Mons. Martínez Perea animó a los profesores a brindar “una formación integral”
“En el profesor uno distingue dos aspectos: el académico y el humano”, señaló el prelado, y felicitó a quienes en el aspecto académico “se esfuerzan, han hecho sus trabajos, sus estudios, y lo vuelcan a los alumnos con la constante actualización, animarlos a seguir en ese esfuerzo y agradecerles”.
El obispo reconoció fundamentalmente a los profesores universitarios, a quienes advirtió: “Muchas veces se puede correr el riesgo de repetir cosas sistemáticamente y no profundizarlas, e incluso de no verificarlas para transmitir la verdad, en la materia que sea, esa verdad que implica la transmisión y el estudio, la profundización”.
“Y el otro aspecto del profesor es el humano, es decir: lo que uno tiene enfrente, en las aulas, es otro ser humano que además del estudio tiene una vida, un futuro, y como son jóvenes, uno tiene que pensar en el futuro de esos jóvenes, darles instrumentos para la vida, que a través del estudio específico que hacen, la especialización, van a ser también padres de familia, directores, a su vez serán profesores, compañeros, amigos, deportistas, formarlos también para la vida. Que sea una formación integral: de los afectos, de la inteligencia, de la fe”, animó.
En ese sentido, invitó a los educadores a “dejar abierta a los alumnos esa visión de la trascendencia, la ciencia, el estudio”, para que no queden encerrados en sí mismos. “Es la transmisión de una verdad que participa de la verdad primera, de una verdad que me lleva a Dios, que es el principio de la verdad, me lleva al principio del ser de las cosas”.
“Un estudio, un trabajo que no termina en Dios, no ha sido bien hecho, porque la misma ciencia termina en Dios”, aseguró. “Que Dios bendiga a todos los profesores por todo el bien que hacen, en el recuerdo de José Manuel Estrada”, deseó.+
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