Mons. Braida: "¡Que los mártires intercedan para que seamos testigos de la misericordia del Señor!"
El obispo diocesano se dirigió al cardenal Becciu, quien presidió la beatificación ayer, sábado 27 de abril, y al nuncio apostólico, monseñor Léon Kalenga, y les agradeció por su presencia, “en ustedes vemos de un modo claro y tangible la cercanía del papa Francisco”, dijo al comenzar.
“Con inmensa alegría participamos hoy de esta misa de acción de gracias por la beatificación de monseñor Enrique Angelelli, Wenceslao Pedernera y los padres Carlos de Dios Murias, Gabriel Longueville. Y lo hacemos aquí, en el paraje El Pastor, en Punta de los Llanos, un lugar tan emblemático donde nuestro querido Enrique dio la vida siguiendo al Señor en el fiel pastoreo de su pueblo. Donde su sangre corrió por este asfalto. Donde su palabra pretendió ser callada y su obra opacada. Pero eso no fue posible porque desde aquél día su sangre valiente no dejó de dar vida, su presencia cercana no dejó de inspirar y su corazón lleno de ternura no dejó de amar”.
Monseñor Braida recordó a los miles de peregrinos presentes el camino recorrido hasta alcanzar la beatificación de los mártires: “Hoy estamos aquí para agradecer a tantos que mantuvieron una llama encendida, que en estos últimos años fue creciendo hasta hacerse una fogata inextinguible. Agradecer a muchas organizaciones e instituciones que recorrieron sus huellas, recopilaron datos de su camino misionero y martirial, para trasmitirnos sus enseñanzas, aun en tiempos difíciles”.
Luego, el prelado se detuvo en el Evangelio, y esgrimió que “nuestros cuatro Beatos, luego de transitar el camino de Jesús, de vivir el Evangelio y dar la vida por él, participan en plenitud de esa alegría. Por eso fueron declarados beatos es decir: Felices, bienaventurados, dichosos”.
“Ese camino que nos enseñó Jesús está centrado en la caridad, en un amor que es entrega y misericordia”, manifestó monseñor Braida y recordó “monseñor Enrique Angelelli, de muchas maneras ha invitado a escuchar con misericordia a los marginados y escuchar en ellos la voz del mismo Dios”.
Del mismo modo, recordó las “gritas” de nuestro mundo, “donde podemos caer en la ilusión de creer que saldremos adelante sólo cuando triunfe una de las partes”. La pastoral en la que trabajaban Carlos, Gabriel y Wenceslao junto a tantos otros sacerdotes promovió “encarnar el espíritu de comunión”, manifiesto en “la búsqueda de diálogo permanente tanto dentro como fuera de la Iglesia”, indicó monseñor Braida.
“Hoy en nuestra patria estamos atravesando una crisis donde sin pausa crece la pobreza. Vemos obreros que pierden sus puestos de trabajo de la noche a la mañana, quedamos perplejos ante hechos de violencia que afectan particularmente a los más pequeños, casos recurrentes de violencia de género y víctimas de trata, nuestras cárceles pobladas de jóvenes. La vida por nacer, tan frágil y pobre, también amenazada y muchas veces truncada. Cómo no escuchar en estas personas sufrientes la voz de un Dios que clama atención, compromiso y dedicación”.
Al finalizar, se dirigió a los jóvenes presentes, ya que muchos de esta generación se sintieron inspirados por la pastoral de monseñor Angelelli: “Hoy la Iglesia y la sociedad están llamadas a rejuvenecerse con la mayor participación y espacios de las jóvenes generaciones. En este sentido el mismo Francisco acaba de publicar exhortación ‘¡Cristo Vive!’.
“Queridos hermanos y hermanas, que esta celebración anime nuestra esperanza. Sí, hay muchos problemas, muchos desafíos pero nada ni nadie puede quitarnos la fe y la esperanza”, dijo al concluir, e invocó a la Virgen del Valle, “la Bienaventurada Virgen María, nos lleve de la mano por el camino de la misericordia y San Nicolás nos haga crecer en la fidelidad a la vocación recibida”.
“¡Que nuestros queridos cuatro mártires, Enrique, Carlos, Gabriel y Wenceslao, intercedan por nosotros para que seamos, como ellos, en nuestro aquí y ahora, fieles testigos de la misericordia del Señor, servidores generosos de una nueva”, concluyó.+
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