Entre quienes recibieron el escapulario se encontraban alumnos, profesores, empleados, padres y hasta una delegación de los Bomberos Voluntarios de Del Viso. Debido al gran número de solicitantes, la celebración original prevista para el día de la Virgen del Carmen, tuvo que postergarse para que, por un lado se hiciese una catequesis más profunda de lo que significa ponerse en manos de Nuestra Madre, comprometerse y pedir su protección; y por otro, una razón de índole práctica, se pudiese convocar a más sacerdotes, ya que la imposición del escapulario es personal.
Fue así que junto con el capellán del Instituto, monseñor Santiago Herrera, estuvieron los presbíteros Félix Miravalle, responsable pastoral de la parroquia local; Gabriel Micheli, por Cáritas diocesana; Jesús Pérez, José Dithurbide y Roberto Barrera. La colaboración fue mucha y le dio un marco especial a este rito, que marcó un hito en la comunidad, además de un pequeño “récord carmelitano”.
La fiesta coincidió providencialmente con el fin de un mes dedicado en el Instituto a reflexionar sobre la figura y virtudes del general Don José de San Martín, bajo el lema: “Hagamos una Patria Sanmartinana”. En ese sentido, recordaron que fue el Padre de la Patria quien encomendó el Ejército de los Andes a Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, y puso a los granaderos bajo su protección pidiendo que todos también lleven su escapulario.
La celebración culminó con un emocionante homenaje a dos héroes locales: Oscar Ariel Giménez y Cristian Patricio Rojas, quienes en el año 2002 dieron su vida electrocutados en la esquina del Colegio buscando proteger a los alumnos durante un grave incidente. La comunidad de Manuel Alberti los recuerda año a año y también los pone bajo el amparo de María porque al tratarse de “servidores públicos caídos en acto de servicio, se constituyen en verdaderos mártires de la sociedad". El padre Gabriel Micheli, antiguo compañero del seminario de un hermano de uno de los bomberos fallecidos, los recordó con afecto y señaló el valor trascendente del sacrificio de todos aquellos que se juegan la vida por servicio al prójimo.
La Santísima Virgen, que protege a los suyos, recibió seguramente con gran alegría a esa pequeña multitud que, más allá de los tiempos difíciles que nos tocan vivir, dio testimonio de su fe y se incorporó a su gran familia carmelitana.+
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