Mons. Bitar visitó las 19 parroquias y las 331 capillas de la diócesis

Mons. Bitar visitó las 19 parroquias y las 331 capillas de la diócesis

Buenos Aires (AICA): “Con la gracia de Dios y el amparo maternal de María pude concretar un sueño que tuve hace poco menos de seis años al iniciar el ministerio pastoral como segundo obispo de Oberá: visitar y celebrar la misa en las 19 sedes parroquiales y en las 331 capillas de la diócesis”, dice el obispo de Oberá, Mons. Damián Bitar, en una carta que dirigió a los fieles de la diócesis, en la que dice que Dios le permitió “anunciar el Evangelio, ofrecer el Pan de Vida, bendecir a los niños y ancianos, sentir el olor de las ovejas, y experimentar el gozo de ser una familia, de ser rebaño, de ser Iglesia”.
“Con la gracia de Dios y bajo el amparo maternal de María Santísima, he podido concretar un sueño que tuve hace poco menos de seis años al iniciar el ministerio pastoral como segundo obispo de Oberá: poder visitar y celebrar la santa misa en las 19 sedes parroquiales y en las 331 capillas de la diócesis”.

Así comienza una carta que el obispo de Oberá, monseñor Damián Santiago Bitar, dirigió “a los fieles católicos de las capillas de la diócesis”, en la que les dice que “Dios, que me ha cuidado a lo largo de este recorrido pastoral, me permitió anunciar el Evangelio, ofrecer el Pan de Vida, bendecir a los niños y ancianos, sentir el olor de las ovejas, y experimentar con ustedes el gozo de ser una familia, de ser rebaño, de ser Iglesia”.

Junto con la carta incluye un completo listado de todas las parroquias y capillas de la diócesis, con el número de celebraciones efectuadas en cada una de ellas desde el 4 de diciembre de 2010 hasta el 11 de octubre de 2016, fecha en la que completó sus visitas, con un total 1024 celebraciones: 697 en las parroquias y 327 en las capillas.

Seguidamente, en un breve párrafo el obispo describe las características de su diócesis: “Permanecen impresos en mi memoria los maravillosos paisajes de nuestra geografía misionera, desde El Soberbio hasta Itacaruaré; desde San Vicente, hasta San Javier… las serranías y las plantaciones de yerba mate, té, tabaco, caña de azúcar y citrus; los bosques, ríos, arroyos y saltos… Pero sobre todo el rostro de muchos niños, jóvenes, adultos y ancianos con quienes compartí la Eucaristía en capillas de barrios y particularmente en las innumerables colonias rurales”.

“Al tener una visión más completa de la diócesis -señala-, me permito en esta carta compartirles brevemente lo que he visto, oído y sentido bajo tres aspectos: alegrías, preocupaciones y sugerencias.

En lo que constituye la segunda parte de su carta, monseñor Bitar cuenta las alegrías que experimentó en sus visitas, pero también expone, con la mayor franqueza, los defectos y deficiencias que percibió en algunos lugares que, como pastor, le preocupan y le causan dolor, para los cuales propone algunas sugerencias. Estas alegrías, preocupaciones y sugerencias las enumera de la siguiente manera.

Las alegrías

  • En todas las misas que presidí me encontré con numerosos niños y un buen grupo de jóvenes. ¡Esto es motivo de gran esperanza!
  • Me ha edificado el testimonio de muchos laicos que trabajan, perseveran, rezan y sirven desinteresadamente.
  • Observé que casi la totalidad de las capillas tienen proyectos de ampliación, construcción de salones, sanitarios, pintura, etc.
Las preocupaciones
  • Constatar que la mayoría de las capillas permanecen cerradas durante la semana y algunas durante todo el mes.
  • Percibir cierto “adueñamiento” de algunos coordinadores, tensiones y divisiones entre los laicos.
  • Sin duda que es la “hora de los laicos”, pero pareciera que el reloj está parado: por diversos motivos se demora el despertar del laicado, y es escaso el celo evangelizador para salir del “capillismo” y abrirse con creatividad a la misión.
  • Es doloroso percibir que algunos laicos confunden la capilla con un club social, o un lugar de entretenimiento.
  • Llama la atención el elevado consumo de alcohol en adultos y jóvenes y que esta cuestión no se corte en las capillas, más aún, se lucre con esta adicción.
  • Como preocupación les dejo también esta pregunta: ¿Quién se ocupa de los jóvenes? ¿Qué le estamos ofreciendo?
Algunas sugerencias
  • Procuremos que las capillas permanezcan abiertas, quizá una tarde en la semana y sobre todo el sábado y domingo para reunirse a rezar.
  • Al ser tan pocos los sacerdotes y diáconos, cada capilla debe contar con dos o tres celebradores de la Palabra para unirse en oración en comunidad, aunque no puedan celebrar la Misa dominical.
  • Aspiren a tener el Sagrario con el Santísimo Sacramento: ¡éste es el “tesoro” de la Iglesia!
  • Que nuestro sueño como comunidad sea contar con una capilla sencilla y bella con una pequeña sacristía; contar con un aula o salón para catequesis y encuentros familiares, sanitarios dignos, el terreno cercado, arbolado y limpio.
  • Debemos repensar el modo de sostener las obras materiales de la capilla. No se puede depender tan sólo de los ingresos de la fiesta patronal. En esto, tomemos ejemplo de otras comunidades cristianas.
  • Continúen con los trámites necesarios para obtener la escrituración del terreno. Una vez concretado, es un tema cerrado para siempre.
Tras la transcripción de un texto del Documento final de Aparecida, monseñor Bitar concluye su carta animando a los fieles: “¡Sigamos adelante! ¡Rememos mar adentro y tiremos las redes en el nombre del Señor! No estamos solos. ¡El Resucitado está con nosotros hasta el fin de los tiempos!”. E invocando a los santos patronos de la diócesis expresa: “Que María de Itatí nos cubra bajo su manto de madre y San Antonio de Padua nos acompañe con su intercesión”.+

Texto completo de la carta

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