La Plata (Buenos Aires) (AICA): En su columna televisiva semanal el arzobispo de La Plata, Mons. Héctor Aguer, destacó que “el Día de la Madre es una celebración irreemplazable y entrañable para todos. Para los que tienen la mamá en vida y para los que la tenemos en el cielo. Pero también es una ocasión para reflexionar sobre la relación de la pareja, de los papás entre ellos, la relación matrimonial, porque la maternidad es también correlativa a la paternidad. Si hay una mamá hay también un papá. Y ese complejo de relaciones hace a la realidad tan bella, tan humana, y tan cristiana de la familia. Si bien este es un tema colateral, puede ser también bueno para pensar en este Día de la Madre.
Indicó luego que “el Día de la Madre, además de este aspecto tan familiar y tan cercano al corazón de todos”, es una ocasión para “hacernos recordar algo fundamental de la vocación femenina, de la identidad femenina: que la maternidad no es un accidente, no es algo que ocurre por casualidad sino que responde a la naturaleza misma de la mujer. Y por eso también esa vinculación irrepetible que se da entre la madre y los hijos”.
Además de esta consideración, dijo el prelado, “que quiere ser un recuerdo para todas las madres que nos están viendo”, comentó un escrito periodístico en el que se pone en cuestión la relación de la pareja, de los papás entre ellos, la relación matrimonial, que podría peligrar porque se ocupan demasiado de los chicos”.
“Concretamente me llamó la atención la obra de un especialista en terapia familiar, un inglés, autor de un libro que se ha convertido en un best seller y cuyo título es “Yo te amo pero tú me pones siempre en el último lugar”. El título recoge un posible reproche del marido a la mujer porque ella se ocupa demasiado de los hijos, o porque ambos están tan ocupados con los hijos que han perdido aquella vinculación continua que tenían, tiempo de estar solos, de atenderse recíprocamente, de salir juntos, etc.”.
“El autor, que se llama Andrew Marshall, propone una serie de reglas para resolver esta supuesta dificultad. Pero la cuestión, en el fondo, sería poner a los chicos en el segundo lugar, desplazarlos del primer puesto de interés”.
“Al leerlo me planteaba algunas cuestiones: ¿eso es lo que hay que hacer, verdaderamente? ¿No se puede llegar en todo caso a armonizar la vida de pareja -para decirlo con un lenguaje hoy común-, la relación entre los esposos, que puede seguir siendo afectuosa, entregada el uno al otro, y al mismo tiempo volcándose los dos en los hijos? ¿Tienen que alienarse entre sí porque se entregan a los hijos?”.
“Me parece que semejante opción va en contra de la realidad misma de la maternidad y de la paternidad. Porque la maternidad es también correlativa a la paternidad. Si hay una mamá hay también un papá. Y ese complejo de relaciones hace a la realidad tan bella, tan humana, y tan cristiana en nuestro caso, de la familia”.
“Sin duda, no faltarán altibajos y dificultades, pero esos momentos pueden ser superados con inteligencia (con sentido común) y con mucho amor”, agregó y manifestó, finalmente, que “si bien este es un tema colateral, puede ser también bueno para pensar en este Día de la Madre. Lo propongo, junto con mi más cordial saludo y mi felicitación a todas las mamás”.+
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