Mons. Fassi recordó que la santidad es una misión y llamó a rezar por nuestros difuntos

Mons. Fassi recordó que la santidad es una misión y llamó a rezar por nuestros difuntos

San Isidro (Buenos Aires) (AICA): Al conmemorarse el Día de Todos los Santos, el obispo auxiliar de San Isidro, monseñor Martín Fassi, envió un mensaje a los fieles: “Ser santos es ser plenamente lo que estamos llamados a ser; Dios nos pensó con esa santidad original, con esa bondad original”, reflexionó. Por otra parte, en el Día de los Difuntos, llamó a recordar a nuestros difuntos, “para que puedan presentarse ante Dios, limpios, completos y terminados”.
El obispo auxiliar de San Isidro, monseñor Martín Fassi, envió un mensaje a los fieles con motivo del Día de Todos los Santos. “’Sean santos, porque yo, el Señor su Dios, soy santo’”, recordó el prelado, y afirmó: “Dios nos creó pensando en cada uno de nosotros, y en cada uno de los seres humanos, con muchísimo amor”.

Citando el Evangelio, el prelado preguntó: “¿De qué le vale al hombre ganar el mundo entero si se pierde a sí mismo? Si pierde su vida”.

“Ser santos es ser plenamente lo que estamos llamados a ser; Dios nos pensó con esa santidad original, con esa bondad original; nuestra bondad original que está antes que nuestro pecado original, que está detrás de nuestro pecado, es nuestro primer llamado a nuestra existencia; la primera misión es ser santos como el Señor es santo, es decir, ser buenos de corazón y ser plenamente lo que uno es, ser lo que uno es, con toda el alma”, expresó monseñor Fassi.

Además, llamó a ver los ejemplos de santidad, “gente que nos ha dado ejemplo de veracidad; gente que nos ha dado ejemplo de ser coherentes a pesar de las dificultades, y que no se dejaron doblegar para tomar un camino contrario a lo que su razón les decía o su corazón les decía”.

El santo, señaló el obispo, “es el que conoce hondamente su fragilidad y su ser pecador, y el santo es aquel que se siente hondamente comprometido para estar cerca del más pequeño, cerca del más pecador, cerca del que está más alejado. Porque el santo verdadero nunca juzga, siempre primero es compasivo, el juicio viene después, igual que Jesús”.

Finalmente, y en palabras del papa Francisco, recordó que no solamente tenemos una misión, “somos una misión”, y la santidad significa no sólo descubrirla, “sino realizarla con toda la confianza y con toda la alegría”.

“Ser feliz es ser santo y ser santo es ser feliz; por eso como el papa Francisco nos dice: ‘No tengamos miedo a ser santos’, no tengamos miedo a ser plenamente nosotros mismos, porque es Dios el que va realizando en nosotros lo que nosotros sentimos que no podemos”, aseguró monseñor Fassi, y rezó para que Dios “nos conceda la alegría de ser santos, no para nosotros mismos, ser santo para los demás, para que así podamos ir construyendo una sociedad que sea santa”.

Con motivo del Día de los Difuntos, el obispo recordó que con su Pascua, Jesús conquistó para nosotros “la vida en plenitud”. “Esto quiere decir que nosotros, los cristianos, creemos que la vida sigue después de esta vida, después de esta vida que es frágil, que experimentamos la limitación, y que tanto miedo le tenemos a nuestros límites, y al gran límite último que es la muerte”, expresó.

En ese sentido, aseguró que “todo eso que experimentamos como fragilidad en la vida, será llenado de vida”, y añadió que “cuando nosotros rezamos por nuestros difuntos, estamos rezando esto: que no queremos olvidar todo lo que significó para nosotros su vida, y que esa vida la ponemos en Dios, para que Dios la vaya completando, la vaya plenificando”.

“Si hay algo que no quedó limpiado en esta vida; si hay algo que quedó incompleto en esta vida, si hay algo que quedó frustrado en esta vida, todo eso, por amor a nuestros difuntos, lo ponemos en Dios; primero, para no olvidar nosotros, y después, para no olvidarnos nosotros que Dios sigue obrando en ellos”, continuó.

“Recordar a nuestros difuntos en este día, en que la Iglesia nos invita a rezar especialmente por ellos, es rezar para que puedan presentarse ante Dios, limpios, completos y terminados”, animó el prelado.
“Eso es lo que nosotros llamamos el ‘Purgatorio’”, explicó, “ese momento en el que Dios nos quita todos los maquillajes, que no son ya necesarios; nos purifica, nos limpia de todo lo que no terminamos de hacer o hicimos mal, para que podamos presentarnos resplandecientes, llenos de belleza y llenos de vida delante de Dios”.

“Rezar en este Día de los difuntos, más que pensar en la muerte, es pensar en la vida en plenitud que Dios quiere regalar a todos, todos, todos sus hijos”, concluyó.+

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