Cristianos e hindúes: Promover juntos la esperanza en las familias

Ciudad del Vaticano (AICA): El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso publicó hoy el mensaje a los hindúes con motivo de la festividad de Deepavali o Diwali, la fiesta de las luces que cae entre octubre y noviembre, durante el mes hindú de ashwayuja. El mensaje de este año, firmado por el presidente de ese dicasterio el cardenal Jean-Louis Tauran y por el secretario, el obispo Miguel Angel Ayuso Guixot MCCJ, se titula: “Cristianos e hindúes: Promovamos la esperanza entre las familias”.
El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso publicó hoy el mensaje a los hindúes con motivo de la festividad de Deepavali o Diwali, la fiesta de las luces que cae entre octubre y noviembre, durante el mes hindú de ashwayuja.

Las fiestas de Deepavali, entre las más importantes del calendario, duran cinco días durante los cuales se refuerzan los lazos con familiares y amigos a los que se visita y se invita a comer ofreciéndoles dulces y la noche se ilumina de luces y fuegos artificiales. Simboliza el triunfo del bien sobre el mal y recuerda el regreso a la ciudad de Ayodhya del príncipe Rama después de haber derrotado al rey de los demonios Ravaṇa. Según la leyenda, los habitantes de Ayodhya tapizaron las murallas y los tejados con hileras (avali) de lámparas(dipa) para que Rama pudiera encontrar fácilmente el camino.

El mensaje de este año, firmado por el presidente de ese dicasterio el cardenal Jean-Louis Tauran y por el secretario, el obispo Miguel Angel Ayuso Guixot MCCJ, se titula: “Cristianos e hindúes: Promovamos la esperanza entre las familias”.

“El Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso –dice el texto- los saluda cordialmente con motivo de la fiesta de Deepavali, que conmemorais el 30 de octubre de 2016, deseando que sus celebraciones en todo el mundo sean para ustedes una ocasión para fortalecer los lazos familiares, y traigan alegría y paz a vuestras familias y comunidades.

Una sociedad sana depende de los lazos familiares y, sin embargo, se sabe que hoy en día la noción misma de familia se ve socavada por un clima de relativismo en su significado y valor esencial. También la vida familiar es a menudo perturbada por graves hechos como la guerra, la pobreza y la migración que, desgraciadamente han pasado a ser habituales en todo el mundo. Sin embargo, existen fuertes indicios de esperanza renovada gracias a los testimonios de cuantos creen en la perdurable importancia del matrimonio y la vida familiar para el bien de cada persona y de la sociedad en su conjunto. Con este seguro respeto por la familia y con una aguda conciencia de los desafíos globales que enfrentamos todos los días, proponemos una reflexión sobre cómo nosotros, cristianos e hindúes juntos, podemos promover la esperanza en las familias y humanizar cada vez más a nuestra sociedad.

Sabemos que la familia es la “primera escuela de humanidad” y que los padres son los “primeros y principales” educadores de sus hijos. En la familia es donde los hijos, guiados por el noble ejemplo de los padres y los ancianos, se forman en los valores que les ayudarán a desarrollarse como seres humanos buenos y responsables. Con demasiada frecuencia, sin embargo, las circunstancias familiares merman el optimismo y el idealismo de la juventud. Por lo tanto es muy importante que los padres, junto con la comunidad en general, inculquen en sus hijos un sentido de esperanza, guiándolos hacia un futuro mejor, y a la búsqueda del bien, incluso ante la adversidad.

Formar y educar a la esperanza es, así, una tarea de suma importancia para las familias porque refleja la naturaleza divina de la misericordia que acoge a los descorazonados, ofreciéndoles un objetivo. Este tipo de educación a la esperanza anima a los mismos jóvenes a ponerse a disposición de otros que atraviesan por necesidades, en caridad y servicio, y convertirse en luz para los que están en la oscuridad.

Las familias, por lo tanto, deben ser un “laboratorio de la esperanza” donde los hijos aprenden del ejemplo de sus padres y familiares, y experimentan el poder de la esperanza para consolidar las relaciones humanas, sirviendo a los más olvidados de la sociedad y superando las injusticias de hoy. A san Juan Pablo II le gustaba decir que “el futuro de la humanidad se fragua en la familia” Si la humanidad ha de prosperar y vivir en paz, entonces, las familias tienen que asumir la tarea de cultivar la esperanza y alentar a sus hijos a ser mensajeros de esperanza para el mundo.

Como cristianos e hindúes –concluye el mensaje- unámonos a todas las personas de buena voluntad para sostener el matrimonio y la vida familiar, haciendo de las familias escuelas de esperanza. Llevemos la luz de la esperanza en todos los rincones de nuestro mundo, brindando consuelo y fortaleza a todos los necesitados. ¡Les deseamos un feliz Deepavali!+

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