Mons. Aguer cuestionó que el periodismo atribuya a “la Iglesia” opiniones personales
El arzobispo platense comenzó su reflexión así: “Hace casi dos meses envié una carta de lectores al diario La Nación, pero el diario no me la publicó y me pareció bueno compartirla con ustedes. La carta se refería a un artículo publicado en ese mismo diario, unos días antes, en el que se comentaba la medición que acababa de hacer el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina sobre el índice de pobreza”.
“En esta medición parece que el Observatorio aplicó una metodología nueva para calcular qué cantidad de pobres hay en la Argentina, si han aumentado o disminuido. Les leo el texto de mi carta:
“Leí el artículo de Mariano De Vedia, publicado en La Nación el 2 de abril, en el que se trata del crecimiento de la pobreza, titulado ‘La medición de la Iglesia otra vez en el eje de la polémica’. Comprendo que la función periodística incluye la habilidad de resumir en un título impactante la noticia o la idea que se desea trasmitir pero en el texto se lee también ‘los datos de la Iglesia’… ‘la Iglesia quiso dar un mensaje’… ‘la medición de la Iglesia’… ‘los canales de diálogo con la Iglesia’. Agustín Salvia no es Iglesia, ni el Instituto que dirige, que realiza una obra encomiable lo es, ni la UCA, ni monseñor Fernández [Víctor Manuel], que según la nota está muy cerca al Santo Padre, ni yo por supuesto, que tengo el atrevimiento de decir algo cada semana por Canal 9 y por Radio Provincia”.
“El artículo de De Vedia, que es ciertamente muy bueno, muestra que existen voces diversas en la Iglesia. Me refiero, obviamente, a cuestiones opinables y, más todavía cuando se mezclan en ellas posturas políticas o, como en este caso, se exhiben resultados de técnicas de investigación. A propósito de las mismas, según el artículo que comienza en la tapa del diario el resultado de la medición responde a un inusual ejercicio de simulación estadística. ¿Qué seguridad, qué autoridad, qué valor tendrá? Por otra parte no me cabe duda que el costo de los platos rotos de la última década lo pagarán los pobres. Por lo menos ellos pagarán las cuotas más altas desgraciadamente. Estos asuntos en los cuales yo mismo, por debilidad o por vicio, muchas veces me entrevero, no caen principalmente en la misión esencial de la Iglesia, la que Jesús encargó a los apóstoles: ‘Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos’. No dijo mucha gente, sino todos los pueblos, ellos enteros. Aún falta bastante para cumplir ese mandato y por lo tanto no habría que distraerse demasiado en cuestiones secundarias”.
“Esta era mi carta que ahora ustedes conocen y pueden opinar sobre ella”, dijo monseñor Aguer al concluir su lectura y añadió: “Pero agrego algunas cositas más. Se dice ‘la Iglesia dijo’. ¿Cuándo un periodista puede decir ‘la Iglesia dijo’? Ahora la Conferencia Episcopal Argentina acaba de publicar un documento respecto del Bicentenario, y bien, se podría decir ‘la Iglesia en la Argentina dijo o dice tal cosa’, porque es un documento que ha sido discutido y votado en el seno de la Conferencia Episcopal”.
Continuando con el tema dijo más todavía: “Pero pongamos otros ejemplos. La Comisión Permanente del Episcopado saca un documento y se suele decir ‘la Iglesia dijo’. ¿La Iglesia dijo? En realidad son los miembros de la Comisión Permanente, no es todo el Episcopado tampoco. El presidente de una Comisión Episcopal que tiene que tratar asuntos vinculados con el orden temporal da una conferencia de prensa y en seguida se escribe ‘la Iglesia dijo’. Y no es así, cuanto mucho lo dijo monseñor Fulano. Yo cada tanto pego algún rebuzno y no suelen decir ‘la Iglesia dijo’ sino ‘el conservador Arzobispo de La Plata’ o ‘duras críticas de Aguer’. No recuerdo bien, pero ¿cuando fui dos períodos presidente de la Comisión Episcopal de Educación Católica, los periodistas ponían ‘la Iglesia dijo’, o más bien sí decían eso de que ‘el conservador arzobispo de La Plata”…?. Alguno hasta dijo ‘el ultra ortodoxo arzobispo de La Plata’, o sólo ‘dura crítica de Aguer’.
Seguidamente y en su tarea magisterial el arzobispo explicó a los televidentes que lo siguen todos los sábados: “Lo que quiero con esto, amigos, es que vean cómo se habla de estas cosas con tanta ligereza. Y me extiendo un poco más: en el Magisterio de la Iglesia o en la tarea de enseñanza que compete al Papa, a los obispos personalmente y a los episcopados, hay grados diversos de autoridad para tener en cuenta cuando se afirman ciertas cosas”.
“Por ejemplo: en el Concilio de Jerusalén, que está en el Libro de los Hechos de los Apóstoles, se reúnen para ver si los paganos que creen en Jesús tienen que hacerse primero judíos mediante la circuncisión; los apóstoles deliberan, dicen que no y emanan un decreto que comienza con estas palabras: “Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros…”. Fíjense ahí está la autoridad apostólica en su pleno ejercicio. Otro ejemplo: cuando un Concilio Ecuménico proclama un dogma de fe o cuando el Sumo Pontífice también proclama un dogma de fe, como por ejemplo cuando lo hizo el papa Pío XII con el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen al Cielo, ahí está la máxima autoridad, la infalibilidad de la Iglesia”.
Y continuó: “Luego hay otros grados inferiores en el ejercicio del Magisterio. Por ejemplo una encíclica del Papa es un documento muy importante y algunas son más importantes que otras en razón del tema que tratan, por la urgencia, por el contexto y demás. Por ejemplo la encíclica Humanae vitae, del beato papa Pablo VI, respecto de la cual el mundo y alguna parte de la Iglesia se hicieron un soberanísimo corte de manga y no le han llevado el apunte. O la encíclica Veritatis splendor, de San Juan Pablo II, sobre cómo hay que comprender la verdad moral del Evangelio para este tiempo. Tenemos recientemente la exhortación apostólica postsinodal del papa Francisco que es un nivel de magisterio inferior a una encíclica pero es importante porque es un documento firmado por el Papa. Pero hay que distinguir un texto así de cuando habla el Papa en un pasillo del avión, con los periodistas, viniendo de un viaje, y responde preguntas y lo hace lo más simpáticamente que puede. Esto también lo hacían los papas Benedicto y Juan Pablo II”.
Monseñor Aguer finalizó su reflexión semanal señalando que “lo que les quiero decir es que hay distintos grados de ejercicio del magisterio papal y episcopal. Hay que tener cuidado cuando se dice ‘la Iglesia’. Primero el cuidado lo tendrían que tener los periodistas ciertamente. Hay periodistas extraordinarios que comprenden muy bien esto y se cuidan cuando hablan de estas cosas, pero hay otros que no entienden tan bien nuestros asuntos eclesiales. Por eso les pido que lo tengan en cuenta ustedes, televidentes, cuando leen u oyen ‘la Iglesia dijo’.”+
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