Mons. Buenanueva: "Yo tampoco te condeno"

Mons. Buenanueva: "Yo tampoco te condeno"

San Francisco (Córdoba) (AICA): El obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio en su columna semanal en el periódico La Voz de San Justo. En esta oportunidad, se refirió al pasaje de la mujer adúltera.
Con el título “Yo tampoco te condeno”, el obispo de San Francisco, monseñor Sergio Osvaldo Buenanueva, reflexionó sobre el Evangelio en su columna semanal en el periódico La Voz de San Justo.

Citando la oración de la liturgia del quinto domingo de Cuaresma, rezó: “Señor y Dios nuestro, te rogamos que tu gracia nos conceda participar generosamente de aquel amor que llevó a tu Hijo a entregarse a la muerte por la salvación del mundo”.

“A las puertas de la celebración anual de la Pascua, los discípulos de Jesús pedimos compartir su mismo amor que lo llevó ‘a entregarse a la muerte por la salvación del mundo’”, expresó.

“Cuando hablamos del ‘amor de Cristo’ nos referimos a un modo de estar parado en la vida. Tiene que ver con los sentimientos, pero también con la conciencia y, sobre todo, con la libertad”, afirmó el prelado.

En ese sentido, consideró que “ese es el gran trabajo del Espíritu Santo en el corazón del hombre: transformarlo para que refleje los sentimientos, las opciones y la mirada misma de Jesús”.

“El relato evangélico de este domingo -una verdadera pieza maestra- expresa de manera elocuente lo que significa amar según el estilo de Jesús. Se trata del relato de la mujer sorprendida en adulterio y presentada como tal a Jesús”, recordó.

“Esta mujer es llevada ante Jesús, no porque hubiera preocupación por ella, su vida e integridad, sino que el interés es usarla para otros fines aviesos: ponerle una trampa a Jesús”, señaló monseñor Buenanueva.

En esa mujer, consideró, “podemos reconocer todas las formas de reducir a las personas -varones o mujeres- a objetos que se manipulan, se usan y descartan por motivos e intereses egoístas”.

“Jesús desarma a todos. A los acusadores con su capacidad de desnudar su hipocresía. A la misma mujer con esa frase que resume todo el Evangelio: ‘Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí, e incorporándose, le preguntó: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Alguien te ha condenado?». Ella le respondió: «Nadie, Señor.» «Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante.»’”, continuó.

En ese sentido, concluyó: “Donde unos ven un caso y una oportunidad para hacer valer su posición, Jesús ve a una persona que no puede ser rebajada al nivel de un objeto o un instrumento, sino que debe ser respetada en su dignidad humana. También si es una persona herida por sus propios yerros. Especialmente si se trata de un ‘pecador’. ¿No es así como Dios, a quien Jesús invoca como Padre, trata a sus hijos más alejados?”, planteó.

“Ese es el ‘estilo Jesús’ de acercarse a toda realidad, especialmente a la más herida: la cercanía que da el amor que hace espacio y ofrece aliento, no condena y da nuevas posibilidades”, aseguró.+

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