Entre mates, Francisco pidió a los obispos argentinos acompañar a los que sufren
“La reunión ha sido realmente muy buena, estuvimos las dos horas conversando, el tiempo se nos fue rapidísimo, pero pudimos plantear muchas inquietudes que teníamos. Por un lado él está insistiendo mucho, en estos últimos dos años particularmente, acerca de la dimensión de la sinodalidad de la vida de la Iglesia”, señaló. En ese sentido, los obispos pudieron preguntarle a él “que nos conoce en la Argentina, qué es lo que de esto tenemos que incorporar en nuestra praxis pastoral”.
“Dentro de esto él nos dijo, por un lado, que viéramos los organismos que ya están previstos y que en realidad no en todos lados funcionan: el Consejo de Asuntos Económicos, tanto en parroquias como en diócesis; el Consejo Pastoral, donde todas las vocaciones tienen su voz, su parecer, su acompañamiento”, relató el prelado.
“Le planteamos también nuestra preocupación por los pobres y él ahí, conociendo de algunas de las iniciativas que tenemos en la Iglesia en la Argentina y en algunas diócesis, nos alentó en lo que tiene que ver con la atención a los adictos a las drogas, escuchar, dedicar tiempo a los pobres, una formulación que está también en el documento de Aparecida y que él la toma en el Evangelii Gaudium, como diciendo: ‘Algo que todos nosotros valoramos mucho es el tiempo: dedicarle tiempo a una persona es un gesto de cariño, de predilección’”, continuó.
Francisco los exhortó también a dedicarle tiempo a los jóvenes. “Ahí nos hizo referencia a la última exhortación apostólica, ‘Cristo vive’, como para que también nos sentemos a escuchar a los jóvenes. Nos habló acerca de la necesidad que tenemos los obispos de ser hombres de oración y de contemplación de la Palabra de Dios, que no nos dejemos ganar por el activismo, y ahí nos hizo referencia al libro de los Hechos de los Apóstoles, donde después de designar a los diáconos por primera vez, en las primeras comunidades cristianas, Pedro dice: ‘Bueno, así nosotros nos podemos dedicar a la oración y a la predicación de la Palabra’ como estos dos ejes también centrales”, explicó.
Monseñor Lozano destacó la intervención de uno de los obispos, que pidió al Papa que les dijera, para poder rezar, una alegría y un dolor que sienta. En cuanto a la alegría, se refirió a “la santidad de lo que él llama la clase media. ‘Yo me gozo en la cantidad de testimonios de gente buena que hay, que hace el bien desinteresadamente, con generosidad, en tanta gente que a veces en lo oculto, no nos damos cuenta, pero que van construyendo el Reino a través de ese testimonio’”, destacó el arzobispo. En cuanto al dolor, “nos dijo que tiene que ver con el rencor y el chisme, que hay mucha gente que guarda rencor, odio en su corazón, que esto es algo que a él le duele, y el chisme, cuando él percibe que dentro de la vida de la Iglesia, algunos ‘se sacan el cuero’, que unos hablan mal de otros, dijo que ‘eso destruye’, y nos regaló a la salida una publicación pequeñita acerca del chisme que destruye. ‘No hablemos mal de nosotros’, se titula, que es de un autor italiano, que el Papa le dedicó una especia de prólogo, introducción”.
Sobre su posible visita a la Argentina, monseñor Lozano reconoció: “Le preguntamos, como seguramente le preguntaron los otros grupos de obispos, cuándo iba a venir a la Argentina, que ese era nuestro deseo y el deseo del pueblo, que percibíamos este anhelo en nuestra gente. Él nos dijo que su deseo era venir, que incluso tuvo en un momento programado venir para noviembre de 2017, cuando iba a hacer su visita a Chile, iba a hacer los países que le quedaban: Chile, Argentina, tal vez Uruguay, pero que en ese momento en Chile estaban en un proceso electoral, y entonces postergó el viaje a Chile para enero y ahí tenía que ir también a Perú, y le quedó pendiente la Argentina. Le preguntamos ¿Podés darnos alguna fecha? Y dijo ‘Este año seguro que no’, porque nos mencionó su agenda ya bastante completa de viajes al exterior, y quedó abierta la puerta de que en cuanto pudiera lo iba a tener en cuenta porque es su deseo también poder venir”, afirmó. “Ni fecha ni año, dijo ‘en cuanto pueda’”, sostuvo.
“Hemos hablado de la situación del país, la necesidad de unir los corazones, los ánimos, de ver cómo unir como pastores, cómo alentar desde la espiritualidad al diálogo, la comprensión, la aceptación mutua, tratar de pacificar los corazones, para que las ideologías no terminen tapando la verdad o impidiendo el diálogo de los que somos hermanos en una misma patria”, relató el prelado.
Sobre las “corrientes antipapa”, monseñor Lozano señaló que no es la primera vez que pasa, que sucedió con muchos Papas antes que Francisco. “Una de las cosas que me asombra de esto es que la Iglesia, pese a que muchos la identifican como una pirámide donde hay una decisión y todos la acatan, al contrario, es una institución donde hay mucho diálogo, donde el disenso se acepta”, aclaró.
“Le dijimos nuestra preocupación y manifestamos nuestro cariño y cercanía, y él también nos manifestó su comprensión. Yo nunca lo escuché desde los años que lo trato, tanto como obispo auxiliar, después en la Conferencia Episcopal, y ahora como Papa, criticar a quien lo critica. Él lo asume con paciencia, pidiéndole al Señor que mueva los corazones a la reconciliación, y yo intento también imitarlo en lo mismo. A veces hay mediocridades humanas que tenemos en el corazón porque nosotros somos hombres de esta Iglesia concreta, compuesta por personas concretas, que nos equivocamos, acertamos y a veces pecamos, y también en la mayoría de los casos somos testigos de grandes gestos de generosidad y santidad”, reconoció.
Sobre el clima vivido durante el encuentro, detalló: “No hemos podido tomar mate todos, pero uno llevó mate y convidó, especialmente al Papa que es el que menos frecuentemente toma mate. El Papa pidió a los obispos ‘evitemos discursos, palabras protocolares, estamos entre hermanos, nos conocemos hace muchos años’, entonces lo saludamos con mucha cordialidad, con abrazos, a algunos les preguntó en un breve intercambio, cómo está su salud, su familia; él está al tanto de algunas situaciones personales de nosotros”, explicó.
“Lo vi muy animado, muy contento, con un ánimo realmente propositivo. Cuando nosotros le planteábamos alguna situación ‘negativa’ por decirlo así, él no ha asumido un espíritu quejoso, sino más bien propositivo, de decir ‘frente a esto hagamos tal cosa, recemos más, estemos más cerca de tales o cuales, veamos cómo buscar actitudes que sean superadoras a esto que nos duele’”, destacó.+
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