El Papa destacó que Jesús “no se detiene en el mal pasado, sino que entrevé el bien futuro; Jesús no se resigna a las cerrazones, sino que abre siempre nuevos espacios de vida; no se detiene en las apariencias, sino que mira el corazón”, los corazones heridos por el pecado.
“A veces nosotros buscamos corregir o convertir a un pecador llamándole la atención, sacándole en cara sus errores y su comportamiento injusto”, señaló el Papa. A diferencia de lo que el pueblo veía en Zaqueo, “un forajido, que se ha enriquecido a costa de la piel del prójimo”, la actitud de Jesús “nos indica otro camino: aquel de mostrar a quien se equivoca su valor, aquel valor que Dios continúa a ver no obstante todo, a pesar de todos sus errores”, destacó Francisco.
El Pontífice concluyó su reflexión recordando que Dios “no es bloqueado por nuestro pecado, sino que lo supera con el amor y nos hace sentir la nostalgia del bien”, esa nostalgia que todos hemos sentido después de un error. “Y así hace nuestro Padre Dios, así hace Jesús. No existe una persona que no tiene algo de bueno. Y esto mira Dios para sacarlo fuera del mal”, finalizó.+
Texto completo del Ángelus
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