El borrador del texto fue elaborado a partir de los debates en las plenarias y los círculos menores y, según se adelantó, expresa las realidades de los cinco continentes.
“No tenemos las mismas experiencias ni las mismas preocupaciones, pero tenemos muchas cosas en común”, destacó en rueda de prensa monseñor Bienvenu Manamika Bafouakouahou, obispo de Dolisie (República Democrática del Congo).
El tema de la migración, por ejemplo, a menudo es afrontado insistiendo en que quienes migran de África buscan un futuro mejor en otras partes, “y no es falso, pero yo he insistido en que la causa es una trastorno del ecosistema provocado por las industrias de extracción”.
“Los jóvenes son expulsados de sus tierras, con la complicidad de las transnacionales, los jóvenes son asfixiados y buscan aire puro en otros lugares”, explicó.
El prelado africano indicó que “en general, en el Sínodo “ha habido universalidad de temas, no se puede decir que haya temas eurocéntricos: claro, algunos aspectos importantes que para mí, que provengo de África, no llaman la atención necesaria, mientras, por ejemplo, la cuestión LGBT es un tipo de argumento que en África existe, pero no con la misma amplitud, no es una verdadera preocupación, se puede hablar de una preocupación bastante europea”.
“Son, pues, detalles de este tipo los que pueden ser eurocéntricos, pero en general África se encuentra en los temas universales afrontados”, agregó.
El padre Antonio Spadaro SJ, director de la revista “La Civiltà Cattolica”, dijo que en las discusiones sinodales “surge una gran complejidad y diversidad: la Iglesia está cada vez más inmersa en el contexto en el que vive, las diversidades aumentan, la discusión es más rica y más compleja, incluso nivel lingüístico”.
“Esto ya había surgido en los sínodos anteriores y surgirá cada vez más. Es un gran desafío positivo para la Iglesia, llamada a ser cada vez más plural, capaz de escuchar a las diferentes culturas y de sumergirse. En este sentido, se puede hablar del Sínodo como un evento casi milagroso, el hecho de compartir la misma fe a pesar de estar encarnada en contextos culturales tan diversos”, afirmó.
Por su parte, el prefecto del dicterio para la Comunicación, Paolo Ruffini, reivindicó que durante las ruedas de prensa cotidianas, en estas tres semanas de asamblea, se han expuesto temas diferentes y han intervenido padres y “oidores” de los países más diferentes, con una “representación de la Iglesia y de los temas de los que se discutía, no eurocéntricas”.
También el cardenal Luis Antonio Tagle, arzobispo de Manila, subrayó que desde la fase preparativa del Sínodo hubo una “atención por la diversidad y la complejidad de los contextos”, y también en el grupo lingüístico en el que trabajó, formalmente en inglés: ¡Wow, usaban ocho o nueve tipos diferentes de inglés!, exclamó.
“Estar en el grupo inglés no significa que queramos decir lo mismo cuando pronunciamos la misma palabra: este es un desafío para la Iglesia, encontrar un terreno común en medio de la diversidad”, añadió.
El cardenal Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún (Myanmar) destacó la “presencia casi permanente del Papa” en las sesiones de trabajo sinodal, empeñado principalmente en escuchar: “Intervino de tanto en tanto: normalmente cuando está el jefe hay una especie de silencio; él, al contrario, animó la discusión”.
Ruffini reveló que una de las reuniones concluyó con una broma de los dos secretarios especiales de la asamblea, el jesuita Giacomo Costa y el salesiano Rossano Sala, quienes indicaron que el “primer milagro” del Sínodo fue la concordia entre un jesuita y un salesiano.+
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