Mons. Martorell: Jesús trae una presencia nueva y una doctrina nueva
Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Martorell, comentó el evangelio del cuarto domingo durante el año y consideró que la liturgia dominical invitaba a ser partícipes de una “doctrina nueva” contenida no sólo como enseñanza de los profetas, sino también con la presencia y la manifestación de Jesús. “Vivir la novedad de la santidad de Jesús es gastar como Él la vida para gloria del Padre y para salvación de los hombres. El cristiano no puede vivir ya para sí mismo y para sus intereses personales; pertenece ya a Jesús que lo ha redimido”, dijo el prelado.
El obispo consideró que la liturgia dominical invitaba a ser partícipes de una “doctrina nueva” contenida no sólo como enseñanza de los profetas, sino también con presencia y manifestación, con vida y obra que revela a Dios.
“La doctrina de Jesús es totalmente nueva”, observó el obispo. “Tiene como parámetro el amor de Dios. Es el mandamiento primero y en él está contenida toda la Ley y los profetas. Amar no solamente a quien te ama, sino también a tu enemigo, perdonar hasta 70 veces siete, anteponer el amor y la misericordia a la venganza y la muerte, gritar al mundo las bienaventuranzas… Él es el hombre nuevo que renueva al mundo precisamente porque es el Hombre Dios y en Él la revelación y la comunión de Dios con los hombres alcanza la plenitud”, sostuvo.
Monseñor Martorell consideró que la novedad que trae Jesús exige también una relación nueva del hombre con Dios y una respuesta nueva, distinta a la forma en cómo respondieron los hombres de la antigua ley.
“¿Cómo no responder de forma nueva a quien nos muestra y enseña que tenemos un lugar privilegiado en el corazón del mismo Dios, quien no dudó en entregarnos el don de propio Hijo, su Vida, hecha nada por amor a nosotros, hasta el sufrimiento extremo de su muerte en la Cruz?”, expresó el prelado.
“Es por esto –agregó- que nuestra respuesta ha de ser extremadamente profunda, sin regateos, libre y solo por amor a Jesús dispuesta, con su gracia, a vivir todo lo que él nos pida, y hacer como dice el Apóstol: «Que la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal»”.
“Vivir la novedad de la santidad de Jesús, es gastar como Él la vida para gloria del Padre y para salvación de los hombres. El cristiano no puede vivir ya para sí mismo y para sus intereses personales; pertenece ya a Jesús que lo ha redimido. Esta novedad de la manifestación, presencia y cercanía de Dios para con el hombre, conlleva una novedad en la respuesta del hombre para con Dios. Que María nos lleve a una cercanía íntima con su hijo Jesús”, concluyó el obispo.+
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