En su homilía, monseñor Bitar llamó a los cristianos a “despertarse” y recordar el gran mandato de Jesús: “Vayan y hagan discípulos míos a todos los pueblos”.
Para el obispo, este mandato del Señor es para invitar a cada hombre y mujer a “la aventura más bella de la vida”, que es el encuentro personal con Jesucristo, fuente de alegría, de liberación y de salvación.
“Podríamos decir que la misión es el ‘puente’ que une el corazón del hombre con el corazón de Jesús, para provocar que el abrazo del Buen Pastor Resucitado pueda perdonarnos, ungirnos, sanarnos”, agregó.
Monseñor Bitar recordó ejemplos de grandes santos, como el papa Juan Pablo II o san Francisco Javier. “Tengamos presente que los grandes evangelizadores, los grandes misioneros, son los santos. Hoy la Iglesia necesita nuevos santos para la nueva evangelización, un llamado ciertamente no para pocos, sino para todos los bautizados”, observó.
El obispo aseguró que para ser discípulo misionero cada hombre debe “dejarse alcanzar por la Palabra de Dios, que es viva y eficaz, cumplir los mandamientos y entregarse uno mismo”.
El celebrante también reflexionó sobre la figura del joven rico: “Seguramente cayó en una tentación frecuente en la vida de muchos jóvenes a quienes Jesús mira, ama y llama. Seguro le tuvo miedo a Dios, tuvo miedo al abrazo de Jesús, porque pensó que Jesús le anularía su libertad y se puso a la defensiva cuidando sus ‘tesoritos’. ¿Quizá su edad, su sexualidad, su deseo de fama, su dinero? ¡No alcanzó a percibir que Jesús lo miró y lo amó, que con Él lo tenía todo!”.
Durante la misa central, una joven profesó sus votos perpetuos en el instituto de Hermanas de la Inmaculada Concepción. La hermana Cintia Elizabeth Giménez fue reconocida por el obispo, que la alentó a poner sus manos y su corazón en las manos y el corazón de Jesús, y no mirar hacia atrás.
“No tengas miedo. El Espíritu Santo está sobre ti, Él te consagra y envía a anunciar la Buena Noticia a todos, pero especialmente a los pobres, enfermos y sufrientes, a los que no tienen cómo pagarte. ¡Sé hermana de todos, pero especialmente de los últimos!”, le recomendó.+
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