Este centro está activo en el mundo en la lucha contra toda forma de antisemitismo, racismo y odio a las minorías. Y desde hace decenios existen contactos con la Santa Sede.
"Recordemos también el pasado y tomemos a pecho las condiciones de los que sufren: así cultivaremos el terreno de la fraternidad. Los animo a intensificar nuestra colaboración en defensa de los más débiles”, sostuvo.
El pontífice lamentó que en el mundo haya aumentado la indiferencia egoísta, que sólo “preocupa lo que conviene: la vida está bien si me conviene y cuando algo está mal se desata la ira y la maldad”.
Tras advertir que esta actitud es terreno fértil para los “particularismos y populismos”, señaló que el odio crece rápidamente en estos suelos y condenó el creciente resurgimiento del antisemitismo.
“No me canso de condenar enérgicamente todas las formas de antisemitismo. Sin embargo, para abordar la raíz del problema, también debemos comprometernos a arar la tierra en la que crece el odio, sembrando en ella la paz”, subrayó.
Francisco recordó que es a través de la integración, la búsqueda y la comprensión del otro que nos protegemos más. Para ello, afirmó, es urgente “reintegrar a los marginados, dar una mano a los que están lejos, apoyar a los que están descartados porque no tienen medios ni dinero, ayudar a los que son víctimas de la intolerancia y la discriminación”.
Por último, el Papa mencionó la declaración Nostra Aetate, que subraya que nosotros, judíos y cristianos, tenemos un rico patrimonio espiritual común que debemos descubrir cada vez más para ponerlo al servicio de todos. Siento que, especialmente hoy, recordó, estamos llamados, ante todo, a este servicio: no a distanciarnos y excluirnos, sino a hacernos cercanos e incluirnos; no a favorecer soluciones de fuerza, sino a iniciar caminos de proximidad.+
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