Mons. Cargnello: “Tenemos que asumir el desafío de hacer la patria un hogar”
“Si hay una imagen que, desde la Iglesia, quiere acompañar esta celebración, como una invitación a descubrir el presente y proyectarnos en el futuro es la imagen de la casa. Y nada mejor que la Eucaristía, que es memoria, para poder mirar la casa con una memoria agradecida, que se va purificando en la verdad y descubriendo el llamado profundo de esa misma historia”, subrayó al presidir la misa y procesión del Cuerpo y la Sangre de Cristo.
El prelado sostuvo que “la celebración del Corpus en este clima del Bicentenario es una invitación a asumir nuestra propia vida, la vida de nuestras familias, la vida de nuestra provincia, la vida de nuestra patria y del mundo. Es una invitación a descubrir, con tenacidad, aquello que de cueva puede haber también por culpa mía y no tener miedo de cambiar el corazón.
“Por eso, hay una mesa tendida, que nos habla de hogar, hay un Dios que se hace pan y se hace vino para darnos fuerza, uniéndonos en torno a la mesa, es el misterio de la Eucaristía, para darnos capacidad de alegría, por eso se hace vino y para impulsarnos a ser capaces de construir la casa, que es hogar. Quisiéramos pedirle al Señor en la Eucaristía que nos dé la fuerza para asumir nuestra historia y ser capaces de enfrentar este presente”, agregó.
Tras preguntar si “puede alguien convertir en bendición una memoria herida por la experiencia dura de tanto dolor, sufrimiento, injusticia o frustraciones”, respondió: “Hay uno, se llama Jesucristo. Él es el comienzo de una memoria nueva, porque asumiendo el hecho más duro de ser matado, convierte ese hecho en la entrega de todo su ser y en el comienzo de la vida en la resurrección”.
El arzobispo salteño destacó que “la bendición que transforma la memoria, también redimensiona nuestro presente. La Eucaristía une el pasado, el presente y el futuro, es el sacramento de la unidad del tiempo y el espacio ¿Cómo puede cambiar el presente?”
“La Eucaristía es el permanente entregarse de Cristo, derramando su sangre en el aquí y en el ahora. No vengo a comer una palabra muerta, no vengo a comer un Cristo quieto, vengo a comer un Cristo que sigue siendo hoy manantial de entrega”, añadió.
Monseñor Cargnello instó a “transformar el presente de nuestra patria, de nuestras familias, aceptar al Cristo que viene en el pan y en el pobre, creer en la bondad del Señor y de su proyecto, creer en la posibilidad de un presente que puede ser transformado si somos honestos, generosos y fraternos, si vencemos mezquindades, si apostamos por una ciudad mejor, por una provincia mejor, por una patria mejor”.
“Nosotros estamos llamados a escuchar al Señor, que aun en medio de una sociedad marcada por mucho de cueva, espera de nosotros puentes que la conviertan en hogar, para eso está el pan y el vino de la Eucaristía, para eso Jesús se hace presente y me transforma, se hace mío para que yo lo haga de todos. Por eso la Eucaristía cambia la memoria y el presente. Esta es la hora en que los cristianos tenemos que asumir el desafío de hacer la patria un hogar”, concluyó.+
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