Monseñor Uriona recordó que Don Bosco fue “un buen pastor para los jóvenes de su tiempo”, en especial para aquellos más alejados y abandonados de la ciudad de Turín. También evocó su difícil infancia y la paternidad de Dios que experimentó a través de los sacerdotes.
El obispo reconoció que la realidad juvenil es distinta en la actualidad, pero el desafío de llevar el Evangelio sigue siendo vigente.
“¡Cuántos jóvenes carentes de afecto y contención; cuántos esclavos de las adicciones; cuántos que han perdido el sentido de la existencia! Todos ellos están necesitados de buenos pastores, de amigos y padres que los acompañen, escuchen, orienten y les propongan el camino de libertad que nos trae Jesucristo”, dijo el prelado.
Monseñor Uriona animó a la familia salesiana, en sus múltiples ramas, a seguir el ejemplo de su fundador, perseverando en el carisma educativo y evangelizador, para mostrar una Iglesia en salida hacia los jóvenes.+
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