomemos, con valentía, el camino de las Bienaventuranzas. Recemos por ellos y con ellos y elevemos las voces también contra la manipulación de las religiones, obrada “por las políticas del integralismo y división y por los sistemas de ganancia inmoderado y por las tendencias ideológicas odiosas, que manipulan las acciones y los destinos de los hombres”.
Después de rezar el Ángelus y antes de partir para celebrar la misa en el Estadio de Béisbol, al Papa le ofrecieron una imagen del beato Giuliano Nakaura, un joven noble japonés que formó parte de la histórica misión diplomática a Roma en 1585 y que se hizo jesuita, murió mártir durante la persecución de los cristianos. Él forma parte de los 188 mártires japoneses beatificados en Nagasaki en el año 2008.+
Publicar un comentario