Resoluciones de Mons. Frassia ante los cambios pastorales en la Isla Maciel
Tras dialogar con los interesados y consultar al Consejo Presbiteral, el prelado dispuso:
1-Teniendo en cuenta la intransigencia y la poca voluntad del P. Francisco Olveira y no queriendo producir un daño profundo a la comunidad diocesana y a la acción pastoral de la Iglesia, a partir del día de la fecha le retiro las licencias ministeriales en la diócesis de Avellaneda-Lanús, por lo que no es lícito que celebre públicamente los sacramentos en esta diócesis.
2-Concedo un periodo sabático al P. Mario Ghisaura, por el término de mi voluntad, conservando los cargos de párroco de San Pablo y Nuestra Señora de Fátima y de la capilla de Itatí y de Mons. Romero, de la Isla Maciel.
3-Concedo licencia de traslado al P. Juan Manuel Rega, para que realice estudios de posgrado.
4-Las parroquias San Pablo y Nuestra Señora de Fátima, Isla Maciel, serán atendidas por los sacerdotes de la diócesis.
“Esperando que todo se encauce para bien, le pido a la comunidad diocesana que rece y trabaje por la unidad y que la evangelización especialmente en este tiempo de Pascua, nos abra a la conversión, al entendimiento y a la superación de los conflictos”, expresó en un comunicado.
Texto a la comunidad
Como muchos de ustedes se habrán enterado, algunos por comentarios diocesanos y otros por los medios de comunicación, de los acontecimientos en la Isla Maciel: se encontraba administrando la comunidad parroquial el P. Francisco Olveira, y fue nombrado a finales del año pasado el P. Mario Ghisaura como párroco, y el P. Juan Manuel Rega, como vicario parroquial, y los siguientes mal entendidos que incluyeron diversas cartas a la opinión pública e incluso un petitorio de Madres de Plaza de mayo.
El cambio en la Isla con el P. Francisco se fue conversando durante el año pasado, incluso él me manifestó que había llegado a un techo, pero también desde hacía tiempo venia señalándole determinadas actividades y manifestaciones públicas, que en el caso de un laico se tratan de una manera y en un clérigo de otra; por ejemplo el tema del aborto, un tema que está muy claro en el Catecismo de la Iglesia católica y también en un contundente magisterio del papa Francisco, no es compatible con el ejercicio del sacerdocio manifestarse en contra de la doctrina común de la Iglesia.
El P. Francisco manifestó entender los motivos del cambio y de su vuelta a su diócesis de Merlo-Moreno, pero después en la práctica, personalmente y desde tribunas determinadas (Madres de Plaza de Mayo, Instituto Patria, y determinadas Cartas abiertas) comenzó como él mismo lo definiera “una guerra”, para que, el obispo, dé marcha atrás con el nombramiento del nuevo párroco y se siga una línea, que en su mayor porcentaje es una línea política e ideológica, no de pastoral como se hace en tantas diócesis a nivel barrios y también, la llamada pastoral de “curas villeros” que con sus características propias siempre se enmarca en un ambiente de unidad eclesial, no uniformidad, ni tampoco sectarismo, produciendo un gran bien en donde es desarrollada.
Quiero dejar constancia que las opciones partidarias e ideológicas del P. Francisco pertenecen al ámbito de lo personal y como tal respetable, pero en el caso de un sacerdote deben subordinarse a la Tradición y a la acción de la Iglesia.
Lamentablemente, aún sin quererlo, un cambio que debería haber sido normal ha producido en la comunidad de la Isla Maciel una división profunda que no puedo ignorar. Los bandos, las permanentes críticas, podemos repasar, también con las catequesis del papa Francisco, “ lo mal que él ve como pastor y también personalmente, las críticas y los bandos dentro de la Iglesia, al espíritu criticón y sectario el Papa lo ha llegado a calificar de terrorista”. También se ha llegado a ciertos tipos de amenaza y agresión.
En el transcurso de estos meses he recibido gente que se manifestaba en contra y también gente que se manifestaba a favor de la permanencia del P. Mario. Escuché a todos y a todos también les expliqué mi punto de vista como obispo y pastor de la Diócesis que tiene que buscar el bien de los fieles y la unidad. Lo hice personalmente. No puedo, ni debo realizar mi labor pastoral desde los medios.
La división de la que hablaba se ha profundizado hasta un nivel en el que la acción pastoral se vuelve ineficaz, porque muchos están a la defensiva, se crea un clima de desconfianza y ya de entrada se ha comenzado con prejuicios, no dándose el tiempo para conocerse y para acercar posiciones, sumado a que no sólo lo político es teórico sino que también muchas instituciones y cooperativas dependen de aportes públicos y, por tanto, existe el riesgo de que personas puedan quedarse sin ayudas o se les cree algún tipo de tensión.
Habiendo hablado con los interesados y habiéndolo consultado con el Consejo Presbiteral he tomado las siguientes resoluciones:
1-Teniendo en cuenta la intransigencia y la poca voluntad del P. Francisco Olveira y no queriendo producir un daño profundo a la comunidad diocesana y a la acción pastoral de la Iglesia, a partir del día de la fecha le retiro las licencias ministeriales en la Diócesis de Avellaneda-Lanús, por lo que no es lícito que celebre púbicamente los sacramentos en esta Diócesis.
2-Concedo un periodo sabático al P. Mario Ghisaura, por el término de mi voluntad, conservando los cargos de Párroco de San Pablo y Nuestra Señora de Fátima y de la Capilla de Itatí y de Mons. Romero, de la Isla Maciel.
3-Concedo licencia de traslado al P. Juan Manuel Rega, para que realice estudios de posgrado.
4-Las Parroquias San Pablo y Nuestra Señora de Fátima, Isla Maciel, serán atendidas por los sacerdotes de la Diócesis
Esperando que todo se encauce para bien, le pido a la comunidad diocesana que rece y trabaje por la unidad y que la evangelización especialmente en este tiempo de Pascua, nos abra a la conversión, al entendimiento y a la superación de los conflictos.
Que María asunta y santa Teresa intercedan por nuestra diócesis.+
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