Puerto Iguazú (Misiones) (AICA): El obispo de Puerto Iguazú, monseñor Marcelo Martorell explicó el sentido de las lecturas propuestas por la liturgia para este domingo. Enfatizó en la seguridad que debe rodear al cristiano de que sus ruegos son escuchados por Dios: “La fe nos asegura que nuestra súplica será finalmente oída, que Dios hará justicia a sus elegidos. Pero es necesario que la Iglesia y cada uno de los fieles guarden íntegra la fe en Dios, sin recurrir a supercherías y ciencias ocultas, que no son de Dios. Debemos mantener íntegra nuestra fe”.
Monseñor Martorell refirió que la primera lectura muestra a Moisés orando por su pueblo con los brazos en alto, a fin de que prevalezca la suerte en el campo de batalla sobre los amalecitas. Indicó que las manos levantadas de Moisés eran signo de la oración elevada a Dios para invocar su auxilio, y que cuando Aarón y Jur le sostuvieron los brazos en dirección al cielo debido al cansando, se expresa “el deseo de la victoria asentada sobre la fe que esperaba en el auxilio del Señor”.
Luego, monseñor Martorell explicó la parábola del juez y la viuda pobre y desamparada, a la que Jesús hace referencia para explicar a los discípulos que debían orar siempre sin desanimarse. Jesús cuenta que el juez no temía a Dios ni le importaban los hombres, pero accede a atener a la viuda para que no le siga fastidiando.
“Jesús parte de este ejemplo para enseñarnos que Dios, muy por el contrario de este juez injusto, escuchará la súplica de quien recurre a Él con fe y constancia”, explicó el prelado. “¿No hará Dios justicia a sus elegidos que le gritan día y noche aunque los haga esperar? Los creyentes debemos vivir aguardando el advenimiento del Reino y rogar, sin cesar por ese día de salvación. El Señor nos juzgará según la fe y el amor con que hayamos vivido durante nuestra vida”.
El obispo enfatizó en la seguridad que debe rodear al cristiano de que sus ruegos son escuchados por Dios: “La fe nos asegura que nuestra súplica será finalmente oída, que Dios hará justicia a sus elegidos. Pero es necesario que la Iglesia y cada uno de los fieles guarden íntegra la fe en Dios, sin recurrir a supercherías y ciencias ocultas, que no son de Dios. Debemos mantener íntegra nuestra fe”.
“Queridos hermanos –añadió-, debemos permanecer firmes en la fe en Jesucristo y en la Iglesia que nos predica la palabra. Pidamos que el Espíritu Santo nos ayude a permanecer firmes en la oración frente a las pruebas. El Señor escuchará nuestras súplicas porque nos ama y si nos deja sufrir es para que nos unamos a la pasión de Jesucristo que sufrió por nosotros. Ofrezcamos al Señor estos sufrimientos y Él los aplicará también a quien lo necesite para la salvación de su alma”.+
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