Santa Fe (AICA): “El Día de la Madre nos ayuda a que este domingo sea para cada uno de nosotros un momento de reconocimiento y de gratitud. No es un domingo más. Detenernos en un recuerdo, en un gesto de cariño, en una visita a quien tal vez nos está esperando, como en una oración que nos introduce en ese ámbito que nos hace cercanos desde la fe en un Dios que cuida de todos sus hijos, pienso que es un deber que nos corresponde y que lo necesitamos porque nos hace bien”, aseguró el arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, monseñor José María Arancedo, en su alocución semanal. “Recuperar nuestra condición espiritual de hijos no es un regreso nostálgico al pasado, sino un signo de sabiduría y de gratitud, que son notas que hablan de nuestro reconocimiento y madurez”, subrayó.
“Este hecho tiene un profundo sentido humano, espiritual y social”, afirmó y, citando al beato Juan Pablo II, dio gracias a Dios “por cada mujer, por la medida eterna de su dignidad femenina”.
El prelado consideró que “esta primera mirada a la mujer nos ayuda a valorar el significado de la maternidad desde la riqueza de su condición femenina y, al mismo tiempo, como una tarea asumida con amor y responsabilidad. Esto nos permite valorar la importancia de una educación que tenga en cuenta el significado humano y espiritual de la maternidad, principalmente desde la educación sexual en su niñez”.
“En el contexto de valorar la maternidad como un aspecto en la vida de la mujer, creo importante la reflexión que nos ofrece Aparecida: ‘Esto no se opone, nos dice, a su desarrollo profesional y al ejercicio de todas sus dimensiones, lo cual permite ser fieles al plan originario de Dios que da a la pareja humana, de forma conjunta, la misión de mejorar la tierra. La mujer es insustituible, continúa, en el hogar, la educación de los hijos y la trasmisión de la fe. Pero esto no excluye la necesidad de su participación activa en la construcción de la sociedad’”.
“Para ello, se requiere, concluye, propiciar una formación integral de manera que las mujeres puedan cumplir su misión en la familia y la sociedad”, agregó.
El arzobispo santafesino sostuvo que “esta tarea, como vemos, pertenece a toda la sociedad como responsable de esa ‘formación integral’, que permita a la mujer su plena realización en el desarrollo de todas sus condiciones. Un tema que nos habla, también de la vocación maternal de la mujer, es el de la adopción que debería tener una mayor valoración no sólo en la sociedad, sino en una más rápida y responsable concreción de las leyes”.
Monseñor Arancedo insistió en que “el Día de la Madre nos ayuda a que este domingo sea para cada uno de nosotros un momento de reconocimiento y de gratitud. No es un domingo más. Detenernos en un recuerdo, en un gesto de cariño, en una visita a quien tal vez nos está esperando, como en una oración que nos introduce en ese ámbito que nos hace cercanos desde la fe en un Dios que cuida de todos sus hijos, pienso que es un deber que nos corresponde y que lo necesitamos porque nos hace bien”.
“Recuperar nuestra condición espiritual de hijos no es un regreso nostálgico al pasado, sino un signo de sabiduría y de gratitud, que son notas que hablan de nuestro reconocimiento y madurez”, concluyó.+
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