Buenos Aires (AICA): ”No nos podemos conformar con que vengan a misa o algunos lleven a sus hijos a un colegio parroquial. Tenemos que ir a los que no forman parte de la Iglesia. Antes de que se debilite más, hay que empezar, hay que actuar”, reclamó el director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), presbítero Dante De Sanzzi, en una reflexión en el marco del Octubre Misionero. ”Hay gente al lado nuestro alejada del Señor y del Evangelio. Por eso, los cristianos no pueden ser misioneros en otros países si antes no se preocupan de los no cristianos de su propia casa”, advirtió, y sostuvo que “la causa misionera es la primera. No podemos quedar pasivos en los templos. Para que se conviertan nuestras comunidades tenemos que pasar a una pastoral misionera”.
Tras señalar que en el siglo XX hubo “un debilitamiento misionero”, afirmó que “ahí apareció la encíclica Redemptoris Missio y Juan Pablo II”, quien alentó la idea de “mantener vivo el anuncio, llegar a los más alejados, tarea de la Iglesia”.
El sacerdote lamentó que a muchos cristianos aquella encíclica de 1991 “le pasó por el costado” y criticó que “todavía hoy, muchos no se dejaron transformar por ese impulso misionero”.
”No nos podemos conformar con que vengan a misa o algunos lleven a sus hijos a un colegio parroquial. Tenemos que ir a los que no forman parte de la Iglesia. Antes de que se debilite más, hay que empezar, hay que actuar”, reclamó.
”Todos estamos llamados a la misión y a llevar a Jesús; y principalmente a los que no lo conocen. Y esto no es cuestión de distancias, ya que esas personas pueden vivir al lado de mi casa. Hay gente al lado nuestra alejada del Señor y del Evangelio. Por eso, los cristianos no pueden ser misioneros en otros países si antes no se preocupan de los no cristianos de su propia casa”, advirtió.
El presbítero De Sanzzi sostuvo que “la causa misionera es la primera. No podemos quedar pasivos en los templos. Para que se conviertan nuestras comunidades tenemos que pasar a una pastoral misionera”.
”Hay que mantener viva la ilusión de llevar a Cristo a los demás, ir a sus casas, buscar al otro, tocar su corazón, aliviar la angustia del oprimido, visitar al enfermo, honrar al anciano. No nos quedemos esperando, incluso, ‘sin saber qué’. Llevar a otros el amor de Dios, en cualquier ambiente. Ninguno de nosotros tenemos derecho a renunciar a esto, a nuestra misión”, concluyó.+
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