En un templo colmado de familias, jóvenes y alumnos de colegios salesianos, la misa fue presidida por el obispo de Mar del Plata, monseñor Antonio Marino.
“Sencillo, cercano y popular, y al mismo tiempo profundo y beneficiado con experiencias místicas, se preocupaba por trasmitir las grandes verdades que iluminan nuestra vida. Por eso escribió obras de divulgación al alcance de todos”, destacó.
“No buscaba deslumbrar sino convertir las vidas desde la simplicidad, y esto lo lograba con creces. Fundó revistas, editoriales, escuelas tipográficas. Su creatividad era ilimitada”, agregó.
El obispo marplatense recordó que “para la continuidad de esta obra, entendió que la voluntad de Dios le pedía fundar la Congregación Salesiana, y luego, con Santa María Mazzarella, las Hijas de María Auxiliadora. También la Asociación de los Cooperadores y la Asociación de María Auxiliadora. Sabemos que la gracia de Dios acompañó esta obra cuyos frutos de santidad celebra la Iglesia universal”.
Tras agradecer la huella que dejaron los salesianos que llegaron a la Patagonia desde 1875, indicó que Don Bosco afirmaba que “todo lo hizo María Auxiliadora” y decía: “El que pone su confianza en la Virgen Auxiliadora nunca se verá defraudado”.
Monseñor Marino citó la carta que el papa Francisco mandó al rector mayor de los Salesinos, padre Ángel Fernández Artime, y concluyó: “Don Bosco nos enseña, ante todo, a no quedarnos mirando, sino a ponernos en primera línea, para ofrecer a los jóvenes una experiencia educativa integral”.
Al finalizar la misa, cientos de fieles partieron luego de la caravana hacia la Villa Don Bosco, donde se reinauguró un monumento al santo y se compartió un almuerzo familiar.+
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